Disco del mes (marzo)

down to believing Cinco años después de su último trabajo, Crows, Allison Moorer vuelve a la primera plana con su disco Down to Believing, editado el pasado 17 de marzo por el sello Entertainment One y producido por su amigo Kenny Greenburg. Se trata de su octavo álbum de estudio –¡qué lejos queda ya ese Alabama Song de 1998!– y las trece canciones que lo componen le han llevado dos años de grabaciones durante los cuales la vida de Moorer ha sufrido diversos avatares: el divorcio de su marido, Steve Earle, y el autismo de su hijo, diagnosticado hace tres años. El disco le ha valido multitud de críticas elogiosas y hasta se ha llegado a decir que es el mejor de su carrera. Ella misma firma la rockera canción que lo abre, Like it used to be, un tema que sugiere que el cambio es inevitable. Es el primer single que ha salido del álbum. Thunderstorm/Hurricane describe la tristeza de la narradora, que “gota a gota” desaparece “como si nunca hubiera estado aquí”. Es otra de las canciones que ha escrito en solitario, junto con la anterior y Blood, dedicada a su hermana. Os dejo ahora con el tema que da título al disco, Down to Believing, escrita por Allison Moorer, Audley Freed y Keith Gattis. La única que no es original suya lleva por título Have you ever seen the rain?, obra de John Fogerty de 1971 y grabada con la Creedence. Moorer la incluyó porque su sello le pidió una versión y ella es una gran admiradora de John Fogerty. Down to Believing en Amazon

Convoy. C.W. McCall y Chip Davis, 1975

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La canción de hoy es otro ejemplo del subgénero del country conocido popularmente como “canciones de camioneros”, del que ya hemos escuchado aquí Truck Driving Man (1954) y Six Days on the Road (1963). Esta es la más famosa de C.W. McCall –pseudónimo de Bill Fries– y se mantuvo hasta seis semanas en el número 1 de la lista Billboard.
La letra, que introduce multitud de referencias a la vida cotidiana de este colectivo, se resume en una conversación ficticia que mantienen por radio dos camioneros, apodados Rubber Duck (“El pato de goma”) y Pig Pen (“El cerdo Pen”, nombre tomado de un personaje de un cómic muy popular en la época al que se le representaba como un joven muy sucio). En la canción transporta cerdos: en un momento dado, Rubber Duck le pide a Pig Pen que se aparte porque el olor es muy “intenso”.
El límite de velocidad impuesto por la crisis del petróleo de 1973, los elevados peajes y los trucos que se gastan las empresas transportistas para falsificar los registros de las horas de trabajo unen al sector en una protesta que va colmando la caravana o convoy. “Cuando estaban en Tulsa, ya había 85”. Los camioneros conducen sin parar por los lugares fijados por la convocatoria, mientras la Policía, a la que la canción llama “osos” por la mascota del Servicio Forestal de Estados Unidos, les persigue. El éxito de la canción hizo que en 1978 Sam Peckinpah se inspirara en ella para su cinta Convoy.
Esta es la versión original de C.W. McCall.

Escuchemos ahora otra del mismo McCall, que escribió para ajustarse al argumento de la película.

El canadiense Paul Brandt la recuperó en 2004.

C.W. McCall nos entregó una secuela, Round the World with Rubber Duck, en 1976.

Por último, escuchemos al grupo español Mocedades, que la adaptó con el título Aire en su disco Amor de hombre (1982). La letra es de Fernando de Diego.

