Como hermanos (XVII): McGee Brothers

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Brother in old town of Prague

Hoy vamos a acercarnos a la trayectoria de uno de los dúos de hermanos que más tiempo han actuado de forma continuada en el Grand Ole Opry. En total, casi 50 años desde prácticamente sus comienzos en 1926 hasta la muerte accidental de uno de ellos en 1975, cuando manipulaba un tractor en su granja (su hermano siguió al pie del cañón hasta su muerte).

Sam (1894-1975) y Kirk McGee (1899-1983) nacieron en una ciudad próxima a Nashville, por lo que no es de extrañar que se dedicaran al country. Tocaron juntos desde los años 20. Sam se especializó en la guitarra y Kirk en el banjo, aunque, a decir verdad, no había instrumento de cuerda que se les resistiera. Cuando conocieron al pionero Uncle Dave Macon, se unieron a su grupo The Fruitjar Drinkers y se dejaron caer en el recién formado Opry. Posteriormente se asociaron con el intérprete de fiddle Arthur Smith y adoptaron el nombre The Dixieliners, que se mantuvo hasta 1938.En los años 40 su popularidad los llevó a actuar junto a iconos como Roy Acuff, Ernest Tubb o Bill Monroe. Con la revitalización del folk a finales de los 50 y primeros de los 60, volvieron a la primera plana e hicieron varias grabaciones para sellos especializados en ese género. Sam solía contar que, a principios de los 40, fue el primer miembro del Grand Ole Opry que utilizó una guitarra eléctrica sobre el escenario, ante el estupor del director de la institución, que le dijo que no volviera a usarla porque quería mantener el edificio «con los pies en la tierra».

En 1974 actuaron por última vez en su casa, el Grand Ole Opry. Garrison Keillor escribió entonces un artículo en el New Yorker, titulado «Hacia adelante y en ascenso con las artes en el Opry», en el que señalaba: «Fue el momento acústico del espectáculo, cuando los cielos se aclararon, las gimientes guitarras enmudecieron y de la nada llegó un dúo de guitarra de la vieja escuela. Asombroso y simple, y tan bueno después de todo el ruido que oiría esa semana».

En primer lugar, os dejo con una composición de Sam McGee dedicada a Knoxville, la tercera ciudad de Tennessee, tras Nashville y Memphis. Se llama Knoxville Blues.

Ahora, Chicken, que aparece en el recopilatorio Country Brothers: Brother Bands in Contry Music (2004).

Un tema donde el banjo adquiere gran protagonismo es Late Last Night.

Escuchemos la versión de los hermanos McGee de Don’t Let Your Deal Go Down, todo un clásico cuya primera grabación data de 1925.

Ahora, dos temas instrumentales, Buck Dancer’s Choice y Victor Rag.

Escuchemos, por útimo, My Gal’s a Highborn Lady, en la que el narrador define a su chica como una dama de alta alcurnia.

Dobro significa bueno en cualquier lengua

dobro

Aparte de instrumentos típicos como la guitarra, el violín o la batería, la música folk y el bluegrass se sirven de instrumentos propios como el banjo, la mandolina o el dobro, al que está dedicada la entrada de hoy.

El dobro es simplemente una guitarra de resonancia con un sonido más trémulo, más cercano al del banjo que al de la guitarra. En el bluegrass suele tocarse en posición horizontal con las cuerdas hacia arriba, mientras que en el blues se toca igual que una guitarra.

Es curioso que los inventores de un instrumento tan americano –léase estadounidense– como este vinieran de un lugar tan distante como Eslovaquia. Los hermanos Dopyera eran, en efecto, hijos del Imperio Austro-Húngaro. Poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, la familia emigró a California. En su país natal se ganaban la vida haciendo violines y, una vez asentados en Estados Unidos, un empresario llamado Beauchamp les encargó que fabricaran un instrumento con un sonido más fuerte que el de la guitarra para que destacara más en una orquesta.

Así, los Dopyera inventaron un resonador que, acoplado en el cuerpo de una guitarra, le daba un sonido peculiar, como de lamento. Todo esto ocurría en 1928, pero el instrumento no fue bautizado hasta el año siguiente, cuando los hermanos fundaron la compañía Do Bros. –iniciales de Dopyera Brothers–, lo que propició que el nuevo instrumento se empezara a conocer como dobro. Da la casualidad de que dobro en eslovaco (y en otras lenguas eslavas) significa “bueno”, por lo que el lema de la compañía vino rodado: “Dobro significa bueno en cualquier lengua”. En homenaje a sus inventores, en Trnava (Eslovaquia), hay un pequeño museo llamado Salón de la Fama del Dobro.

