Este mes ha aterrizado en el mercado el disco de debut de la banda de Texas Midland. Su trabajo lleva por título On the Rocks y apareció el 22 de septiembre de la mano de la discográfica Big Machine.
Compuesto por Mark Wystrach, Cameron Duddy y Jess Carson, el grupo se declara admirador de Dwight Yoakam, y prueba de ello es que su nombre está sacado de una de las canciones de éste, Fair to Midland.
El disco se compone de 13 temas que intentan recuperar el sonido country tradicional, sin desdeñar los gustos que imperan hoy en día. Midland ha merecido los elogios del citado Yoakam, de Tim McGraw o de Willie Nelson, y sus singles están sonando mucho en las emisoras de música country, lo que parece augurar que 2018 será un buen año para ellos.
En febrero recibimos ya el primer aperitivo, Drinking Problem, en forma de single. Fue el tema que dio a conocer al grupo, ya que abría el EP aparecido en octubre de 2016. Escrita por los tres miembros del grupo, junto con Josh Osborne y Shane McAnally, nos presenta a un tipo bebiendo en un bar que no se avergüenza de ello: “La gente dice que tengo un problema con la bebida; lo llaman problema, yo lo llamo solución”.
El segundo single extraído del álbum es Make a Little. Escrito por los mismos que el tema anterior, se trata de una canción optimista en la que el protagonista invita a su pareja a librarse de cualquier tipo de inhibición.
En alguna ocasión os he comentado que en la música country actual no todo es música que coquetea con el pop para concitar el mayor número de adhesiones. También hay solistas y grupos que mantienen la esencia del country clásico. Chris Stapleton es uno de los primeros nombres que se me vienen a la cabeza, pero, desde luego, no el único.
Hoy os voy a hablar de Mo Pitney, un joven cantante –tiene solo 24 años y lleva tres dedicado plenamente a la música– nacido en Illinois. Su talento se manifestó de forma precoz: a los 6 años ya tocaba la batería y a los 12 la guitarra, sin que la escayola que tenía en ese momento coerciera su arte. Formó un grupo de bluegrass con sus amigos y sus ansias por seguir aprendiendo le llevaron a tocar el banjo. Cuando descubrió la música de Keith Whitley y de otros neotradicionalistas, supo que ese estilo era el suyo.
Un amigo le animó a trasladarse a Nashville, donde sedujo a las discográficas que apostaban por los jóvenes talentos. En 2014 fichó por Curb Records y, en octubre de 2016, apareció su disco de debut, Behind This Guitar, en el que se incluían sus dos primeros singles, Country y Boy and a Girl Thing. Este año ha aparecido el tercer single del álbum, Everywhere.
Su primer single, Country, vio la luz en 2014. Pitney la escribió en colaboración con dos veteranos, Bill Anderson y Bobby Tomberlin, y en su letra definió el magnetismo que ejerce la música country.
Su segundo single, Boy and a Girl Thing, es obra del propio Pitney junto a Don Sampson. La letra describe el primer amor de una pareja adolescente.
En febrero de este año pudimos disfrutar de su tercer single, Everywhere. Os dejo con él.
Escuchemos ahora la canción que da título al disco, Behind This Guitar, de carácter autobiográfico: «Tras esta guitarra sólo un chico que tenía un sueño en su corazón, un tipo que no puede creer que haya llegado tan lejos».
En junio de 2014 Mo Pitney fue invitado al Grand Ole Opry y una de las canciones que interpretó fue Clean Up on Aisle 5. La letra nos presenta a un hombre que se encuentra casualmente con su ex pareja y no puede evitar que las lágrimas afloren a sus ojos. Tiene un aire al clásico Crying, de Roy Orbison.
A principios de septiembre la cantante country Jo Dee Messina, bastante popular en la escena de Nashville del cambio de siglo, anunció que le habían diagnosticado cáncer.
Confiemos en que se recupere pronto y recordemos hoy uno de sus mejores trabajos, Burn, el tercer disco de su carrera, que fue lanzado al mercado por Curb Records. Orientado al country-pop, le sirvió para alcanzar por primera vez el primer puesto de las listas.
El primer single que apareció del álbum fue That’s the Way. Compuesta por Annie Roboff y Holly Lamar, la letra habla de la necesidad de amoldarnos a las circunstancias, ya que no podemos tenerlo todo bajo control.
Al que acabamos de escuchar le siguió como single Burn, que daría título al disco. La protagonista anima a su amante a «arder por ella como una vela en la noche».
Una de sus compositoras, Tina Arena, lo había grabado dos años antes para su álbum In Deep.
El tema con el que se abre el disco es Downtime, obra de Phillip Coleman y Carolyn Dawn Johnson. La narradora intenta afrontar positivamente su ruptura sentimental.
