Para la última entrada del año os propongo escuchar unos extractos del disco oportunamente llamado Best Country Music for New Year’s Eve 2019. Pertenece al grupo Whiskey Country Band, una formación que ha sacado diez álbumes en poco más de dos años y que se dedica, sobre todo, al bluegrass, con un sonido peculiar y casi hipnótico. Su particularidad es que es completamente instrumental. Salió en diciembre de 2018, tras unos meses de trabajo, en la discográfica West Country Music y consta de 20 pistas.
Se abre con New Year’s Eve.
Escuchemos Rodeo Song, que intenta reproducir el transcurso de un rodeo.
Ahora, Holy Night, que hace referencia a la noche de Navidad.
Otro de los temas del disco es Remember Me, en el que los instrumentos de cuerda cobran protagonismo.
Uno de los lugares comunes de la música country son las carreteras, principales o secundarias, que pueblan la geografía americana. A este motivo está dedicado el siguiente tema, Country Roads.
Con esta música me despido por hoy, deseando que tengáis un feliz 2020.
Lo que podríamos etiquetar como género carcelario cuenta con bastantes ejemplos en la música country. Éste es uno de ellos. Su autor, Merle Haggard, hablaba por experiencia propia.
El trauma por la muerte de su padre lo marcó en su juventud: pasó por varios reformatorios e incluso por la cárcel, acusado de delitos menores; su condena más larga, en San Quintín, siguió a un robo frustrado.
La letra de Sing me Back Home nos presenta a un recluso que ve cómo los guardias conducen a otro reo a cumplir su sentencia de muerte. El narrador suele tocar la guitarra para pasar el rato, y el hombre que va a morir pide a los guardias, como último deseo, que permitan que su amigo “el guitarrista” le toque una canción que le recuerde a su hogar. El título lo dice todo: “Llévame cantando de vuelta a casa”. Entonces, el protagonista recuerda que un coro de góspel fue a la prisión la semana anterior para entretener a los presos y que el condenado a muerte se emocionó con una que solía cantar su madre.
La versión original de Merle Haggard y su grupo, The Strangers, apareció en 1967 y se convirtió en su tercer número 1 tras I’m a Lonesome Fugitive y Branded Man.
Los Everly Brothers la incluyeron en su álbum Roots (1968).
George Jones la incorporó a Kickin’ Out the Footlights Again (2006).
Don Williams la grabó en Reflections (2014).
Suzy Bogguss dedicó un disco a Merle Haggard en 2014 en el que versionó parte de su discografía. A Lucky pertenece su versión de este tema.
Working Man’s Poet: A Tribute to Merle Haggard, un álbum aparecido en 2014, reunió a varios artistas country para interpretar los temas más conocidos de Merle. El hijo menor de éste, Ben, de 26 años, que ha seguido los pasos de su padre, eligió Sing Me Back Home. Con ella se cierra el álbum.
En la entrada anterior, os hablaba de las influencias que recibió Bill Monroe. Como es lógico, él también ejerció su crédito sobre otros artistas, y hoy pretendo hablaros de la huella que dejó en el rock.
Uno de sus temas más emblemáticos, Blue Moon of Kentucky, ha merecido varias versiones en este estilo. Sin ir más lejos, Elvis Presley lo interpretó en clave rockabilly para su primer single, cuya cara A era That’s All Right. Poco después, Elvis coincidió con Monroe y, temeroso de que no le hubiera gustado su versión, se disculpó ante él por el ritmo rápido que le había dado; pero, para su asombro, Bill le felicitó. Tenía razones para estar contento, al menos desde el punto de vista comercial, ya que la popularidad y las ventas de la versión de Elvis le reportaron pingües beneficios como autor.
Escuchemos primero la versión bluegrass de Bill Monroe, que apareció originalmente a principios de 1947.
Esta es la de Elvis Presley en 1954, cuando tenía solo 19 años.
Los Stanley Brothers se lucieron con un híbrido entre el bluegrass y el rock, con los instrumentos del primero y el vértigo del segundo. Éste fue el resultado.
Carl Perkins la versionó en The Rockabilly King from Tennessee.
John Fogerty comenzó su versión con el estilo de Monroe para, acto seguido, virar al rock.
En 1991 Paul McCartney la grabó como parte de su disco Unplugged.
The Kentucky Headhunters (“Los cazatalentos de Kentucky”) la presentaron en su álbum Rave On (1993).
El bluegrass nació en la región de los Apalaches, en torno a Kentucky, cuna de Bill Monroe, el padre de este estilo. Las influencias de la música folk y los instrumentos que los inmigrantes escoceses e irlandeses habían llevado a la región alentaron sus primeros pasos.
La influencia que Bill Monroe ejerció sobre la música posterior es incontestable –y escucharemos algún ejemplo en este sentido–, pero primero voy a ocuparme de sus ascendientes musicales.
