Uno de los artistas country más prolíficos, Don Williams, popularizó el tema que vamos a escuchar hoy. Lo escribió Bob McDill, uno de los mejores compositores de principios de los 80, de quien no hace mucho escuchamos Song of the South.
La letra recuerda levemente a otra alejada del country, escrita por Burt Bacharach en 1968 y popularizada por Dionne Warwick, Do You Know the Way to San Jose. En la canción que nos ocupa un chico llama por teléfono a su novia desde Texas. Esta se ha ido a Hollywood a perseguir su sueño y su novio le recuerda que, si Hollywood no la necesita, él sí. La canción aborda una vez más uno de los clásicos del country, la preferencia del medio rural frente al urbano.
Don Williams la presentó en su álbum Listen to the Radio (1982).
Os dejo con la versión de Levi Lowrey, antiguo miembro de Zac Brown Band, que ha iniciado una carrera en solitario.
Merle Robert Travis nació en un pueblo minero de Kentucky en 1917. Su infancia le inspiraría algunos de sus éxitos más sonados, como Sixteen Tons o Dark as a Dungeon. De familia pobre, ni siquiera pudo comprarse una guitarra, por lo que aprendió a tocarla con una que le hizo su hermano. Su estilo asombraba a todo el mundo y, a los 20 años, era ya toda una institución en el mundo del folk, cuando el country ni siquiera se llamaba country. Sin ir más lejos, Chet Atkins era un devoto admirador suyo.
Tras un breve lapso en el que sirvió como marine durante la Segunda Guerra Mundial, reanudó su carrera y alcanzó entonces sus mayores éxitos: Divorce Me C.O.D., No Vacancy (ya escuchada aquí) o So Round, So Firm, So Fully Packed, que escucharemos luego.
Otro de sus grandes éxitos fue Sixteen Tons, cuya popularidad se la debemos, sin embargo, a la versión de Tennessee Ernie Ford de 1955. Su carácter pionero se afianza si recordamos que uno de los primeros LPs o discos de larga duración en la historia del country fue suyo, Folk Songs of the Hills (1947).
En 1953 Travis apareció en la película De aquí a la eternidad interpretando su éxito Re-enlistment Blues. En 1970 entró en el Salón de la Fama de los Compositores de Nashville y siete años después en el de la Música Country. Falleció en 1983 de un ataque al corazón.
Entre su numerosa producción, vamos a escuchar su segundo single en alcanzar el primer puesto de las listas. Merle Travis escribió So Round, So Firm, So Fully Packed en 1947 con la colaboración de Cliffie Stone y Eddie Kirk. El narrador se inspira en varios eslóganes publicitarios para alabar a su chica. Así, «tan redondos, tan firmes, tan perfectamente empaquetados» hace referencia a un anuncio de Lucky Strike y, cuando dice «simplemente pregunta al hombre que posee una», se refiere a otro anuncio de los automóviles Packard. «Tiene una pausa tan refrescante» alude, a su vez, a un anuncio de Coca-Cola de los años 40. Esta es la versión original de Merle Travis de 1947.
A ese mismo año pertenecen las dos versiones que vamos a escuchar ahora. La primera es obra de Johnny Bond.
Os dejo con la de Ernest Tubb.
Eddy Arnold la grabó en dos ocasiones, en 1954 y dos años después. Escuchemos esta última.
Hace un par de meses os hablabla del álbum de Shania Twain Come on Over, uno de los más vendidos en la historia del country-pop. Al igual que aquel, este que os traigo hoy podría encuadrarse en ese estilo aunque, en ocasiones, más parezca lo segundo que lo primero. Fue, también, todo un éxito de ventas, con más de ocho millones de copias en Estados Unidos. Editado por Warner Bros. Nashville, produjo cuatro singles, que escucharemos más abajo, y bendijo a Faith Hill, en el quinto disco de su carrera, con el Grammy al mejor álbum country.
El tema que le da título apareció como single anticipatorio un mes antes de que el álbum al completo viera la luz. Compuesta por Stephanie Bentley y Holly Lamar, Breathe es una balada de amor en la que a una mujer le basta oír respirar a su pareja para desvanecerse. El single llegó al número 1.
