Disco del mes (abril)

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Hoy la mayor leyenda viva del country cumple 84 años y lo ha celebrado de la forma que mejor sabe, sacando un nuevo disco, algo en absoluto excepcional si tenemos en cuenta que en los últimos diez años hemos asistido al nacimiento de otros tantos álbumes de su autoría, sin contar sus discos en directo o en colaboración.

Me refiero, claro, a Willie Nelson, que ayer sacó al mercado God’s Problem Child. Haciéndome eco de lo que publicó Los Angeles Times al reseñar este disco, las dos máximas principales en las que se apoyan sus letras son «Nadie se hace más joven» y «nadie sale de aquí vivo» (en alusión a la vieja canción de Hank Williams).

El disco, compuesto por trece canciones, ha sido producido por su colaborador habitual Buddy Cannon, de Legacy Recordings, una división de Sony Music. Y parece que Willie no se ha planteado aún el retiro, ya que ha anunciado que tiene listo otro álbum grabado junto con sus hijos Lukas y Micah Nelson, si bien ignoramos su fecha de salida.

De momento hemos podido disfrutar de tres vídeos de God’s Problem Child. El primero pertenece al primer single, A Woman’s Love, escrito por Sam Hunter y Mike Reid. Se trata de una canción de amor en la que Nelson proclama: «Hace falta el amor de una mujer para ver la luz, es el amor de una mujer lo que te da vida».

En It Gets Easier, el segundo single, Willie aborda el tema de la muerte: «Cada vez se hace más fácil, a medida que envejecemos, decir: ‘Hoy no’». A buen seguro, las muertes de varios gigantes de la música en 2016 habrán inspirado esta suerte de elegía, y quizá ninguna le afectara tanto como las de Merle Haggard o Leon Russell, cuya última grabación también aparece en este disco, en la pista que le da título.

El tercero de los vídeos es Old Timer, de Donnie Fritz y Lennie LeBlanc. En esta melancólica balada, Willie, que colabora con el intérprete de armónica Mickey Raphael, reflexiona acerca de la mortalidad: «Has estado en todas las carreteras, quemado todos tus puentes, encontrado el perdón, crees que todavía eres un joven jinete, hasta que te miras en el espejo y ves a alguien de los viejos tiempos».

La canción con la que se cierra el disco es He Won’t Ever Be Gone, escrita por Gary Nicholson. En este caso, nos encontramos ante un tributo a Merle Haggard, con quien grabó su último disco, Django and Jimmie; y en su letra descubrimos varias referencias a algunos de los éxitos de éste, I’m a Lonesome Fugitive, Mama Tried o Branded Man.

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Enjaulados (II)

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Randy Travis también ha tenido sus más y sus menos con las autoridades, aunque no ha llegado a entrar en prisión. El autor de Three Wooden Crosses (que escuchamos en la biografía de Travis) fue detenido en febrero de 2012 totalmente borracho en un lugar público, concretamente en el exterior de una iglesia baptista. Al día siguiente se disculpó con el pretexto de que había estado celebrando la Super Bowl. Pocos meses después, lo arrestaron por conducir bajo los efectos del alcohol, con el agravante de amenazas a las fuerzas del orden, y lo liberaron a la mañana siguiente, tras depositar un conocido suyo la fianza.

Os dejo con Good Intentions, que pertenece a Always & Forever (1987), escrita por Randy Travis, Merle Haggard y Marvin Coe. La canción cuenta la historia de un chico que, pese a sus esfuerzos por comportarse bien y no seguir los pasos de su padre, acaba en la cárcel. Durante su estancia en prisión, su madre muere, y cuando es liberado le dice a su memoria que «sus intenciones eran las mejores».

Siendo David Allan Coe uno de los máximos exponentes del outlaw country, no es de extrañar que aparezca también en esta sección. Sus años de adolescencia y juventud se caracterizaron por sus continuas entradas y salidas de correccionales y prisiones por robos y hurtos. Aunque todo eso es cierto, parece que el propio Coe ha magnificado su leyenda de fuera de la ley, puesto que alguna de sus historias son difíciles de corroborar, como que mató a un hombre en prisión. En cualquier caso, se puede decir que su carrera musical, que empezó cuando salió de ella –su álbum de debut, Penitentiary Blues, está basado en sus experiencias en la cárcel–, hizo que encauzara su vida. Sus últimos problemas con la justicia los tuvo en 2015, acusado de evasión de impuestos, por lo que fue condenado a pagar cerca de un millón de dólares.

Escuchemos el tema con el que se abre Penitentiary Blues (1970). La canción, encuadrada en el blues, trata sobre la vida diaria en la prisión y cómo el protagonista nació para perder.

