River of Country cumple 1000 entradas

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Casi cuatro después de que este blog iniciara su andadura, ha llegado el día de soplar 1000 velas. Para celebrar este pequeño paso para el hombre, he preparado una selección de canciones –no todas country– que tienen en su título la palabra «mil».

Comencemos con las canciones ajenas a nuestro género de cabecera. Ya sabéis que aquí toda la buena música es bienvenida, y que otras veces, y con infinito placer, he abordado el folk, el blues, el R&B, el bluegrass o, en menor medida, el jazz. Vamos con ellas.

Un grupo insignia de la música doo-wop, que medró en los años 50 y 60, fue The Heartbeats. De ellos escucharemos A thousand miles away, que salió al mercado en 1957. La canción, escrita por William Miller y James Shepard, sería recuperada para la banda sonora de American Graffiti (1973).

Seguimos con el doo-wop. Corría 1960 y Kathy Young tenía solo 15 años cuando grabó esta canción, A Thousand Stars, que la catapultó al éxito. Los coros son del grupo The innocents.

Como ejemplo del pop de los 60 figura, en un lugar preeminente, Bobby Vee. The night has a thousand eyes (1962) fue uno de sus mayores éxitos. Escrita por Benjamin Weisman, Dorothy Wayne y Marylin Garrett, en la letra el narrador advierte a su pareja de que no le sea infiel porque la noche tiene mil ojos y él se enterará.

Ahora vamos con un poco de rhythm and blues. Este tema alcanzó el número 1 de la lista de este género. Aunque Land of 1000 dances, compuesta por Chris Kenner, es de 1962, la versión más famosa se la debemos a Wilson Pickett, que la incluyó cuatro años más tarde en su álbum The exciting Wilson Pickett.

Entramos en el siglo XXI con A thousand miles, una canción pop que supuso el debut de Vanessa Carlton. Aparece en su disco Be Not Nobody (2002).

Y nos acomodamos ya en el fértil terreno country con Lefty Frizzell y I love you a thousand ways (1959), en la que el protagonista está dispuesto a probar su amor de mil maneras diferentes.

Años más tarde Willie Nelson nos regaló una versión de este tema.

Webb Pierce y Mel Tillis escribieron A Thousand Miles Ago en 1959 y ambos la grabaron de forma independiente en el curso de sus carreras. Mientras va en un tren de mercancías, un tipo se pregunta por qué su amada le dejó hace mil millas. Os dejo con las dos grabaciones; la de Webb Pierce es de 1959.

Mel Tillis la grabó en 1962.

En su álbum This Time (1993), Dwight Yoakam incluyó su propia composición, A Thousand Miles from Nowhere.

En el segundo álbum de Lee Brice, Hard 2 Love (2012), sonaba Seven Days a Thousand Times, obra del mismo Brice, Billy Montana y Jon Stone. El narrador rememora los siete días de felicidad que gozó con su novia unas vacaciones, y afirma haberlos revivido mil veces.

 

Una estrella en alza

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En alguna ocasión os he comentado que en la música country actual no todo es música que coquetea con el pop para concitar el mayor número de adhesiones. También hay solistas y grupos que mantienen la esencia del country clásico. Chris Stapleton es uno de los primeros nombres que se me vienen a la cabeza, pero, desde luego, no el único.

Hoy os voy a hablar de Mo Pitney, un joven cantante –tiene solo 24 años y lleva tres dedicado plenamente a la música– nacido en Illinois. Su talento se manifestó de forma precoz: a los 6 años ya tocaba la batería y a los 12 la guitarra, sin que la escayola que tenía en ese momento coerciera su arte. Formó un grupo de bluegrass con sus amigos y sus ansias por seguir aprendiendo le llevaron a tocar el banjo. Cuando descubrió la música de Keith Whitley y de otros neotradicionalistas, supo que ese estilo era el suyo.

Un amigo le animó a trasladarse a Nashville, donde sedujo a las discográficas que apostaban por los jóvenes talentos. En 2014 fichó por Curb Records y, en octubre de 2016, apareció su disco de debut, Behind This Guitar, en el que se incluían sus dos primeros singles, Country y Boy and a Girl Thing. Este año ha aparecido el tercer single del álbum, Everywhere.

