Hace un par de meses, a propósito de la canción You Never Even Called Me By My Name, os comentaba que David Allan Coe dijo con sorna que una canción country no era del todo perfecta si no hablaba de temas como «mamá, trenes, emborracharse o la prisión».
Pues bien, en la serie que comienza hoy me voy a centrar en una de esas líneas: la prisión, empezando por algunos cantantes que dieron con sus huesos en la cárcel, la mayoría de las veces por delitos menores, y cuya experiencia les sirvió, en ocasiones, de inspiración para componer sus canciones.
Sabido es que Willie Nelson siempre ha tenido una relación muy íntima con la marihuana y que ha abogado por su legalización (de hecho, ha creado su propia marca de hierba para venderla en los pocos estados en los que ya es legal con fines recreativos y medicinales). Este coqueteo le ha supuesto algún que otro problema con la justicia. Hace más de 40 años, en una gira por las Bahamas junto a Hank Cochran, los oficiales de aduana hallaron una pequeña cantidad de cannabis en su equipaje, a resultas de lo cual fue encarcelado (lo liberaron después de que su amigo Cochran pagara la fianza). En 1994 se repitió la historia, esta vez cerca de Waco, Texas: detenido, no pudo asistir a la ceremonia de los Grammy ese año. En 2006 le encontraron marihuana y champiñones alucinógenos –champiñones mágicos– en el autobús en el que viajaba junto con otros músicos de gira por Louisiana. Y no sería la última vez: en 2010, fue arrestado en su estado natal, Texas, también por posesión de drogas, si bien entonces se libró de ir a la cárcel al pagar una multa de 2.500 dólares. Incluso el fiscal bromeó en la vista y le dijo que le dejarían marchar si tocaba para ellos Blue Eyes Cryin’ in the Rain. La jueza no se lo tomó muy bien, observó que aquella no era una corte de bufones, y que ella no se dejaba cegar por las estrellas de la música. De momento, el caso sigue pendiente…
Escuchemos Roll me up and smoke me when I die, tema que, como se deduce del título, sintetiza su pasión por la marihuana. El tema, obra del propio Willie, está incluido en Heroes (2012), y cuenta con la colaboración de Jamey Johnson, Kris Kristofferson y Snoop Dogg, este último ajeno al country. El disco fue producido por Buddy Cannon en colaboración con John Colgin, Rich Alves y Mike McQuerry. Por cierto, el álbum en principio se iba a llamar como la canción, pero finalmente le cambiaron el título por Heroes, ya que temían que los sectores más conservadores del país se mostraran reacios a comprarlo y las ventas se resintieran.
En una entrada anterior os informaba de la ceremonia de este año del Salón de la Fama de la Música Country, celebrada el pasado 16 de mayo y en la que entraron tres nuevos miembros. Hablemos hoy sucintamente de su historia.
Allá por 1961 la Asociación de Música Country tuvo la idea de crear esta institución, que también alberga un museo con sede en Nashville. Desde el citado año se han venido sumando miembros al Salón de la Fama –a excepción de 1963, cuando ningún candidato obtuvo los votos suficientes–, siempre con un nexo en común: reconocer la contribución al avance de la música country en cualquiera de sus facetas (comercial y creativa). Hasta el día de hoy este selecto grupo cuenta con 130 miembros, de los cuales 16 son mujeres (solo un 12%). Y una curiosidad: Roy Rogers ingresó dos veces, en 1980 como componente del grupo Sons of the Pioneers y, en 1988, en solitario (ver aquí biografía de Roy Rogers).
Los primeros miembros que alcanzaron este honor fueron Jimmie Rodgers, Hank Williams y Fred Rose. De los dos primeros ya hemos hablado en alguna ocasión (aquí podéis ver sus reseñas biográficas), de modo que nos centraremos en el tercero en discordia, Fred Rose.