Enjaulados (I)

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Hace un par de meses, a propósito de la canción You Never Even Called Me By My Name, os comentaba que David Allan Coe dijo con sorna que una canción country no era del todo perfecta si no hablaba de temas como «mamá, trenes, emborracharse o la prisión».

Pues bien, en la serie que comienza hoy me voy a centrar en una de esas líneas: la prisión, empezando por algunos cantantes que dieron con sus huesos en la cárcel, la mayoría de las veces por delitos menores, y cuya experiencia les sirvió, en ocasiones, de inspiración para componer sus canciones.

Sabido es que Willie Nelson siempre ha tenido una relación muy íntima con la marihuana y que ha abogado por su legalización (de hecho, ha creado su propia marca de hierba para venderla en los pocos estados en los que ya es legal con fines recreativos y medicinales). Este coqueteo le ha supuesto algún que otro problema con la justicia. Hace más de 40 años, en una gira por las Bahamas junto a Hank Cochran, los oficiales de aduana hallaron una pequeña cantidad de cannabis en su equipaje, a resultas de lo cual fue encarcelado (lo liberaron después de que su amigo Cochran pagara la fianza). En 1994 se repitió la historia, esta vez cerca de Waco, Texas: detenido, no pudo asistir a la ceremonia de los Grammy ese año. En 2006 le encontraron marihuana y champiñones alucinógenos –champiñones mágicos– en el autobús en el que viajaba junto con otros músicos de gira por Louisiana. Y no sería la última vez: en 2010, fue arrestado en su estado natal, Texas, también por posesión de drogas, si bien entonces se libró de ir a la cárcel al pagar una multa de 2.500 dólares. Incluso el fiscal bromeó en la vista y le dijo que le dejarían marchar si tocaba para ellos Blue Eyes Cryin’ in the Rain. La jueza no se lo tomó muy bien, observó que aquella no era una corte de bufones, y que ella no se dejaba cegar por las estrellas de la música. De momento, el caso sigue pendiente…

Escuchemos Roll me up and smoke me when I die, tema que, como se deduce del título, sintetiza su pasión por la marihuana. El tema, obra del propio Willie, está incluido en Heroes (2012), y cuenta con la colaboración de Jamey Johnson, Kris Kristofferson y Snoop Dogg, este último ajeno al country. El disco fue producido por Buddy Cannon en colaboración con John Colgin, Rich Alves y Mike McQuerry. Por cierto, el álbum en principio se iba a llamar como la canción, pero finalmente le cambiaron el título por Heroes, ya que temían que los sectores más conservadores del país se mostraran reacios a comprarlo y las ventas se resintieran.

Calypso. John Denver, 1975

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La canción que vamos a escuchar hoy se encuentra a medio camino entre el folk y el country. Fue escrita por John Denver en homenaje a su amigo el científico francés Jean-Jacques Yves Cousteau, con quien compartía su pasión por la naturaleza.

Cousteau realizaba sus investigaciones oceanográficas a bordo del Calypso, un barco que el filántropo británico Loel Guinness le cedió para sus trabajos. Y, aprovechando que hay un estilo musical llamado Calypso, muy popular en el Caribe y América del Sur, y cuya seña de identidad son los tambores metálicos, Denver incorporó el sonido de unas campanas que recuerdan ese ritmo.

La canción se comercializó en 1975 junto con el single I’m sorry (que ya hemos escuchado aquí). La letra discurre sobre lo importante que es vivir siendo conscientes de la naturaleza que nos rodea y de todo lo que esta nos puede enseñar. También hay una referencia a The Silent World, título con el que se estrenó en Estados Unidos el documental de Cousteau Le monde du silence (1956).

John Denver incluyó el tema en su álbum Windsong (1975).

Mick Flavin, el representante irlandés del country

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Hace 62 años nacía en una granja de Longford (Irlanda) Mick Flavin, que sintió muy pronto la llamada del country escuchando viejos discos de Hank Williams, George Jones, Tex Ritter o Charley Pride.

Se hizo con una guitarra por cuatro libras y aprendió a tocarla por sí solo. A los 16 años fue contratado por un grupo local, compaginando esa afición con su trabajo de carpintero. En 1986 grabó su primer disco en una edición limitada que se financió él mismo, pero su verdadero éxito le llegó al año siguiente con I’m Gonna Make it After All. En 1988 dio el salto a Inglaterra, donde adquirió una mayor visibilidad, y en 1990 fichó por Ritz Records.

Como ejemplo de la huella que ha dejado en la música country, en 2005 fue nominado al Global Artist Award por la Asociación de la Música Country.

Escuchemos su primer éxito, I’m Gonna Make it After All (1987), perteneciente al álbum homónimo. Un hombre conoce al amor de su vida y confía en que, después de todos los golpes que ha recibido, esa vez lo va a conseguir.