Monroe nació en 1911 en el seno de familia entregada al arte de la música: su padre era un conocido bailarín de danzas regionales, mientras que su madre cantaba canciones folk y baladas tradicionales y tocaba el fiddle y el acordeón. El hermano de esta, que también tocaba el fiddle, fue su primera gran influencia. Tras la temprana muerte de sus padres, el joven se fue a vivir con su tío, quien se convirtió en su mentor. Años después de la muerte de éste, Monroe le dedicó una canción, hoy todo un clásico del bluegrass, titulada Uncle Pen, en la que exponía su admiración por la forma de tocar de su tío (“Tío Pen tocaba el fiddle, oh, Dios, cómo resonaba, lo podías escuchar hablar, lo podías escuchar cantar”).
Esta es la grabación de Bill Monroe en 1950 para Decca Records.
Porter Wagoner, también conocido como Mr. Grand Ole Opry, la grabó en 1956 en su álbum A Slice of Life.
Escuchad ahora el ritmo rápido y contagioso que le imprime otro de los grandes del bluegrass, Ricky Skaggs. El single está fechado en 1984.
Otra gran influencia sobre Bill Monroe fue la que ejerció Arnold Schultz, un violinista y guitarrista negro que pasa por ser el hombre que puso el blues en el bluegrass. A Bill le dio su primera oportunidad cuando le contrató para tocar con él, pero su muerte, cuando el joven contaba solo 20 años, frustró una colaboración más duradera. Schultz era un virtuoso de la guitarra y, para este instrumento, compuso Cannonball Rag, que luego grabaría Merle Travis. Como no existen grabaciones de Schultz, escuchemos la de Travis en Strictly Guitar (1968).
Y me despido con esta versión de Chet Atkins y Jerry Reed.
Vamos con una versión en francés de la canción folk500 miles. En 1962, Richard Anthony grabó J’entends siffler le train, con letra de Jacques Plante. En ese momento Francia se encontraba inmersa en la guerra por la que Argelia obtendría su independencia, lo que unido al carácter nostálgico de la melodía, apuntaló su éxito. La canción habla de un hombre que escucha el silbato del tren en el que va su amada. Se siente tan triste, que está seguro de que ese sonido lo perseguirá toda la vida.
Una de las canciones más famosas de la hermana Rosetta Tharpe es This Train (1939), que Randy Travis incorporó a su álbum góspel Glory Train: Songs of Faith, Worship and Praise (2005). La letra enumera los tipos de personas que no viajan en el tren del título –ni jugadores, ni borrachos, ni mentirosos, ni hipócritas, ni gente a favor de la discriminación racial (la hermana Rosetta era negra)–. Puesto que se dirige a la gloria, sólo lo hacen los justos y los santos.
Decimos adiós a esta serie con otro accidente ferroviario, que tuvo lugar en 1904 en New Market (Tennessee) y en el que se vieron involucrados dos trenes que chocaron entre sí, con el resultado de 56 pasajeros muertos y más de 100 heridos, probablemente por un fallo humano. Escuchemos a Mike Seeger en Classic Railroad Songs.
Wagon Wheel es una canción que Bob Dylan dejó inacabada y que 25 años después, en 2005, retomó y grabó Ketch Secor con su grupo Old Crow Medicine Show. El protagonista viaja a su hogar y le pide a su novia que le meza como si estuviera en un vagón de tren. Años después, en 2013, la versionó Darius Rucker. Bajo estas líneas vemos un vídeo del Grand Ole Opry en el que intervienen Rucker y Old Crow Medicine Show.
Puesto que las historias de trenes han cautivado desde siempre la imaginación y los ritmos de la música country, no es de extrañar que la primera grabación de este género que alcanzó la cifra de un millón de unidades vendidas, en 1924, tuviera que ver con ellos. Wreck of the Old 97, obra de Henry Whitter, describe un accidente ferroviario acaecido en 1903 en el que un tren correo descarriló por exceso de velocidad. El hecho de que no fuera un tren de pasajeros evitó que la tragedia fuera mayor, aunque fallecieron once de los 18 empleados que viajaban a bordo. Os dejo con la versión de Roy Acuff.
Otro accidente, esta vez ficticio, es el que cuenta Wreck of Number Nine, sobre un joven maquinista que recibe órdenes de conducir en una noche tormentosa. Su novia, con la que planea casarse pronto, se despide de él con lágrimas en los ojos y, en efecto, un accidente le cuesta la vida. La canción fue escrita por Carson Robison en 1927 y una de las grabaciones más conocidas es esta de Jim Reeves, que, curiosamente, perdió la vida de forma parecida, en un avión pilotado por él mismo durante una noche de tormenta.
Hank Williams y Jimmie Davis escribieron Lonesome Whistle en 1951 y este último la grabó el 25 de julio de ese año con sus colaboradores habituales, Don Helms a la steel guitar, Jerry Rivers al fiddle, Sammy Pruett a la guitarra, Howard Watts al bajo y, probablemente, Jack Rook a la guitarra rítmica. La letra, que incluye trenes y prisiones –un hombre es encarcelado, condenado a trabajos forzados y escucha el silbato del tren– pudo servir de inspiración a Johnny Cash para su famoso Folsom Prison Blues, que ya escuchamos al principio de esta serie. Disfrutemos de Hank Williams.