Escuchemos ya a algunos de los mejores intérpretes del dobro de la historia. En primer lugar, os dejo con Josh Graves, artífice de su popularización a partir de 1950 tras incluirlo en Flatt & Scruggs, en el tema Carroll County Blues.

Gene Wooten en Beyond the Sunset.

Mike Auldridge interpreta el clásico del siglo XIX Lorena.

Bashful Brother Oswald, también conocido como Pete Kirby, fue un asiduo del Grand Ole Opry hasta su muerte. Aquí interpreta The End of the World.

En el capítulo de intérpretes vivos, traigo dos ejemplos. En primer lugar, Jerry Douglas, que atesora nada menos que 14 Grammys. En el disco recopilatorio Bluegrass Today (2003) se incluía Hey Joe, un tema versionado en múltiples ocasiones, entre otros por el gran Jimmi Hendrix.

Del mismo artista, Little Martha, perteneciente a su disco Lookout for Hope (2002). La composición fue escrita por Duane Allman en 1971.

Por último, Rob Ickes toca el dobro en Angeline the Baker, acompañado a la mandolina por Andy Leftwich. El tema pertenece al álbum Rob Ickes: Contemporary Dobro Artistry (2008).

El abuelo de la música country

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Si no fuera por el banjo, no cabe duda de que el country, el folk o el bluegrass perderían gran parte de su esencia. Por eso, y con motivo de la publicación en Estados Unidos de su biografía, escrita por su bisnieto Mike Doubler con el título Dixie Dewdrop: The Complete Uncle Dave Macon Story, hoy nos vamos a fijar en uno de los primeros virtuosos de este instrumento.

Nos referimos, sí, a Uncle Dave Macon, apodado The Dixie Dewdrop («La gota de rocío de Dixie»). Nacido en 1870 como David Harrison Macon en un pequeño pueblo de Tennessee, su padre había sido capitán confederado en la Guerra de Secesión. Cuando contaba 13 años, su familia se trasladó a Nashville –que todavía, claro, no era la capital de la música country– para regentar un hotel, frente al cual su padre sería asesinado años después.

Nuestro protagonista fundó entonces una compañía de transporte de ganado en otra ciudad de Tennessee, que se vio obligado a cerrar tras la Primera Guerra Mundial por la competencia de los camiones y el ferrocarril.

Macon actuaba aquí y allá a su aire, sin plantearse dedicarse a ello de forma profesional. Tras la quiebra de su empresa, parecía el momento propicio y así fue como, a sus más de 50 años, nació la leyenda de uno de los mejores intérpretes de banjo de todos los tiempos. En palabras del historiador de la música Charles Wolfe, «si la gente llama a Jimmie Rodgers el padre de la música country, entonces Uncle Dave Macon debería ser el abuelo de la música country«.

Tras unirse al intérprete de fiddle Sid Harkreader, su destreza llegó a oídos de los dueños del Ryman Auditorium (lo que sería la sede del Grand Ole Opry, institución de la que formaría parte hasta su muerte y de la que sería su primera superestrella), y ya en 1927 formó su propio grupo, The Fruit Jar Drinkrers.

Había hecho algunas grabaciones para Vocalion en 1924, pero su carrera discográfica tomó impulso en 1930 cuando firmó con Okeh Records. En 1935 realizó para Bluebird Records sus famosas grabaciones con otros pioneros del country, The Delmore Brothers.

En total, hay registradas unas 170 grabaciones de Dave Macon entre los años 1924 y 1938. Nuestro hombre siguió al pie del cañón hasta semanas antes de su muerte en 1952 y, como prueba de su popularidad, a su funeral asistieron más de 5.000 personas, entre ellas Roy Acuff, Bill Monroe o el director del Grand Ole Opry, George D. Hay. Con carácter póstumo, el Salón de la Fama de la música country le abrió sus puertas en 1966.

Escuchemos ya algunas de sus grabaciones más emblemáticas.

En Way Down the Old Plank Road, grabada para Vocalion en 1926, Sam McGee lo acompaña a la guitarra.

Otro de sus grandes éxitos fue Soldier’s Joy, con Sid Harkreader al violín o fiddle.

Keep My Skillet Good and Greasy es un buen ejemplo de sus canciones optimistas, que le servían para luchar contra la depresión que le acechó toda la vida.

En la letra de Sail Away Ladies se dice que no vale la pena sentarse y llorar, solo hay que navegar y olvidarnos de nuestros problemas.

Una de las canciones gospel más conocidas es Rock of Ages. «Roca de los siglos cortada para mí, déjame esconder mi rostro en ti», dice la letra. Aquí, Uncle Dave Macon la toca al banjo.