Eagles. The Eagles, 1972

The-Eagles-Eagles-422706 El disco que vamos a escuchar hoy es un perfecto exponente de la alianza entre el country y el rock. Oiremos varios extractos del álbum de debut de The Eagles, surgido en Los Ángeles y compuesto por Don Henley, Glenn Frey –sus líderes–, Bernie Leadon y Randy Meisner. Tras su disolución en 1980, regresaron en 1994… y hasta ahora. The Eagles aparecen en el Top 20 de los grupos que más han vendido en la historia, con unos 150 millones de discos en todo el mundo, 100 de ellos solo en Estados Unidos. Grabado a principios de 1972 en los estudios Olympic de Londres, Eagles, con su clásica portada del parque nacional Joshua Tree (California), conoció tres singles: Witchy Woman, Take it easy y Peaceful Easy Feeling.  Escuchemos, en primer lugar, Witchy Woman (“Mujer embrujada”), un tema escrito por Henley y Leadon, cuyo single llegó al número 9. La inspiración le vino a Henley tras leer la biografía de Zelda Fitzgerald, la mujer de Francis Scott Fitzgerald, que tenía fama de hechizar a los hombres, si bien se basó también en otras chicas que había conocido en su juventud. La letra hace referencia a “su espíritu incansable, inmerso en un vuelo interminable” y a su adicción a las drogas: “Se volvió loca con una cuchara de oro”. Take it Easy, obra de Jackson Browne y Glenn Frey, llegó al número 12 en 1971. La letra habla de un hombre que intenta liberarse de su carga (esto es, de sus múltiples problemas con las mujeres: “Cuatro de ellas quieren poseerme, dos quieren lapidarme y una es mi amiga”), y, mientras va conduciendo, mantiene una efímera relación con otra mujer. Browne la volvió a grabar en 1973 para su disco For Everyman. Como curiosidad, en la letra se cita Winslow, Arizona, y, en atención al éxito cosechado, la ciudad dedicó al single una estatua conmemorativa. https://www.youtube.com/watch?v=LfeNhwnO8hw Os dejo con la versión de Travis Tritt (2006). Peaceful Easy Feeling fue escrita por Jack Tempchin y, en esta ocasión, el single llegó al número 22. El autor intentó describir en ella el sentimiento de paz que se alcanza con el amor. Cambiemos de registro a una balada. Most of Us Are Sad fue escrita por Glenn Frey, y su letra encierra una gran sabiduría: “La mayoría de nosotros estamos tristes aunque nadie lo deja traslucir. Hemos traído a nuestros hijos al mundo, ¿quién los puede salvar ahora?”. Al final, reconoce que, aunque la mayor parte de nosotros está triste, hay que seguir adelante. Earlybird está dedicada al “dolce far niente” (“dulce no hacer nada”), o a la filosofía epicúrea. Fue escrita por Bernie Leadon y Randy Meisner, y el narrador se compara con un pájaro que no hace nada productivo, sino buscar su placer. También hay una referencia al nombre del grupo: “El águila vuela sola y es libre”. En Take the Devil, el letrista Randy Meisner nos anima a “desterrar el diablo de tu mente”.

Southern Nights. Allen Toussaint, 1975

SouthernNights
La canción de hoy fue compuesta por un “forastero” del country, Allen Toussaint, que se ha dedicado más al blues y al jazz. Cuando Glen Campbell, uno de los grandes del country, la escuchó, quedó prendado por los recuerdos que le despertaba de su infancia en Arkansas.
Toussaint ha contado que, mientras estaba grabando su quinto disco y se devanaba los sesos para encontrar un nuevo tema, su amigo Van Dyke Parks fue a visitarle al estudio y le dijo: “Supón que sólo te quedaran dos semanas de vida, en ese caso, ¿qué es lo que te gustaría haber hecho?” Entonces, Toussaint pensó en su infancia en Louisiana y escribió esta evocadora canción que, con el tiempo, se ha convertido en su tema de cabecera. El autor recuerda las sensaciones que le producían los cielos sureños, la brisa que hace que los árboles silben melodías “conocidas y queridas”, y, en suma, reta a cualquiera a que encuentre algo mejor que las noches sureñas.
Escuchemos la versión original de Allen Toussaint en su disco Southern Nights (1975).

La versión más conocida es, sin embargo, la que grabó Glen Campbell en octubre de 1976, que se comercializó en enero del año siguiente y llegó al número 1 de la lista Billboard. Campbell le imprime un ritmo más animado y optimista.

Aquí, el mismo Campbell, acompañado a la guitarra por su amigo Jerry Reed.