Se trata de una versión de una canción que ya había sido grabada por Johnny Rodriguez en Practice Makes Perfect (1977).

Borderline. Brooks & Dunn, 1996

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El dúo compuesto por Kix Brooks y Ronnie Dunn causó sensación en los años 90 y su eco llegó hasta principios del presente siglo. La Asociación de Música Country acreditó su fama con un sinfín de galardones al mejor dúo musical, que recibieron en todas las ediciones entre 1992 y 2006 (exceptuando la de 2000, que fue para Montgomery Gentry). A lo largo de su trayectoria, hasta su separación en 2009, grabaron 10 discos; este que os presento hoy fue su cuarto trabajo con el sello Arista Records. A continuación escucharemos los cinco singles que salieron del álbum.

My Maria fue escrita por Daniel Moore y B.W. Stevenson a principios de los 70. La versión de Brooks and Dunn ganó un Grammy a la mejor actuación de un dúo en 1997. Una mujer de raza gitana, María, ayuda al narrador a sobrellevar los sinsabores de la vida.

Esta es la grabación original de B. W. Stevenson, tal como se escuchaba en My Maria (1973).

A Man this Lonely fue escrita por el propio Ronnie Dunn y Tommy Lee James originalmente para el disco. Se trata de una suerte de acción de gracias de un tipo hacia una mujer: “Un hombre tan solo y tan triste necesita a alguien como tú”.

Por lo general, Ronnie Dunn llevaba la voz cantante. Este es uno de los pocos casos en que Brooks tomó el micrófono. Why Would I Say Goodbye fue escrita por Kix Brooks y Chris Waters.

Brooks y Dunn contaron con la colaboración de Don Cook para componer Mama Don’t Get Dressed Up for Nothing. En la letra, la pareja del narrador le anima a salir de fiesta con ella porque lleva encerrada en casa toda la semana y “no se ha vestido para nada”.

Y termino con una balada. I am that man fue escrita por Terry McBride y Monty Powell. Aquí, el narrador se describe como el hombre que ella estaba esperando.

 

No está aquí: ha resucitado

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Esta semana tan intensa para el mundo cristiano toca a su fin con el Domingo de Resurrección, que celebraremos aquí con otro tema góspel.

It is no secret what God can do fue escrito a principios de la década de los 50 por Stuart Hamblen. Este había gozado de cierto éxito en los primeros tiempos del country y es considerado uno de los primeros cowboys cantantes, que proliferaron en la radio y el cine allá por los años 30. Su estilo de vida –dio varias veces con sus huesos en la cárcel por delitos de desorden público– no hacía pensar, ni mucho menos, que terminaría escribiendo canciones de temática religiosa, si bien era hijo de un pastor metodista de Texas.

En la época en que trabajaba en el mundo del espectáculo en California, se hizo amigo del actor John Wayne y del predicador Billy Graham y, gracias a este último, se convenció de que tenía que cambiar de vida. Y tanto fue así, que en las elecciones presidenciales de 1952, las que ganó Eisenhower, fue candidato por el Partido de la Prohibición, aunque no consiguió más que unos 70.000 votos. Su aversión por el alcohol le ocasionó, por cierto, no pocos problemas con los patrocinadores de su programa, ya que se negaba a anunciar bebidas alcohólicas.

Según cuenta la leyenda, en una conversación con su amigo John Wayne, sorprendido este por su “reforma”, Hamblen le dijo: “No es ningún secreto lo que Dios ha hecho por mí”, a lo que el actor replicó que eso sonaba a canción y le recomendó que se pusiera manos a la obra para escribirla.

Hamblen le hizo caso y el resto es historia. El consejo de John fue óptimo, y la canción se considera hoy el primer crossover hit –un éxito que cruza las fronteras de su género– del góspel. A modo de ejemplo, llegó al número 1 de las listas pop gracias a las versiones de Jo Stafford o Elvis Presley, entre otros.

La letra habla del inmenso poder de Dios en nuestras vidas: “No es ningún secreto lo que Dios puede hacer; lo que ha hecho por otros lo hará por ti. Con los brazos abiertos, te perdonará”.

La primera grabación de este clásico es la de Bill Kenny, del grupo The Ink Spots junto con The Song Spinners, en 1951.

Ese mismo año Jo Stafford hizo su propia versión.

Escuchemos ahora una del propio autor, Stuart Hamblen, en su álbum It is no secret (1956).

En España, Elvis Presley es recordado sobre todo por su faceta rock, pero en Estados Unidos sus grabaciones góspel gozaron de gran éxito. En 1957 grabó It is no secret what God can do, que vio la luz en Elvis’ Christmas Album.