Durante la Guerra de Secesión, se hizo muy popular Richmond is a Hard Road to Travel, que hacía referencia a la dificultad de tomar Richmond –segunda capital de los Estados Confederados–. Uncle Dave Macon adaptó la letra a Jordan Am a Hard Road to Travel, aludiendo a la dificultad de cruzar el Jordán.

En 1940 Hollywood hizo una película ambientada en el Grand Ole Opry, titulada precisamente así, Grand Ole Opry, en la que Uncle Dave Macon interpretaba con su hijo Dorris a la guitarra Take Me Back to My Old Carolina Home. Os dejo con esta escena.

Una aflicción interminable

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Ayer Cristo fue crucificado y mañana resucitará pero hoy, ay, los cristianos se sienten huérfanos y perdidos, ya que Dios no está…

He tratado de que la canción de hoy fuera la más apropiada para este día. El tema, Lost Soul, se encuentra a medio camino entre el bluegrass y el góspel, y se lo debemos a Doc Watson y su familia.

A principios de los años 60 se dio una revitalización de la música folk americana. Ralph Rinzler y Jeff Place, dos musicólogos de Folkways Records, se pusieron en contacto con Watson para que este grabara una colección de temas tradicionales utilizando el banjo y el fiddle. Entre ellos, este Lost Soul, que aparecería en el disco The Watson Family (1963). El mismo sello lo reeditaría en 1990 en formato CD, con varias pistas adicionales grabadas en los 70.

El tono es tan sombrío, que los responsables de una película de terror, Beneath, la incluyeron en su banda sonora, lo único bueno de la cinta junto con el The End. La letra presenta un tétrico panorama el día del juicio final, cuando “todos nosotros, pecadores, partiremos a una aflicción interminable”. El narrador se arrepiente de su vida, pero sabe que es demasiado tarde: “Aunque pido ayuda, es en vano porque estoy condenado para siempre. Si pudiera revivir todos los años pasados, los dedicaría a la causa de mi Salvador, pero nunca más volverán a mí”. Cada verso es repetido como si fuera un eco, para darle mayor gravedad al asunto. Alegría no le falta…

Vamos ya con este clásico del bluegrass, interpretado por Doc Watson y su familia.

¡Sea crucificado!

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Hoy, Viernes Santo, se recuerda el día de la crucifixión de Cristo. Según la tradición cristiana, Jesús ofreció su sangre por nosotros, así que abordaremos una canción góspel que habla precisamente de eso –de la sangre–, y de cómo, metafóricamente, hemos de lavarnos en ella para salir purificados.

El tema que vamos a escuchar, publicado originariamente en 1878, lleva por título Are You Washed in the Blood?, y es obra de Elisha A. Hoffman, uno de los más prolíficos autores de canciones religiosas de todos los tiempos, hasta el punto que de su pluma salieron unos 2.000 himnos de esta naturaleza.

La letra concatena una serie de preguntas que abundan en la necesidad de tener siempre presente la sangre del Cordero: “¿Has ido a Jesús en busca de su poder purificador?, ¿te has lavado en la sangre del Cordero?, ¿están tus vestiduras sin mancha?, ¿están blancas como la nieve?”. Se han hecho multitud de versiones de este tema, las más conocidas en clave de bluegrass. Escuchemos algunas de ellas.

Carl Story, el conocido como “padre de la música góspel bluegrass”, y su grupo, The Rambling Mountaineers, la grabaron, y su trabajo apareció en un recopilatorio que comprendía sus obras entre 1942 y 1952.

Uno de los primeros grupos de bluegrass fue The Foggy Mountain Quartet. Aquí interpretan la canción con Earl Scruggs a la guitarra.

The Statler Brothers en Oh Happy Day (1969).

En un recopilatorio con las grabaciones de Red Allen entre 1962 y 1983 figuraba también este tema. Frank Wakefield, ¡nada menos!, es quien le acompaña a la mandolina.

Veamos una interpretación en directo de los Shenandoah Cut Ups en 1971.

Willie Nelson hizo su versión en Old Time Religion (1992).

The Charlie Daniels Band imprimió una gran energía a esta versión, aparecida en How Sweet The Sound: 25 Favorite Hymns and Gospel Favorites (2001).

Alan Jackson la incluyó en su disco Karaoke (2007).

Veamos a los Kings Highway en una actuación en el festival bluegrass de Jerusalem Ridge en 2008. El grupo está compuesto por Mark Hargis a la mandolina, Mike Fulkerson al banjo, Kevin Bowlds al fiddle y Byron Oost al contrabajo.