Ahora, una melodía de carácter más alegre. Night Train to Memphis fue un éxito para Roy Acuff en 1943. En la canción el narrador invita a su novia a que tome el tren nocturno a Memphis para reunirse con él y promete que cuando vaya a recibirla a la estación será toda una fiesta.
Pan American es una canción de Hank Williams escrita como homenaje a Roy Acuff en 1947 (ya hemos escuchado otra, California Zephyr, pero en este caso las similitudes con el éxito de Acuff Wabash Cannonball son más evidentes). El tren del que habla la canción, el Pan American Clipper, existió de veras: pasaba por Louisville, Nashville, Cincinatti, Nueva Orleans y Montgomery. Os dejo con la versión de Hawshaw Hawkins.
Roger Miller alcanzó gran popularidad con King of the Road (1964), todo un himno a la libertad. Cuenta la historia de un vagabundo que se desplaza viajando como polizón en los vagones de carga, y que, a pesar de no tener dinero, se considera feliz y «el rey de la carretera». La canción ha tenido multitud de versiones: escuchemos, por ejemplo, la de George Jones en 1966.
En 1890 Charles Davis Tillman puso música a un himno góspel compuesto por el pastor baptista M. E. Abbey, Life is Like a Mountain Railway, en el que compara la vida con un ferrocarril de montaña por lo sinuoso y lleno de peligros. Pero no hay nada que temer porque Dios nos conducirá seguros a nuestro destino. Escuchemos la versión del grupo Seldom Scene en su álbum Act Four (1979).
Vamos ahora con otra canción góspel, en esta ocasión una actual. Josh Turner compuso Long Black Train en 2001 y la grabó dos años más tarde. Acababa de salir de la Universidad cuando la cantó en el Grand Ole Opry y produjo tal sensación, que las ovaciones fueron interminables y tuvo que hacer un bis. La inspiración le surgió en 1999, cuando estaba escuchando grabaciones no publicadas de Hank Williams e imaginó un tren como una metáfora de las tentaciones del Diablo. Así, la canción nos recomienda no subir al tren que conduce el Diablo, aunque te intente hechizar con su atractivo sonido y la belleza de sus formas.
Seguimos el viaje con uno de los primeros éxitos de Johnny Cash, Hey Porter (1955). El narrador se encuentra muy ilusionado por volver a su hogar en tren y se dirige repetidamente al mozo para transmitirle su emoción. Esta es la versión de Marty Stuart.
Nada menos que 21 semanas se mantuvo esta canción como número 1 en las listas. Se trata de I’m Moving On (1950), de Hank Snow. Su éxito hizo que ese mismo año Snow se uniera al elenco del Grand Ole Opry. Hoy la escuchamos en la voz de Roy Acuff. La letra habla del deseo del protagonista de mantenerse siempre en movimiento.
En 1969 Jack Clement compuso I’ve Got a Thing About Trains, y Johnny Cash la grabó el año siguiente en Hello, I’m Johnny Cash. De corte nostálgico, el protagonista se lamenta de que actualmente los trenes hayan perdido el romanticismo de antaño.
Jimmie the Kid es un homenaje que Merle Haggard rindió a Jimmie Rodgers, en el que alude a su profesión de ferroviario que, en sus ratos libres, componía música country y se convirtió como sin quererlo en un gran maestro del yodel.
Cambiamos de registro en nuestra serie con una canción góspel. Get on Board Little Children, también conocida como The Gospel Train, fue publicada en 1872 y, según algunas fuentes, pudo ser escrita por el ministro baptista John Chamberlain. Tiene multitud de versiones y una de las más conocidas es la de Tennessee Ernie Ford que vamos a escuchar ahora. El narrador recomienda a todos los niños que se suban sin más dilación al tren del evangelio que se aproxima por el recodo, pues «hay sitio para todos, la tarifa es barata, caben tanto los pobres como los ricos y no hay segunda clase».
Great Nashville Railroad Disaster es una historia real sobre un accidente ferroviario que tuvo lugar en Nashville el 9 de julio de 1918. Fue el peor de la historia de esta ciudad y se llevó por delante la vida de al menos 101 personas y provocó 171 heridos, tras un choque frontal entre dos trenes, uno que había salido de Nashville y otro de Memphis. La grabó David Allan Coe en su álbum I’ve Got Something to Say (1980).
Escuchemos ahora Ghost Trains, obra de Famous Lashua que Hank Snow incluyó en su disco dedicado a los trenes Railroad Man (1963). El espíritu de la canción intenta captar la angustia de una pesadilla: un hombre cree ver trenes fantasma en el cielo nocturno hasta que estos se difuminan con la llegada del amanecer. La letra recuerda al clásico de la música western Ghost Riders in the Sky (1948).