Otro número 1 fue The Way You Love Me, un tema compuesto por Michael Dulaney y Keith Follesé.
En Let’s Make Love Faith Hill hace un dúo con su marido Tim McGraw. La canción fue escrita por Marv Green, Chris Lindsey, Bill Luther y Aimee Mayo. La grabación también aparece en el disco de grandes éxitos de Tim McGraw, y la pareja mereció un Grammy por su interpretación.
El último single fue If My Heart Had Wings, obra de Fred Knobloch y Annie Roboff. «Si mi corazón tuviera alas –dice la letra– volaría hacia ti para estar a tu lado mientras sueñas».
Aunque la hija del gran Johnny Cash había debutado en el mundo de la música tres años antes de este tema, se puede considerar que con su segundo álbum –tercero, si contamos uno que editó en Munich con escasa repercusión– fue su verdadero pasaporte a la fama. A este álbum pertenece la canción de hoy.
Su título juega con una expresión popular en inglés, Seven Year Itch, que hace referencia a que a los siete años de matrimonio la felicidad disminuye y la infidelidad acecha (extremo, este último, que se popularizó a raíz de la obra de teatro y posterior adaptación cinematográfica protagonizada por Marilyn Monroe La tentación vive arriba, cuyo título original es The Seven Year Itch).
Cash sustituyó «Itch» –»comezón» o «escozor»– por «Ache» –»dolor»–. La canción es, en cierto modo, autobiográfica, ya que se la inspiró una pelea con su marido de entonces, Rodney Crowell, y habla de una pareja que se distancia progresivamente.Rosanne tardó casi seis meses en escribirla, pero el tiempo mereció la pena: fue uno de sus mayores éxitos en los 80 y uno de sus singles más vendidos –su primer número 1– y alabados por la crítica, que la distinguió con derecho a carrera propia, lejos de la poderosa tutela de su padre.
Escuchemos ya a Rosanne Cash en 1981.
La cantante canadiense Carole Laure, alejada del country, la versionó en su disco Western Shadows (1989).
Volviendo al terreno country, Trisha Yearwood la incluyó en Inside Out (2001).
Ayer el country perdió a otro imprescindible. Glen Travis Campbell –aquí podéis ver su breve reseña biográfica– ha muerto a los 81 años de edad tras una larga lucha contra el Alzheimer.
En su adolescencia y juventud se prendó del arte de Django Reinhardt y decidió consagrar su vida a la música. A los 14 años dejó el colegio y se fue a Los Ángeles a probar fortuna. Su popularidad comenzó en 1967, con By the Time I Get to Phoenix, y ya al año siguiente consiguió todo un hito: superar en ventas a los Beatles en Estados Unidos.
Su creciente popularidad hizo que incluso John Wayne le invitara a actuar en Valor de ley (1969), en un papel nada desdeñable (además, interpretó el tema principal de la película). Entre 1969 y 1972, tuvo un programa propio en el que predicaba la grandeza del country. Willie Nelson, Johnny Cash o Linda Ronstadt, entre otros artistas, pasaron por él.
Pero su carrera había empezado unos años antes. Uno de sus hitos fundacionales tuvo lugar en 1964, cuando los Beach Boys lo llamaron para sustituir a Brian Wilson, que sufría una de sus cíclicas depresiones. Incluso se le puede escuchar tocando la guitarra en Pet Sounds (1966). Tan encantados estaban con su estilo, que le ofrecieron unirse al grupo con carácter permanente, pero Glen declinó la oferta.
En sus más de 50 años sobre los escenarios, Campbell vendió nada más y nada menos que 45 millones de discos. En 2005 fue nombrado miembro del Salón de la Fama de la música country; en una entrevista señaló: «Puedes tener el vocalista masculino y todo eso. Yo me quedó con el Salón de la Fama». Bruce Springsteen dijo de él: «Tenía una bonita voz, pura, nada sofisticada. Era simple en la superficie pero había un mundo de emociones por debajo».
