La de hoy podría considerarse la “canción de los rodeos”, una tradición muy popular en la que se mide la destreza de los vaqueros o cowboys con el ganado. Este clásico de la música country fue obra de Terry Stafford y Paul Fraser y la idea de escribirla surgió, precisamente, en un rodeo.
El single original apareció en 1973 y unos meses después fue reeditado. La canción está dedicada a Amarillo, Texas, una de las ciudades ganaderas por excelencia de ese estado. La letra se centra en un habitante de San Antonio, Texas, de carácter aventurero (“lo único que tengo es lo que llevo puesto, no soy rico pero, Dios, soy libre”), que se dirige hacia Amarillo para participar en el rodeo local y en la feria del condado. En el camino le pasa de todo: le roban la montura en Houston, le rompen la pierna en Santa Fe, pierde a su mujer y a su amante en el camino pero, aun así, persiste en llegar Amarillo por la mañana y aguantar como mínimo ocho segundos montado sobre un toro.
Escuchemos la versión original de Terry Stafford.
Chris LeDoux la grabó en su disco Life As a Rodeo Man (1975).
La versión más famosa, y en mi opinión la mejor, llegó de la mano de George Strait, que en 1983 la colocó en el número 4 de las listas. Aparece en el álbum Strait from the Heart.
El cantante de 46 años Kenny Chesney es el responsable de esta versión.
Ahora, el violinista Jason Roberts acompañado del grupo Asleep at the Wheel.
El hispano John Arthur Martínez también se lanzó a grabarla. La versión pertenece a su disco Lone Starry Night y en ella incluyó versos en español.
Las versiones de Kenny Chesney y Jason Roberts tampoco suenan mal.
En el caso de Jason Roberts, es uno de los mejores intérpretes de fiddle. En julio sacó un nuevo CD, That’s Muy Home al que pertenece Dark Town Strutter’s Ball. A ver si te gusta.
Me ha encantado, Eduardo. Esa mezcla de country y swing… Fantástico.
Sólo conocía la versión de George Strait, pero estoy de acuerdo con Manuel, las de Kenny Chesney y Jason Roberts tambien están muy bien. Saludos
La de George Strait es la más conocida pero la potente voz de Kenny Chesney le da fuerza a la canción.
Todas me gustan. Estaba aprendiendo inglés en esa época. «By the time i get to Phoenix» era otra fácil de entender, en la misma cuerda… Buenos recuerdos, gracias Eduardo.
Lo mejor de la buena música es que nunca se olvida y siempre puedes aferrarte a ella, sean cuales sean las circunstancias.