El pasado 23 de agosto aparecía el vigésimo álbum de Vince Gill, de 62 años, que toma el título de su estado natal, Okie –así se llama tradicionalmente a los naturales de Oklahoma.
Presentado como una continuación de su anterior trabajo, Down to My Bad Habit (2016), ha sido editado por MCA Nashville, y la presencia de Gill es constante en los créditos: ha escrito en solitario nueve de sus 12 canciones y las restantes en colaboración. Sus letras narran, además, experiencias personales.
En I Don’t Wanna Ride the Rails No More, habla de un hombre que vaga sin rumbo fijo y decide que quiere sentar la cabeza y dejar de «caminar por las vías».
When My Amy Prays es una balada inspirada en su mujer, Amy Grant. Sobre esta canción, Gill ha dicho que «creo que es la mejor interpretación vocal que he hecho nunca».
En febrero, dio a conocer Forever Changed, un tema muy personal que se inscribe en el movimiento Me Too. La protagonista es una niña pero, en realidad, el artista recuerda un episodio de su propia vida, cuando uno de sus profesores intentó abusar de él durante su infancia. Vince escribió la canción hace años y solo ahora se ha decidido a interpretarla.
En A Letter to My Mama, Gill y Dean Dillon nos brindan una carta de amor universal a todas las madres.