Sonado debut del nieto de Hank en el Opry

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La música country corre por sus venas. Sam Williams, de 22 años, es el hijo de Hank Williams Jr. y, por tanto, el nieto de nuestro Hank. Aunque no llegó a conocer a su abuelo, su influencia siempre ha estado muy presente en su obra.

Hank Williams Jr., el primogénito de Hank, tiene cinco hijos, tres de los cuales –Hank III, Holly y ahora Sam– han seguido los pasos de su padre. El 9 de octubre, este último debutó con gran éxito en la catedral de la música country, el Grand Ole Opry, en Nashville.

La canción que vamos a escuchar pertenece a los inicios de su carrera, hace tres años, cuando contaba sólo con 19. Darkwater es un tema en clave folk.

Ahora, un homenaje a sus abuelos Hank Williams y Audrey Sheppard. The Lost Grandchild’s Plea salió al mercado en 2018.

En el verano de este mismo año, sacó un nuevo single, Gemini, escrito en colaboración con Jaida Dreyer. La letra habla de un hombre que intenta buscar un punto intermedio entre lo que está bien y lo que está mal (“Con un pie en la oscuridad y un pie en la luz, soy propenso a las sombras, así que ponme donde la luz brille”).

Weatherman es una versión del éxito de su padre de 1981. Apareció en septiembre de este año.

La cantante Cam, que se ha centrado en el pop pero también ha hecho alguna incursión en nuestro territorio, está inmersa en una gira por Europa llamada Oh, the Places We’ll Go. En ella se ha rodeado de varios artistas, entre ellos Sam Williams; y, en una de sus actuaciones, concretamente en Berlín, sorprendió a éste con su invitación de debutar en el Grand Ole Opry, “el show que hizo famosa a la música country”, el 9 de octubre. Veamos el momento de la invitación seguido de su interpretación del clásico de Dolly Parton, Jolene. Claro está, Sam aceptó y, antes de salir al escenario el día señalado, se puso el sombrero que había llevado su abuelo.

Al finalizar su actuación, todo el auditorio del Opry se puso en pie para ovacionarlo. Un emocionado Sam hizo referencia a este momento en sus redes sociales, citando uno de los clásicos del country: The Circle is Unbroken, refiriéndose a que el círculo del country nunca se romperá.

 

Hank con otros ojos

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La música country, y en particular el honky-tonk, le debe mucho, si no todo, a Hank Williams. Su importancia es tal, que incluso puede presumir de haber “inventado” el rock and roll con su primera canción, Move It On Over (1947).
Mucho se ha estudiado ya su figura, así que, para no ser repetitivo, me voy a centrar en las versiones que otras leyendas del country han ejecutado de clásicos suyos como Jambalaya, I saw the light, Howlin’ at the Moon y otros.
En 1978, para conmemorar el 25 aniversario de su muerte, el sello Mercury Records publicó una recopilación de 40 grandes éxitos del cantante: algunos de esos hits aparecerán hoy aquí pero, como he señalado, en la voz de otros cantantes como Johnny Cash, Patsy Cline o Willie Nelson.
Williams nació en 1923 en Alabama. Sufría de la espalda –espina bífida–, lo que le ocasionó graves dolencias a lo largo de su vida. De hecho, murió el día de Año Nuevo de 1953 a los 29 años de edad, por el abuso de calmantes para mitigar esos dolores. Falleció de camino a un concierto en Canton, Ohio, al que lo llevaba el estudiante Charlie Carr. En el trayecto pararon para visitar a un médico que le puso la inyección que presuntamente fue la causa última de su muerte.
Su carrera no fue, pues, excesivamente larga, pero sí muy fructífera –se conservan más de 200 grabaciones suyas en cinco años–. En 1947 le dio la mano al éxito, y ya nunca le abandonó.
Lovesick Blues, escrita por Friends y Mills en 1922 para el musical Oh, Ernest, fue revitalizada por Williams en una versión de 1949. Escuchémosla aquí en la voz de Patsy Cline, otra cantante que también falleció muy joven, a los 30 años. Esta versión es de 1960.

My Bucket’s got a Hole in it. También de 1949, fue escrita, como la anterior, unos años antes. Un joven Ricky Nelson –tenía 18 años cuando la versionó– la incorporó a su repertorio en 1958.

Como dije al principio, el rock, que eclosionó a partir de la segunda mitad de los 50, bebe en parte de Move it On Over, que se adelantó a su tiempo. Escuchemos aquí la versión de George Thorogood and the Destroyers (1978) en su disco Move It On Over.

I’m so lonesome I could cry (1949) es, en palabras de Elvis, “una de las canciones más tristes que he oído”. He aquí la interpretación de Johnny Cash de 1960, en su disco Now there was a song.

Os dejo ahora con la de Mr. Presley en el concierto que ofreció en Hawai en 1973.

Ahora es el turno de uno de los grandes de la música country, George Jones, quien en 1960 versionó este Howlin’ at the Moon.

Jambalaya. Estamos ante una de las canciones más versionadas de Hank Williams. Fue escrita y grabada por él mismo en 1952, tomando como inspiración la jambalaya, un plato a base de arroz y marisco de la cocina cajun. En 1973, y tras abandonar el legendario grupo CCR, John Fogerty grabó su primer disco en solitario con el título The Blue Ridge Rangers.