El dúo Joey + Rory la incluyó en Inspired: Songs of Faith and Family (2013).

La versión de Randy Travis aparece en Hymns: 17 Timeless Songs of Faith (2014).

Por último, una versión coral obra del Antrim Mennonite Choir, que salió en el disco Amazing Grace.

 

Country Urbano (XX)

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50. Year Down in New Orleans. Nanci Griffith escribió esta canción en 1984 y la incluyó en su disco Once in a Very Blue Moon. De corte nostálgico, la narradora recuerda su juventud y su primer amor en Nueva Orleans, donde desearía estar de nuevo.

51. Go to the Mardi Gras. No podíamos terminar nuestra estancia en Nueva Orleans sin hacer referencia a su principal acontecimiento cultural, el Mardi Gras. Una de las canciones más populares de este carnaval es Go to the Mardi Gras, escrita por R. Byrd y T. Terry, y cantada e interpretada al piano por el profesor Longhair. Este tema rhythm and blues fue compuesto en 1959 y, naturalmente, apareció en la serie Treme.

52. Callin’ Baton Rouge. Aunque la ciudad más representativa de Louisiana es Nueva Orleans, su capital es Baton Rouge, a la que está dedicado este tema, con el que cerramos nuestro recorrido urbano por este estado. John Cowan, representante del “bluegrass progresivo”, es el autor de Callin’ Baton Rouge, que él mismo interpreta junto a Shad Cobb, Andrea Zonn y Barbara Lamb al fiddle, John McFee a la steel guitar, Scott Vestal al banjo y John Frazier a la mandolina. El vídeo está fechado en agosto de 2013.

La temperatura del licor de maíz

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El pasado mes de febrero Robert Earl Keen revitalizó un gran clásico del bluegrass, Hot Corn, Cold Corn, en su disco Happy Prisoner: The Bluegrass Sessions. Aprovechando este regalazo, ¿qué os parece si hoy escuchamos algunas de sus versiones?
Keen nació hace 59 años en Texas, un estado no muy-bluegrass. Como él mismo ha reconocido en una entrevista, “no soy cantante de bluegrass. La idea es que el disco suene como yo mismo. Quería presentar estas canciones del modo en que las percibo”. Su pasión por el bluegrass y el blues queda fuera de toda duda en Happy Prisoner y, particularmente, en la canción que traemos hoy, cuyos orígenes son, por cierto, desconocidos, aunque es probable que naciera a principios del siglo XX en los llamados “bailes de granero”.
El narrador clama desesperadamente porque le lleven una jarra, no importa si el licor de maíz está caliente o frío. No ha bebido nada “desde Dios sabe cuándo” y le pide a su tía que la llene otra vez.
Los maestros del bluegrass Flatt & Scruggs la incluyeron en su álbum en directo Live at Carnegie Hall (1962).

Esta es la interpretación de Jerry Garcia y David Grisman para su disco Not for kids only (1993).

Escuchemos a Nothin’ Fancy Bluegrass.

Ahora, los Southfork Bluegrass Boys, un grupo compuesto por James Kirk (guitarra y voz), David Kirk (mandolina), Larry Kirk (bajo), Kevin Church (banjo) y Clifton Mark (dobro).

Al efímero grupo Run C. & W. –formado por Russell Smith, el virtuoso del banjo Bernie Leadon, Jim Photoglo y Vince Melamed– se le ocurrió combinarla con I like it like that y la incluyó en su álbum Row vs. Wade (1994).

Ahora, unos tipos de Boulder (Colorado) que funden el bluegrass con el rock y la música cajun. Se llaman Leftover Salmon y la grabaron en Ask the Fish (1995).

Los blugrasseros The Earls of Leicester –Johnny Warren al fiddle, Charlie Cushman al banjo, Barry Bales al bajo, Tim O’Brien a la mandolina, Shawn Camp a la guitarra y Jerry Douglas al dobro– la grabaron en julio de 2014 en la sede del Grand Ole Opry en Nashville (Tennessee).

Por último, disfrutemos de Robert Earl Keen en el citado Happy Prisoner (2015), que precisamente se abre con este tema.

El conductor de mulas

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El blues tuvo mucho que ver en el posterior desarrollo del country. Hoy vamos a recordarlo con un ejemplo incontrovertible. Jimmie Rodgers, padre de la música country, compuso un total de trece Blue Yodels (en la entrada sobre este cantautor y guitarrista escuchamos ya el número 1, T for Texas).
Hoy “pincharemos” el Blue Yodel número 8, también conocido como Muleskinner Blues, escrito por Rodgers y George Vaughan. La primera estrofa proviene de un blues de la época, Labor Blues, obra de Tom Dickson de 1928 en la que se narra la historia de un obrero negro que renuncia a su trabajo porque su jefe (blanco) no le paga a tiempo y él necesita el dinero para su nueva chica de Mississippi. Os dejo con ella.