Os dejo por hoy con Bring on the Rain, que Dee Messina cantó a dúo con Tim McGraw, uno de los productores del disco. Billy Montana y Helen Darling nos hablan aquí del afán de superación ante las dificultades cotidianas.
Me encanta el Salón de la Fama de la Música Country. No es solo un museo. Es una escuela. Es un lugar donde la gente de todo el mundo puede venir y aprender sobre este gran género del que vivimos.
I love the Country Music Hall of Fame. It’s not just a museum. It’s a schoolhouse. It’s a place where people from all across the world can come and learn about this great genre that we’re making a living out of.
Según la astronomía, hoy a las 10 de la noche, hora peninsular, daremos la bienvenida al otoño, que nos acompañará durante los próximos 89 días, hasta el próximo 21 de diciembre. Valiéndonos de este pretexto, escucharemos una serie de canciones country dedicadas a esta estación del año.
Los últimos estertores del verano –en que las temperaturas se resisten a bajar hasta las más agradables propias del otoño– se conocen como el veranillo de San Miguel o de San Martín (según las zonas). En inglés este fenómeno recibe el nombre de Indian Summer, y a estos primeros días del otoño hace referencia la canción que grabaron Brooks & Dunn en 2009 y que ellos mismos firmaron con la colaboración de Bob diPiero. Cuenta un romance entre un jugador de fútbol y una adolescente de Kansas cuya pasión se desvanece «cuando el viento del otoño barre las hojas». La chica, incapaz de hacer frente a las habladurías de su pequeña ciudad, se va a California.
El tema que vamos a escuchar ahora, The Boys of Fall, fue escrito por Casey Beathard y Dave Turnbull y grabado por Kenny Chesney en su disco Hemingway’s Whisky (2010). Una de las actividades que invariablemente trae el otoño es el inicio de la temporada deportiva. Los «chicos del otoño» del título no son otros que los miembros de un equipo de fútbol del instituto.
Green Daniels y Gretchen Peters le ofrecieron el siguiente tema, Chill of an Early Fall, a George Strait, quien lo incluyó en su disco homónimo de 1991. El protagonista sospecha que su pareja le ha sido infiel con un amigo con el que ha reanudado el contacto y siente los «escalofríos de un temprano otoño».
Skip Ewing y Max D. Barnes escribieron Autumn’s not that Cold en 1991, canción con la que Lorrie Morgan abrió su disco Something in Red. Con la llegada del otoño, la narradora echa la vista atrás y recuerda a un perdido amor de verano, pero se sorprende a sí misma al ver que no se siente especialmente triste y concluye que «el otoño no es tan frío».
Escuchemos la grabación de uno de sus autores, Skip Ewing.
Termino con la más antigua de las que vamos a escuchar hoy, pues se basa en un poema de finales del siglo XIX de D. J. O’Malley. Hice alusión a este tema en la entrada dedicada a los cowboys cantantes (ver entrada aquí). Cuando When Work’s All Done this Fall se vistió de música, alcanzó un gran éxito y, en 1925, la versión de Carl Sprague vendió la nada desdeñable cifra de 900.000 copias, todo un hito para la época. La letra cuenta la historia de un conjunto de cowboys que se reúnen por las noches después del trabajo y charlan sobre lo que harán cuando acabe la tarea en otoño. Uno de ellos desea volver a Dixie en compañía de su madre pero, cuando está guiando al ganado, hay una estampida, su caballo cae sobre él y muere. Sus últimas palabras son: «No veré a mi madre cuando se acabe el trabajo este otoño». El tema ha sido interpretado numerosas veces; y una de las más logradas se la debemos a Marty Robbins en 1966.
Michael Martin Murphey la versionaría en su álbum Lone Cowboy (2010).
William August Marburg nació hace 86 años en Maryland. Desde muy pequeño se aficionó a la música country y el bluegrass, una pasión que ocultó a sus adinerados padres, que no querían que su retoño se dedicara a la música. De ahí que, al formar su primer grupo, Dixie Mountain Boys, junto con sus amigos Paul Clayton y Dave Sadler –a quienes no tardaría en unirse Johnny Clark al banjo–, adoptara un nombre artístico totalmente diferente para no ser reconocido, Bill Clifton.
Sus primeros singles datan de 1952, y no grabó sus primeros discos de larga duración hasta 1959. Hoy, lleva 15 a sus espaldas. En 1961 fue el organizador de uno de los primeros festivales bluegrass, un estilo que a la sazón carecía de la visibilidad que merecía. Allí se dieron cita todas las figuras del bluegrass de la época: Bill Monroe, Mac Wiseman, The Stanley Brothers, Jim & Jesse…
Clifton disfrutó de un gran éxito en Reino Unido y no dudó en trasladar su residencia allí en 1963, si bien con los años volvería a su país natal. En 1980 creó su propio sello, Elf Records, al que ha incorporado varios de sus últimos discos. En 2008 obtuvo el mayor honor que cabe en la música bluegrass: fue nombrado miembro de su Salón de la Fama.