Como no podía ser de otra manera, el citado Elvis versionó numerosos temas de Hank Williams, entre ellos el archiconocido Your Cheatin’ Heart. Esta grabación, de 1958, no vería la luz hasta 1965; y había sido escrita por Williams en 1952, tras divorciarse de su primera mujer, Audrey Sheppard, el “corazón infiel” de la composición.

Termino la entrada con una versión de I saw the light, con la que Hank Williams solía terminar sus conciertos. Fue una de las primeras que grabó, en 1947, aunque no salió al mercado hasta el año siguiente. Willie Nelson y Leon Russell hicieron una excelente versión en su disco de 1979 One for the Road.

Hank Williams, la gran leyenda del country

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Hiram King Williams nació en Mount Olive, Alabama, en 1923. Su niñez no fue muy alegre debido a la mala relación entre sus padres, que acabaron divorciándose, y a sus diferencias irreconciliables con el nuevo marido de su madre. Pasaba mucho tiempo en las calles, y allí conoció a un músico negro, Rufus Payne, que le enseñó a tocar la guitarra y fue su primera gran influencia en el mundo de la música.
Toda su vida estuvo marcada por profundos dolores de espalda, que le llevaron al excesivo consumo de alcohol y otras drogas que le servían como analgésicos. La cosa es que había nacido con espina bífida, un problema acrecentado años más tarde cuando se cayó en un rodeo en Texas.
En 1937, emprendió su carrera con el grupo The Drifting Cowboys, con su madre, que también regentaba una casa de huéspedes, como manager. Entre tanto, Hank empezó a trabajar en la radio de Montgomery, capital de Alabama, y conoció a Fred Rose, que se convertiría en el productor de sus canciones.
Cuando en 1944 se casó con Audrey Sheppard, la figura de su madre fue sustituida por la dominación de su mujer. La relación se vino abajo, y, en octubre de 1952, se casó con Billy Jean Jones, diez años menor que él. Su primer gran éxito le llegó en 1947 con la canción Move it on over. Un año antes había intentado sin éxito unirse a las filas del Grand Ole Opry, donde ingresó en 1949 tras su siguiente éxito, la canción que vamos a escuchar hoy.
El día de Nochevieja de 1952, Hank tenía un concierto en Virginia, pero no pudo asistir por culpa de una tormenta de nieve, y, como no estaba en condiciones de conducir, contrató a un estudiante para que le llevara a Canton, Ohio, para el concierto de Año Nuevo.
Esa noche, cuando iba dormitando en el asiento trasero del Cadillac, Hank Williams murió de un infarto a los 29 años de edad. Cuando al día siguiente anunciaron su muerte en el local, el público creyó que se trataba de una nueva excusa de un tipo ya acostumbrado a los pretextos.
Su funeral fue el acontecimiento más multitudinario de Alabama, con cerca de 20.000 personas que quisieron rendirle un postrer homenaje. Irónicamente, el último single que editó en vida, y que llegaría al número 1 en la semana de su muerte, llevaría por título I’ll never get out of this world alive.
Escuchemos ahora uno de los mayores éxitos de Hank Williams, Lovesick Blues, una canción escrita por Cliff Friend e Irving Mills en 1922. La canción fue utilizada en el musical Oh, Ernest y fue grabada de nuevo en 1925 y 1928, antes de que la música country se apropiara de ella. Rex Griffin la grabó en 1939 y Hank Williams detectó su potencial y, en 1948, la cantó en el programa de radio Louisiana Hayride. Su tremenda acogida hizo que la grabara en un single que salió a la venta en febrero del año siguiente, y sus 50.000 unidades vendidas en sólo dos semanas le abrieron las puertas del Grand Ole Opry, ansiada meta tras haber sido rechazado en 1946.

I’m so lonesome I could cry. Hank Williams, 1949

Probablemente el tema de la soledad nunca haya sido mejor tratado en la música country como en este clásico de Hiram King –“Hank”– Williams.
Williams compuso la canción en 1949, como la cara B de un disco que también incluía un tema mucho más amable, My bucket’s got a hole in it (“Mi cubo tiene un agujero”). Editada por la MGM Records, para la que trabajaba desde 1948, la canción conocería multitud de versiones en las voces de Johnny Cash, Marty Robbins, Dottie West, Freddy Fender, Ray Charles o, últimamente, Amy Lee, quien la interpretó en directo en un concierto en 2012. Elvis Presley dijo de ella que era la canción más triste que había oído nunca.
Hank Williams compuso el tema no para ser cantado, sino recitado, en la línea de otros que realizó al principio de su carrera, cuando trabajaba con The Drifting Cowboys; si bien finalmente decidió añadirle música.
Basada en su relación con Audrey Sheppard, que se convirtió en su mujer y de la que se divorciaría en 1952 –un año antes de la muerte del artista–, la letra desgrana, a través de numerosas imágenes, la idea de la soledad, que compara con un pájaro cantor que está demasiado triste para trinar y volar o con la luna que se esconde tras las nubes para esconder su rostro y llorar.
El autor se lamenta de que nunca ha visto una noche tan larga, en la que el tiempo no pasa, sino que repta y se humilla. El tema finaliza cuando se pregunta dónde está su amada, momento en el que se siente tan solo que podría llorar.
Una letra, ya lo veis, digna de los poetas más sensibles, y es que no en vano Williams se ganó el sobrenombre del “Shakespeare hillbilly”.