Su éxito hizo que todo el mundo quisiera incorporarla a su repertorio. Al año siguiente lo hizo Jim Reeves en God Be with You.

Willie Nelson la incluyó en How Great Thou Art (1996), con un espléndido acompañamiento de piano.

En 2007 apareció la recopilación Ultimate Gospel, de temas de esta naturaleza grabados por Johnny Cash a lo largo de su vida.

Por último, escuchemos la versión de la conocida reina del góspel Mahalia Jackson.

 

Una aflicción interminable

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Ayer Cristo fue crucificado y mañana resucitará pero hoy, ay, los cristianos se sienten huérfanos y perdidos, ya que Dios no está…

He tratado de que la canción de hoy fuera la más apropiada para este día. El tema, Lost Soul, se encuentra a medio camino entre el bluegrass y el góspel, y se lo debemos a Doc Watson y su familia.

A principios de los años 60 se dio una revitalización de la música folk americana. Ralph Rinzler y Jeff Place, dos musicólogos de Folkways Records, se pusieron en contacto con Watson para que este grabara una colección de temas tradicionales utilizando el banjo y el fiddle. Entre ellos, este Lost Soul, que aparecería en el disco The Watson Family (1963). El mismo sello lo reeditaría en 1990 en formato CD, con varias pistas adicionales grabadas en los 70.

El tono es tan sombrío, que los responsables de una película de terror, Beneath, la incluyeron en su banda sonora, lo único bueno de la cinta junto con el The End. La letra presenta un tétrico panorama el día del juicio final, cuando “todos nosotros, pecadores, partiremos a una aflicción interminable”. El narrador se arrepiente de su vida, pero sabe que es demasiado tarde: “Aunque pido ayuda, es en vano porque estoy condenado para siempre. Si pudiera revivir todos los años pasados, los dedicaría a la causa de mi Salvador, pero nunca más volverán a mí”. Cada verso es repetido como si fuera un eco, para darle mayor gravedad al asunto. Alegría no le falta…

Vamos ya con este clásico del bluegrass, interpretado por Doc Watson y su familia.

¡Sea crucificado!

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Hoy, Viernes Santo, se recuerda el día de la crucifixión de Cristo. Según la tradición cristiana, Jesús ofreció su sangre por nosotros, así que abordaremos una canción góspel que habla precisamente de eso –de la sangre–, y de cómo, metafóricamente, hemos de lavarnos en ella para salir purificados.

El tema que vamos a escuchar, publicado originariamente en 1878, lleva por título Are You Washed in the Blood?, y es obra de Elisha A. Hoffman, uno de los más prolíficos autores de canciones religiosas de todos los tiempos, hasta el punto que de su pluma salieron unos 2.000 himnos de esta naturaleza.

La letra concatena una serie de preguntas que abundan en la necesidad de tener siempre presente la sangre del Cordero: “¿Has ido a Jesús en busca de su poder purificador?, ¿te has lavado en la sangre del Cordero?, ¿están tus vestiduras sin mancha?, ¿están blancas como la nieve?”. Se han hecho multitud de versiones de este tema, las más conocidas en clave de bluegrass. Escuchemos algunas de ellas.

Carl Story, el conocido como “padre de la música góspel bluegrass”, y su grupo, The Rambling Mountaineers, la grabaron, y su trabajo apareció en un recopilatorio que comprendía sus obras entre 1942 y 1952.

Uno de los primeros grupos de bluegrass fue The Foggy Mountain Quartet. Aquí interpretan la canción con Earl Scruggs a la guitarra.

The Statler Brothers en Oh Happy Day (1969).

En un recopilatorio con las grabaciones de Red Allen entre 1962 y 1983 figuraba también este tema. Frank Wakefield, ¡nada menos!, es quien le acompaña a la mandolina.

Veamos una interpretación en directo de los Shenandoah Cut Ups en 1971.

Willie Nelson hizo su versión en Old Time Religion (1992).

The Charlie Daniels Band imprimió una gran energía a esta versión, aparecida en How Sweet The Sound: 25 Favorite Hymns and Gospel Favorites (2001).

Alan Jackson la incluyó en su disco Karaoke (2007).

Veamos a los Kings Highway en una actuación en el festival bluegrass de Jerusalem Ridge en 2008. El grupo está compuesto por Mark Hargis a la mandolina, Mike Fulkerson al banjo, Kevin Bowlds al fiddle y Byron Oost al contrabajo.

El dúo Joey + Rory la incluyó en Inspired: Songs of Faith and Family (2013).

La versión de Randy Travis aparece en Hymns: 17 Timeless Songs of Faith (2014).

Por último, una versión coral obra del Antrim Mennonite Choir, que salió en el disco Amazing Grace.