Escuchemos algunas muestras de la extensa discografía de Clifton. En primer lugar, una canción tradicional de la que no se sabe con certeza su autor, Walking in My Sleep. Esta es la versión de Clifton tal como aparecía en su primer disco, Mountain Folksongs (1959).
Otro de sus trabajos más conocidos lleva por título The Bluegrass Sound of Bill Clifton (1962), del que destaca Springhill Disaster. La canción hace referencia a un accidente que tuvo lugar en la mina canadiense de Springhill, en Nueva Escocia. De hecho, hubo tres accidentes de gravedad –en 1891, en 1956 y en 1958–, y la canción alude al último de ellos.
Clifton adaptó un poema de un superviviente, Maurice Ruddick, en el que relataba la tragedia que costó la vida a 74 mineros (otros 100 pudieron ser rescatados). El cantante quedó tan impresionado por la magnitud del desastre, que grabó la canción apenas 15 días después de que ocurrieran los hechos. Os dejo con Springhill Disaster.
En el mundo de la música es difícil establecer una línea divisoria entre los distintos estilos musicales: rock, country, rhythm and blues, soul… La canción que os traigo hoy es un buen ejemplo de ello: escrita como un tema rock por el escocés Frankie Miller, su versión más conocida es country. La letra describe cómo el protagonista se siente perdido cuando está lejos de su amor.
Escuchemos en primer lugar la grabación de su autor, Frankie Miller.
Kim Carnes la grabó en Mistake Identity (1981). Su voz recuerda a la de otras divas del rock como Bonnie Tyler.
Un dúo country procedente de Florida, The Bellamy Brothers, puso sus oídos en este tema y su versión supuso uno de los mayores éxitos de su trayectoria. The Bellamy Brothers tiene algo de «maldito»: ostenta el récord de nominaciones al mejor dúo country tanto en la Asociación de la Música Country como en la Academia de la Música Country, pero nunca se hicieron con ese trofeo y no por falta de méritos. Fuera de Estados Unidos les sonrió más la fortuna. En Alemania son los únicos miembros estadounidenses de su Salón de la Fama, junto con Johnny Cash, lo que dice mucho de su popularidad, y en Suiza recibieron un disco de oro por sus ventas. Es, además, el único dúo country que ha estado de gira en países como la India, Sri Lanka, Qatar o Arabia Saudí.
Sin más, escuchemos ya su versión, que aparece en el álbum Strong Weakness (1983), que resistió 12 semanas en las listas country.
La canción que vamos a glosar hoy pudo ser un éxito para otra persona, pero dejó pasar la oportunidad. En 1984 el compositor Bob McDill, que gozaba de gran éxito en ese momento, escribió Baby’s Got Her Blue Jeans On y se la envió a Conway Twitty para que este la grabara. Twitty la escuchó y rápidamente pensó en su amigo John Anderson, en la idea de que sería más apropiada para él. Lo hizo anónimamente pero, como Anderson tampoco daba más de sí en aquella época, se echó a un lado, y cuando se enteró de que se la había enviado su admirado Conway Twitty y vio el éxito de la canción, tuvo ocasión de lamentarlo. O sea que al final no la interpretó ni uno ni otro, de modo que ¿quién fue el afortunado? Pues Mel McDaniel, que la catapultó al número 1 de las listas.
Se trata de una canción alegre, un valor que no pasó desapercibido a McDaniel, quien siempre grababa canciones optimistas. Cuando le preguntaban por esa querencia, solía decir que ya había bastantes dramas en el mundo para deprimir a la gente. La letra habla de la belleza de una chica a la que nadie puede dejar de mirar, sobre todo cuando se pone vaqueros. Escuchemos a Mel McDaniel en su disco Let it Roll (1984).
Sammy Kershaw la recuperó en 2006, aunque, en mi opinión, no es tan buena como la original.
Cuando murió McDaniel en 2011, Carrie Underwood le rindió un homenaje versionando su canción más conocida y su único número 1.
No es ninguna novedad que Hank Williams ha sido una de las figuras más definitorias e influyentes de la música country. Pero sería cuando menos injusto no reconocer a las personas que estuvieron detrás de él y que contribuyeron en gran medida a que llegará a ser quien fue.