Paradojas del destino

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La canción que vamos a escuchar hoy demuestra que, en ocasiones, los títulos de las canciones pueden ser casi premonitorios. Hank Williams y su productor Fred Rose decidieron escribir en 1952 una canción humorística, I’ll never get out of this world alive (“No saldré vivo de este mundo”), con la esperanza de que se convirtiera en el siguiente éxito de Hank. Y ciertamente lo fue, pero en un momento, cuando menos, paradójico.
El día de Año Nuevo de 1953, Hank Williams moría en el asiento trasero de un Cadillac cuando un estudiante, que hacía las veces de chófer, le llevaba rumbo a su siguiente concierto. Williams abusaba de medicamentos, recetados por un médico para paliar sus dolores, y los mezclaba con alcohol. Quiso el destino que este fuera el último single que apareció en vida del cantante y que llegara al número 1 de la prestigiosa lista Billboard en enero de ese año, ya con carácter póstumo. Se da la circunstancia de que justo la semana en que murió, otra de sus canciones más conocidas, Jambalaya (ya escuchada aquí), ocupaba lo más alto de las listas. Y que Fred Rose, el otro autor de I’ll never get out of this world alive, moría en 1954.
Mucho tiempo después, la canción sirvió de inspiración a Steve Earle para su álbum homónimo, que salió en 2011. También fue el título de su primera novela, acerca de un doctor desposeído de su título, Doc Ebersole, que practica abortos ilegales para ganarse la vida y es acechado por el fantasma de Williams.
La letra enumera las desgracias que persiguen al protagonista: su caña de pescar se ha roto porque el arroyo está lleno de arena, su mujer le ha dejado, si lloviera oro no podría hacer nada porque sus pantalones están tan remendados que no tienen ni bolsillos, si se tirara al río, probablemente se ahogaría, un abogado demostró que no había nacido –simplemente había sido lanzado al mundo–, los zapatos que lleva están llenos de agujeros y clavos.
Escuchemos ahora la versión original de Hank Williams.

Esta grabación de Asleep At the Wheel pertenece al disco doble Texas Gold/Comin’ Right at Ya.

Os dejo con Jerry Lee Lewis y su inseparable piano.

Hank Williams Jr. la incluyó en su disco Men with Broken Hearts (1995).

Por último, escuchemos a su nieto, Hank Williams III, en un concierto que dio en Louisville (Kentucky) en junio del año pasado.

Sonny James, el caballero sureño

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James Hugh Loden nació en 1929 en una pequeña localidad de Alabama. Sus padres eran músicos no profesionales y le infundieron su amor por este arte: se dice que a los tres años hizo sus primeros pinitos con la mandolina y no tardó en actuar junto con su familia en diversos programas de radio.
Cuando regresó de la guerra de Corea en 1951, se dedicó de lleno a su carrera musical en solitario. Su descubridor fue Slim Whiteman, que quedó admirado por su forma de tocar el fiddle y por su voz. Su creciente popularidad le llevó al Grand Ole Opry en 1962 y su porte y modales educados le valieron el sobrenombre de El caballero sureño. Su fulgurante carrera continuó en sellos como RCA, Columbia o Monument Records y con temas como Is it wrong?, Paper Roses o Here Comes Honey Again.
Se retiró en 1983 y actualmente vive en Nashville. En 2006 entró en el Salón de la Fama de la Música Country y es uno de los miembros de mayor edad de esta institución –el otro es Mac Wiseman, de quien os hablé hace dos semanas.
Escuchemos su primer número 1, Young Love (1956), una romántica balada escrita por Ric Cartey y Carole Joyner que constituye todo un himno al primer amor. Después de este, llegarían otros 22 números 1, 16 de ellos con carácter consecutivo entre 1967 y 1971. El primero en grabar Young Love fue Ric Cartey, uno de sus autores, aunque su versión pasó prácticamente desapercibida.

El éxito llegó de la mano de nuestro protagonista, Sonny James, quien la grabó ese mismo año para Capitol Records. Vendió más de un millón de copias.

El actor y cantante Tab Hunter la interpretó para Dot Records.

El grupo The Crew Cuts versionó también el éxito ese mismo año, esta vez para Mercury Records.

Escuchemos ahora la versión de Stella Parton, hermana de la gran Dolly Parton, en su álbum So Far… So Good.

Norte y Sur (XI)

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Aunque la guerra de Secesión se circunscribió a Estados Unidos, los inmigrantes europeos desempeñaron un importante papel en su curso. Los dos países con más presencia en Estados Unidos eran, en aquel entonces, Alemania e Irlanda, y sus soldados se decantaron de forma mayoritaria por los unionistas del Norte.
Fijémonos en Irlanda, que puede presumir por derecho propio de su riquísima tradición musical. Alrededor de 180.000 soldados de este país lucharon en la guerra –un número similar al de los efectivos alemanes–, y no es de extrañar, por tanto, que popularizaran temas como los que vamos a escuchar.
En primer lugar, We’ll fight for Uncle Sam, una adaptación de un famoso tema irlandés, Whiskey in the Jar (“Whisky en la jarra”). He aquí la lectura de David Kincaid.

La letra nos presenta a un inmigrante que acaba de llegar de Killarney (Irlanda). Paddy Kearney no duda en alistarse y no cejará en su empeño hasta que el Sur vuelva al “estandarte estrellado”. Os dejo con la grabación de Gallant Sons of Erin, en su disco No Irish Need Apply (2003).