A principios de 2011 le diagnosticaron Alzheimer y, consciente de que poco a poco iría perdiendo la conexión con su público, se embarcó en una gira de despedida, Goodbye Tour. Tras finalizarla grabó en Nashville el que sería su último trabajo, Adiós (así, en español), que incluye sobre todo versiones de Harry Nilsson (Everybody’s Talking), Willie Nelson (Funny How Time Slips Away) o Bob Dylan (Don’t Think Twice, It’s Allright) entre otros. El disco, que consta de 12 canciones, fue guardado como oro en paño por su discográfica, Universal Music, que lo sacó al mercado el pasado mes de junio.
Como parte de este pequeño homenaje, vamos a escuchar algunas de sus canciones más conocidas. Entre ellas, Rhinestone Cowboy. Larry Weiss escribió este tema en 1975. La letra habla de un cantante de country al que el éxito le ha sido esquivo pero que aún confía en brillar como un cowboy con lentejuelas.
El primer éxito importante de su carrera fue gracias a Jimmy Webb, quien escribió para él By the Time I Get to Phoenix, una canción de amor en la que el narrador recuerda a su novia, a la que ha dejado, en cada una de las ciudades por las que pasa.
Al año siguiente Webb escribió otro tema para él, Wichita Lineman, en el que un operario de una compañía telefónica no puede dejar de pensar en su amada.
Con su colaborador habitual, el citado Jimmy Webb, abordó un tema candente, la guerra de Vietnam, en Galveston. Mientras cumple con su deber, un soldado sueña con volver a su ciudad natal de Galveston (Texas).
En 1968 consiguió su primer Grammy por Gentle on my Mind, una canción escrita por John Hartford después de ver Doctor Zhivago en el cine. Se trata de una canción de amor en la que dos amantes se citan clandestinamente.
Su último número 1 fue Southern Nights, un tema escrito por Allen Toussaint, quien ya lo había grabado años antes, y en el que evoca las noches sureñas.
En alguna ocasión hemos hablado de Hank Williams Jr., que continuó la saga familiar iniciada por su padre, a quien, sin temor a equivocarnos, podemos calificar como uno de los mayores arquitectos del country.
Menos conocido es el hecho de que Hank Williams tuvo también una hija, fruto de una relación con Bobbie Jett que inició poco antes de divorciarse de su primera mujer, Audrey Williams.
Cinco días después de la muerte de su padre, por abuso y mezcla de medicamentos y alcohol, nacía en Montgomery, Alabama, Antha Belle Jett. Su infancia transcurrió de hogar en hogar, tras ser abandonada por su madre. En 1954 su abuela, Lillian, formalizó el acuerdo entre Hank y Bobbie cuando tuvieron conocimiento del embarazo y adoptó legalmente a la huérfana, pero falleció al año siguiente. El estado de Alabama se ocupó entonces de su custodia y la entregó en adopción a Louise y Wayne Deupree, que la llamaron Cathy Louise.
La pequeña creció sin saber quiénes eran sus padres biológicos, pero a los 21 años, al cumplir la mayoría de edad, recibió un pequeño legado de su abuela y se le abrieron los ojos. Se embarcó en una carrera legal para demostrar su identidad y, en 1985, el Tribunal Supremo de Alabama dictaminó que, en efecto, era hija de Hank Williams. Cambió su nombre por el de Jett Williams y se casó con el abogado que le había ayudado en el litigio.
La carrera musical de Jett ha sido bastante discreta. Fundamentalmente, ha grabado versiones de temas de Hank en los cuatro discos que ha editado: That Reminds Me of Hank (1993), I’m So Lonesome I Could Cry (1995), You Are on My Lonely Mind (1999) y Honk (2008). Escuchemos ya algunas de sus canciones.
En su disco de debut, That Reminds Me of Hank, Jett incluyó una versión de Jambalaya.
Ahora, su interpretación de uno de los mayores éxitos de Hank, I’m So Lonesome I Could Cry, tema que dio título a su segundo álbum.
Your Cheatin’ Heart, en la que Hank Williams se inspiró en el final de su matrimonio con Audrey, también fue versionada por Jett en su cuarto trabajo, Honk.
Con Move It On Over podríamos decir que Hank se adelantó al rock and roll en una fecha tan temprana como 1947. Escuchemos la versión de Jett en Honk (2008).
A su último disco, Honk (2008), pertenece también Long Gone Lonesome Blues.
