He’ll have to go. Joe Allison, 1959

joe allison

Este éxito fue escrito por un matrimonio, el formado por Joe y Audrey Allison, y la anécdota real que lo inspiró fue un tanto anodina: en una ocasión la pareja sufrió ciertos problemas de comunicación en una charla telefónica, y se les ocurrió hacer una canción sobre ello. Le presentaron la idea al productor de la RCA Chet Atkins, quien les dio el visto bueno para grabarla en octubre de 1959. Billy Brown la interpretó por primera vez, pero su versión pasó desapercibida. No sería hasta la grabación del “caballero” Jim Reeves cuando alcanzó el número 1 de las listas en Estados Unidos, Australia y Noruega, país este último en el que Reeves cosechó un notorio éxito allá por los años 60. Su grabación fue la cara B de un single que contenía In a mansion stands my love, y, aunque la discográfica lanzó el disco creyendo que este tema se llevaría el gato al agua, fue He’ll have to go el que terminó arrasando. Desde el punto de vista formal, en la grabación intervienen Floyd Cramer al piano, Bob Moore al bajo y Hank Garland a la guitarra. En marzo de 1960, su éxito derivó en una “secuela”, He’ll have to stay. La popularidad de Jim Reeves, “el cantante de la voz aterciopelada”, se vio truncada por su prematura muerte en un accidente de aviación en 1964. Tras esta grabación emblemática, otras estrellas como Ernest Tubb, Jerry Lee Lewis o Elvis Presley versionaron el tema, en el caso de Presley durante la última sesión de grabación en la que participó. La última versión conocida es la del escocés Mark Knopfler en 1998, demostrando que puede con todos los registros musicales.
La letra, como ya se ha anticipado, versa sobre una conversación telefónica. El narrador le dice a su pareja que acerque sus dulces labios al receptor y finjan que están juntos y solos. Esta última alusión hace referencia a que el nuevo amigo de la pareja “se tendrá que ir”. Finalmente, le pide que escoja. Sea cual sea su respuesta, lo entenderá.