Aunque el estilo exceda los límites del blog, escuchemos ahora una de las mejores versiones del original Whiskey in the Jar, la del grupo irlandés The Dubliners.

La canción que sigue está dedicada a todos los voluntarios irlandeses que perdieron la vida en el curso de la contienda. The Irish Volunteers tuvo su origen en Irlanda y fue reproducida en Estados Unidos. Esta es la versión de Sons of Erin, en su disco No Need Irish Apply (2003).

Derek Warfield le dio su particular toque.

El tema daría título a un álbum de David Kincaid, publicado en 1998 por el sello Rykodisk. Escuchemos su versión, que abre precisamente el disco y utiliza la melodía de Bonnie Blue Flag.

Por último, Mick Moloney en Far from the Shamrock Shore.

Cifu para los amigos

jazz porque sí
Hoy voy a hacer una excepción, otra, en el blog, y os voy a hablar de un estilo musical que, desgraciadamente, tampoco es de los más conocidos en España. Por lo menos, no hasta que Juan Claudio Cifuentes, Cifu para los amigos, como decía siempre en su programa de radio, empezó su gran labor de divulgación del jazz.
Jazz porque sí, que dirigió hasta su muerte –el pasado 17 de marzo–, tiene el honor de ser el programa musical con mayor solera de la historia de las ondas españolas: empezó allá por 1971 y, desde entonces, se ha emitido ininterrumpidamente, eso sí, en diferentes emisoras, entre ellas Radio Popular Madrid, Antena Tres Radio, Cadena 100, y desde 1998 Radio Clásica de Radio Nacional. Durante los últimos años, Cifu compaginó este programa con el de Radio 3 A todo jazz.
Pero su pasión por el jazz no se limitó a estos clásicos: también presentó en la segunda cadena de TVE –todavía no se llamaba La 2– Jazz entre amigos, entre 1984 y 1991, y en su faceta de investigador publicó la primera Guía Profesional del jazz en España en 1994. Juan Claudio Cifuentes había nacido en París en 1941 de padres españoles y, a los 20 años, se trasladó a España, donde empezó a desarrollar su interés por el jazz. Su afición surgió cuando a los 11 años un familiar suyo le regaló un disco de Glenn Miller.
Hace poco más de un mes, el 6 de febrero, recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2014, y al recogerla señaló: “Lo verdaderamente importante para mí es que el jazz suene en esta medalla”. Este reconocimiento siguió al Premio Ondas recibido en 2010.
En una entrevista, dijo que cuando se jubilara tenía en mente abrir un restaurante con una sala de jazz en el sótano… Pero ha muerto antes. Antes de jubilarse ha muerto. Cifu para los amigos ha muerto. Su programa fue uno de los pocos que seguí a los 17 o 18 años, cuando la vida se abría como los colores de una postal o los sabores nuevos de ese país llamado Jazz. Aquellas tardes de sábado ya no volverán. Pasé los mejores ratos de mi vida leyendo a Chesterton y Oscar Wilde bajo la atenta mirada de Ella Fitzgerald, Sara Vaughan y Billie Holiday, a las que Cifu convocaba en mi cuarto con el sueño de una copa y el humo imaginado de un cigarro. El mundo era bonito: parecía que no se iba a acabar nunca. Yo era por fin un árbol, no un rastrojo en el camino. Tenía conciencia de mis raíces y de mi sombrero de copa tan frondoso y alto. Nadie podría talarme mientras la belleza de la música me protegiera. El dolor de las canciones era solo una advertencia. En la vida real decíamos adiós a los muertos y los muertos no decían nada. “I die a little…”. Me morí un poco la mañana que supe de tu muerte, Cifu.
Ahora, dejemos que él mismo termine esta entrada, con la frase con que despedía cada uno de sus programas: Besos, abrazos, carantoñas y achuchones múltiples para todos.
En cierta entrevista, Cifu hizo una pequeña selección musical de los temas que más le gustaban. Os dejo con cuatro de ellos, que escucharemos consecutivamente:
East Saint Louis-Toodle Oo, de Duke Elington (1927).

In the Mood, de Glenn Miller (1939).

Vette, de Djiango Reinhardt (1947).

My favorite things (1961) de John Coltrane.

Por último, yo añadiría Milestones (1958), de Miles Davis, cuyo principio servía de sintonía a su programa.