Mientras que Williams y Rodgers eran intérpretes de música country, Rose fue un compositor y editor, menos conocido, por tanto, para el gran público. Nacido en 1897 o 1898, es uno de los pocos hijos del siglo XIX miembros del Salón. Al principio de su carrera, escribió varios éxitos de música ligera, sobre todo de vodevil, en el Tin Pan Alley neoyorquino. A partir de los 40 empezó a adquirir importancia en la música country a raíz de su aparición en el Grand Ole Opry, acompañando a la estrella del momento, Roy Acuff. Junto con él formó la discográfica Acuff-Rose, que alcanzó un gran éxito tras el fichaje del gran Hank Williams y que persistiría en el mercado hasta 1985. Como cazatalentos, propició que Capitol Records firmara con The Louvin Brothers o que Rosalie Allen fuera contratada por RCA Victor; y otra prueba de su vista comercial es que fue, con Gene Autry, el artífice del tema Be Honest With Me, candidato al Oscar y éxito de ventas en 1941, una pieza de la banda sonora de Ridin’ on a Rainbow.
Sobrevivió un año a su principal fichaje, Hank Williams, y falleció en diciembre de 1954, por lo que su entrada en el Salón de la Fama fue a título póstumo.
Entre sus muchas canciones sobresale el clásico Blue Eyes Cryin’ in the Rain, Kaw-Liga, junto a Hank Williams, o Texarkana Baby (todos ellos escuchados aquí). Revisemos algunos de sus otros éxitos. Wait for the Light to Shine, cantada por Hank Williams.
Afraid, interpretada aquí por Willie Nelson en su álbum Moonlight Becomes You (1993).
We’ll Rest at the End of the Trail fue una de sus primeras composiciones de los años 30. Escuchémosla en la voz de Jimmy Wakely.
Desde el blog de Juan Luis, https://365radioblog.wordpress.com/, se nos plantea un reto consistente en elegir nuestras cinco baladas o canciones lentas (no tienen por qué ser de amor) preferidas. Cada uno debe retar a su vez a otros tres blogs. Raúl de http://laguitarradelasmusas.com/ me lanza el guante, y gustoso lo recojo, sin un orden concreto.
Remember When. Alan Jackson consiguió una de las mejores baladas country a base de preguntas a su pareja del tipo “¿Recuerdas cuándo…?”, y enfatizando los logros alcanzados en su vida en común.
Si hay un lugar en el mundo que debe su fama a la música country, es esta pequeña localidad del estado de la estrella solitaria. Fue fundada a mediados del siglo XIX por inmigrantes alemanes, a partir de los años 60 del pasado siglo se despobló, y hoy es prácticamente una ciudad fantasma, con su saloon, una tienda de souvenirs y la oficina de correos, que ya no está operativa. Un festival anual de country anima la vida hacia el mes de abril.
Su relación con la música country surgió a raíz de la grabación del álbum Viva Terlingua (1973) y, sobre todo, con la canción que os traigo hoy, escrita por Chips Moman y Bobby Emmons (fallecido el pasado mes de febrero) y grabada por Waylon Jennings y Willie Nelson. Curiosamente, ninguno de ellos había visitado antes Luckenbach, que finalmente acogería un directo de Waylon allá por 1997.
La canción, que salió como single del disco Ol’ Waylon (1977), aborda una historia de amor que hace aguas por culpa de la vida excesivamente acomodada de la pareja. Para salvar la relación, el chico propone que ella venda su anillo de diamantes, él se comprará unos vaqueros desvaídos y se irán a Luckenbach, Texas, donde está la esencia del amor y nadie siente ningún dolor.
La letra está repleta de guiños a la historia de la música country: se cita el éxito Blue Eyes Cryin’ in the Rain, escrito por Fred Rose (ya escuchado aquí), las canciones tristes de Hank Williams, a un compositor coetáneo, Mickey Newbury, y también a ellos mismos, Waylon y Willie, emblemas de los tipos sin preocupaciones de Luckenbach. También hay referencias a personajes reales, como los Hatfield y McCoy, dos familias que se vengaron de viejos litigios en la época de la Guerra Civil Americana.
Escuchemos la versión original. La más famosa. La de Jennings y Nelson.
Mark Chestnutt la cantó en un concierto en 2009 en Brownsville, Texas.
Waylon, acompañado por los demás miembros de The Highwaymen, Willie Nelson, Kris Kristofferson y Johnny Cash, la cantó en 1990 en un concierto en Long Island (Nueva York).
Esta versión fue grabada en Luckenbach por Kenny Chesney y Kid Rock.
Roy Drusky, uno de los grandes representantes del sonido Nashville, también la interpretó.
Os dejo para acabar con la versión de Johnny Russell.