Rodgers se basó en este tema para su Muleskinner Blues, grabado el 11 de julio de 1930. Eso sí cambió la anécdota por la de un tipo de Tennessee que pide trabajo como mulero y se “vende” ante su nuevo empleador con sus muchas habilidades. Tan seguro está de su potencial, que se compromete a trabajar gratis si las mulas “no le hacen caso”.

Roy Acuff, gran admirador de Rodgers, grabó el tema en 1939, seis años después de la muerte de este.

Bill Monroe escogió la canción para su debut en el Grand Ole Opry en 1939. La grabó al año siguiente, y fue uno de sus mayores éxitos.

Woodie Guthrie la incluyó en su álbum Muleskinner Blues: The Asch Recordings (1944) quitándole el componente racial y en las versiones posteriores prácticamente no volvería a aparecer.

Entre sus innumerables versiones, destaca la de Merle Haggard en su disco Same train, a different time (1969).

La versión de Dolly Parton le valió una nominación al Grammy en 1971.

Escuchemos a un gran guitarrista, Jerry Reed.

Ahora, Rhonda Vincent en clave bluegrass, acompañada por el sempiterno banjo de The Rage (2005).

Una de las últimas grabaciones de este clásico del country ha sido la de Marcus Singletary en Sings Country Music Standards (2013).

Norte y Sur (VII)

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En las próximas entregas nos aproximaremos a uno de los lugares comunes de todas las guerras: las canciones que los soldados en el frente dedican a sus novias y mujeres.
La primera que vamos a escuchar, Lorena, fue escrita en 1856, unos años antes de que estallara la guerra, en Ohio –estado del norte–, pero fue tremendamente popular en ambos bandos durante el conflicto. Su autor, el reverendo Henry D.L. Webster, se la dedicó a un viejo amor, Ella Blocksom, cuyo rechazo provocó que abandonara su labor como pastor. Su amigo Joseph Philbrick Webster se ocupó de la música. Nostálgico y sentimental, el tema caló tan hondo entre las tropas sureñas, que hubo quien dijo que fue el culpable de que el Sur perdiera la guerra: al cantarla, los soldados se ponían en modo melancólico, y perdían las ansias de luchar. Max Steiner la incluyó en la banda sonora de Lo que el viento se llevó (1939) y, años después, en algunas escenas de Centauros del desierto (1956). La letra expone lo perdurable del amor: “Los años se arrastran lentamente, hay nieve en el terreno, el sol se pone en el cielo, hay escarcha donde antes había flores, pero los corazones laten tan cálidamente ahora como cuando se aproximaban los días del verano”.
En mi opinión, Tennessee Ernie Ford fue quien mejor supo captar el espíritu suave de la balada con su espléndida voz de barítono. Lo hizo en su disco Songs of the Civil War (1961).

Escuchemos al 97 Regimental String Band.

Tom Roush ha recuperado multitud de canciones de la Guerra Civil, entre ellas ésta.

Second South Carolina String Band versionó este clásico.

El virtuoso del fiddle y el banjo –y gran representante del bluegrass– John Hartford nos regaló esta versión.

Norte y Sur (VI)

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Si el último día de esta serie os hablaba de Bonnie Blue Flag, hoy vamos a escuchar otra significativa canción del bando Confederado: Bright Sunny South. En este caso, no es posible determinar su origen. La letra está contada desde el punto de vista de un joven soldado que ha sido enviado a la guerra (“antes de que hubieran pasado los días de mi infancia”) y ha dejado atrás a su familia. Le aflige la separación de su madre, evoca las palabras de su progenitor (“Hijo, sé valiente pero muestra piedad siempre que puedas, nuestros corazones están contigo”) y aún puede ver las lágrimas de su hermana en el momento de la partida.
Escuchemos la sentida versión del grupo Bittersweet and Brier, en su álbum Hard Times-Songs of the Civil War.

Este es Dock Boggs al banjo.

En 1984, Doc y Merle Watson la incluyeron en su álbum Down South.

Ahora disfrutemos del tema en clave bluegrass con The Union Station (2002), un grupo formado por la gran violinista Allison Krauss, Dan Tyminski, Jerry Douglass, Ron Block y Barry Bales.

La última vez que se grabó fue en 2013, cuando Sam Amidon, de 33 años, la incluyó en su disco Bright Sunny South, cambiando levemente la letra.