Pero no todo su trabajo se ha limitado a homenajear a su padre. De su disco de debut, That Reminds Me of Hank, escucharemos, consecutivamente, A Million Tears –escrita por Larry Lee– y Slow Hurry –compuesta por The Bellamy Brothers.
Sara Lynn Evans nació en una pequeña ciudad de Missouri en 1971. A los 20 años se trasladó a Nashville, donde el gran compositor Harlan Howard se fijó en ella. Gracias a su mediación, consiguió un contrato con RCA Nashville.
En 1997 llegó la hora de la verdad con su álbum de debut, Three Chords and the Truth, un título que alude a la frase de Harlan Howard según la cual la música country son «tres acordes y la verdad». De éxito discreto, cosechó, no obstante, los elogios de la crítica, lo que le allanó el camino para su siguiente trabajo, No Place that Far, del que luego escucharemos el tema homónimo.
Muy aplaudidos fueron también sus siguientes discos, Born to Fly (2000, el más vendido de su carrera), Restless (2003) y Real Fine Place (2005). En 2015, abandonó RCA Nashville después de casi 20 años «de servicio» y, tras un breve paso por Sugar Hill Records, fundó su propio sello, en el que el pasado mes dio a conocer su última obra, Words.
Su primer número 1, No Place That Far, apareció en el álbum del mismo nombre de 1998. Escrito por Sara Evans, Tom Shapiro y Tony Martin, en la versión que vamos a escuchar, la original, Vince Gill la acompaña al micrófono. La letra recuerda al conocido tema de Marvin Gaye Ain’t No Mountain High Enough. Aquí, la protagonista dice que no hay un lugar lo suficientemente lejano que le pueda separar de su amado.
El grupo irlandés Westworld la incluyó en Coast to Coast (2000).
La canción que vamos a escuchar hoy ilustra lo despiadado que puede llegar a ser en ocasiones el mundo de la música, y cómo las discográficas están a la que salta para adelantarse a la competencia.
Compuesta en 1981 por los autores arriba citados, se la ofrecieron a Razzie Bailey, un cantante country no demasiado conocido, que finalmente la grabó en Nueva York. Los ejecutivos de Liberty Records se dieron cuenta de que podía convertirse en un éxito y, sin vacilar, se dirigieron a uno de sus grandes fichajes, Kenny Rogers, para que la grabara y se adelantara a la de Bailey.
Se trata de un tema optimista en el que una pareja que ha roto se inclina por pasar página. El chico propone que terminen como empezaron –»en un rapto de gloria, como dos héroes en una historia»– y no se dejen arrastrar por las mezquindades que casi siempre conllevan las rupturas.
Kenny Rogers la incluyó en Share Your Love (1981) y el single llegó al número 9 de las listas.
Razzy Bailey la presentó al año siguiente en su disco Feeling Right (1982), pero, en vista de las trapacerías de Liberty Records, ya no la pudo sacar como single.
El día que cumplía 79 años, nos dejaba en su rancho del norte de California una de las personalidades más influyentes de la historia del country, Merle Haggard (ver entrada del 7 de abril 2016).
Hoy os voy a hablar de la última grabación que hizo antes de su muerte. Como muestra esta canción, Merle se mantuvo activo hasta el final de sus días, aunque ya estaba aquejado de la neumonía que se lo llevó por delante y los médicos le habían aconsejado reposo absoluto.
Él se resistía a abandonar lo que había constituido la sal su vida, y el 9 de febrero de 2016 grabó una composición suya de corte autobiográfico, acompañado a la guitarra por su hijo Ben, colaborador suyo desde hacía ocho años.
La canción apareció por expreso deseo de la familia en mayo del pasado año, en agradecimiento a los fans de Merle por el cariño mostrado después de su muerte, y el 10% de los beneficios obtenidos por las ventas se donó a diversas organizaciones benéficas.
El título hace referencia al río Kern, que discurre a lo largo de California, cerca de Bakersfield –un lugar que siempre irá asociado a Haggard, pues él fue uno de los impulsores del sonido Bakersfield. En la letra, Merle evoca el día que dejó atrás su ciudad natal, Oildale, allá en los años 70.
Os dejo con Kern River Blues.