Sin lugar a dudas, el trabajo de Don Helms a la steel guitar fue esencial en su obra. Donald Hugh Helms nació en 1927 en Alabama. Creció escuchando western swing, concretamente a Bob Wills, cuyo guitarrista Leon McAuliffe ejerció una gran influencia sobre él; y, a los 15 años, adquirió su primera steel guitar. Su carrera despegó cuando Hank Williams lo fichó en 1944 para formar parte de su grupo The Drifting Cowboys como intérprete de la steel guitar. Aunque abandonó el grupo al año siguiente para alistarse en el ejército –R.D. Norred y Felton Pruett lo sustituyeron por un tiempo–, en 1949 volvió a él y se convirtió en su alma. De hecho, aparece en unas 100 grabaciones de Hank Williams y en 10 de sus 11 números 1.
Entre esos hits se encuentran I’m So Lonesome I Could Cry (3 abr 2014), I Can’t Help It If I’m Still In Love With You (26 may 2016), Jambalaya (21 abr 2014, como el vídeo de la canción ya no está disponible lo podéis escuchar aquí), Hey, goodlooking (2 jun 2016) o Your Cheatin’ Heart –su última colaboración con Hank antes de su muerte– (25 abr 2014).
Bill Lloyd, conservador de los instrumentos de cuerda en el Salón de la Fama de la Música Country, declaró tras conocerse la noticia de su fallecimiento: «Después de la quejumbrosa voz de Hank Williams y sus excelentes melodías, en lo siguiente que piensas es en la steel guitar«.
Miembro desde 1984 del Salón de la Fama de la Steel Guitar –como veis, hay un Salón de la Fama para casi todo–, Don Helms nos dejó en 2008 en Nashville a los 81 años de edad.
Tras la muerte de su “mentor” en el año 1953, Helms siguió al pie del cañón y su instrumento engrandeció un montón de clásicos, como Walking after Midnight de Patsy Cline (6 jun 2014), Waterloo de Stonewall Jackson (16 jul 2016) o Long Black Veil de Lefty Frizzell (17 sep 2014).
Entre las canciones que todavía no he comentado en el blog y en las que podemos disfrutar de su arte, citaría Blue Kentucky Girl, de Loretta Lynn, escrita por Johnny Mullins en 1965.
Otro ejemplo es Cash on the Barrelhead, popularizada por The Louvin Brothers en 1956.
A lo largo de su carrera, Don Helms trabajó con figuras del country como Johnny Cash (con quien grabó para la Columbia sus primeros álbumes), Jim Reeves, Ferlin Husky, Webb Pierce, Ernest Tubb o The Wilburn Brothers. Pero su admiración por Hank Williams fue inalcanzable: según recoge Paul Hemphill, autor de una biografía sobre Williams, en sus conciertos, cuando se apagaban las luces, solía decir: «Ahora, cerrad los ojos y pensad en Hank». Él no dejó de hacerlo y perpetuó su memoria colaborando igualmente con los hijos del cantante, Hank Williams, Jr. y Jett Williams, su hija póstuma.
Jesse Lester McReynolds nació en 1929 en Virginia, en una familia devota de la música tradicional (su abuelo participó en las primeras grabaciones de country, las de Bristol de 1927).
Su carrera estuvo indisolublemente ligada a la de su hermano Jim, dos años mayor que él y con quien empezó a actuar en 1947 con el nombre The McReynolds Brothers. Siendo ya uno de los mejores dúos de bluegrass, en 1951 se unieron a Larry Roll, adoptaron el nombre artístico The Virginia Trio e hicieron sus primeras grabaciones, una colección de canciones góspel. Demasiado joven todavía para participar en la Segunda Guerra Mundial, sí que fue llamado a la de Corea, donde coincidió con un bisoño Charlie Louvin –el de The Louvin Brothers–, con quien fundaría Dusty Roads Boys, un grupo que solía actuar para las tropas allí destacadas.
Jesse no descuidó su carrera artística en Corea. Siempre que tenía un permiso, aprovechaba para seguir grabando discos. A su vuelta, los McReynolds continuaron tocando juntos, ya con el nombre de Jim & Jesse, hasta la muerte de Jim en 2002 (ver entrada Hasta que la muerte los separó), cuando continuó su carrera en solitario. El mayor éxito de ambos llevaba por título Diesel on My Tail (1967).
Jesse, uno de los mejores mandolinistas que haya existido jamás, fue apodado Mandolin Man. En 1964 ingresó con su hermano en el Grand Ole Opry, de donde es hoy su miembro más veterano tras la muerte de Ralph Stanley en junio de 2016.
Como muestra de su maestría a la mandolina, escuchemos su interpretación de una conocida canción de Roy Acuff, Night Train to Memphis.
En 2012 participó en el festival de bluegrass de Nashville y, junto a The Virginia Boys, interpretó Deep Elem Blues. Se trata de una canción cuya primera grabación data de los años 30.
Por último, esta actuación de Standing on the Mountain es de 2015. La narra un hombre que pide matrimonio a una muchacha que finalmente no se presenta a la boda. «Acabo de ver a un pájaro hablando con un oso, se estaban riendo de cómo me dejó plantado», dice.