Su primer single, Country, vio la luz en 2014. Pitney la escribió en colaboración con dos veteranos, Bill Anderson y Bobby Tomberlin, y en su letra definió el magnetismo que ejerce la música country.

Su segundo single, Boy and a Girl Thing, es obra del propio Pitney junto a Don Sampson. La letra describe el primer amor de una pareja adolescente.

En febrero de este año pudimos disfrutar de su tercer single, Everywhere. Os dejo con él.

Escuchemos ahora la canción que da título al disco, Behind This Guitar, de carácter autobiográfico: «Tras esta guitarra sólo un chico que tenía un sueño en su corazón, un tipo que no puede creer que haya llegado tan lejos».

En junio de 2014 Mo Pitney fue invitado al Grand Ole Opry y una de las canciones que interpretó fue Clean Up on Aisle 5. La letra nos presenta a un hombre que se encuentra casualmente con su ex pareja y no puede evitar que las lágrimas afloren a sus ojos. Tiene un aire al clásico Crying, de Roy Orbison.

 

Moon Mullican, el rey de los pianistas hillbilly

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Aubrey Wilson Mullican nació en 1909 en Texas, en el seno de una familia de ascendencia irlandesa y escocesa. Ya de niño tocaba el órgano en la iglesia de su pueblo. Aunque su familia esperaba que se hiciera predicador, decidió dedicarse a la música country.
Durante los años 30 forjó su estilo con influencias del blues –Bessie Smith–, el country –Jimmie Rodgers– o el western swing –Bob Wills–. En los 40 trabajó como pianista con el grupo The Texas Wanderers y, en 1945, formó su propia agrupación, The Showboys. Su creciente popularidad hizo que firmara un contrato con la King Records y se convirtió en el artista más vendido de la compañía. En 1951 entró a formar parte del Grand Ole Opry.
Puede que allí entrara en contacto con Hank Williams, a quien, según parece, ayudó a escribir Jambalaya, si bien no figuró en los créditos por estar contratado con otra compañía. En los 60 prosiguió su actividad, y falleció de un infarto en 1967.
I’ll Sail My Ship Alone, de 1950, fue su mayor éxito. Escrita por Mullican junto con Henry Bernard, Lois Mann y Henry Thurston, el narrador se lamenta porque el barco de sueños que planeaba compartir con su pareja ya no será lo mismo. Su chica lo ha abandonado, por lo que tendrá que navegar solo y, cuando se hunda, le echará la culpa a ella. Os dejo con la versión original de Moon Mullican.

Esta canción ha sido grabada por multitud de artistas. Escuchemos algunas de ellas.
Patsy Cline la interpretó en su última sesión antes de su trágica muerte en un accidente aéreo en 1963.

Esta otra, de Hank Williams, no apareció hasta después de la muerte del cantante en el disco I Saw the Light (1956).

Jerry Lee Lewis, quien ha reconocido que Mullican ejerció una gran influencia sobre él, la grabó en 1958.

George Jones la incluyó por primera vez en su disco The George Jones Story (1967).

En 2001 Mac Wiseman la grabó para su álbum Most Requested.

Setenta años después

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River of Country no podía quedarse al margen de la celebración que hoy conmemora toda Europa. El 8 de mayo de 1945 terminaba oficialmente la Segunda Guerra Mundial en el Viejo Continente: el mariscal Jodl, sucesor de Hitler al frente del Tercer Reich, firmó en Berlín el acta de rendición incondicional de Alemania frente a los aliados, un día después de hacerlo en Reims, Francia. Japón prolongaría la agonía unos meses más, por lo que la paz no fue completa hasta entonces.
Escuchemos, en fin, una recopilación de canciones country que causaron furor aquel año.
En la conocida lista Billboard –que comenzó su andadura en enero de 1944–, Shame on You, de Spade Cooley, se adueñó del podio en las dos primeras semanas de mayo, si bien no era de temática bélica. Os hablé de Cooley el 4 de abril de 2014, en una entrada a propósito del western swing donde pudimos escuchar el tema.
https://riverofcountry.wordpress.com/2014/04/04/una-corona-compartida/
Smoke on the Water, de Red Foley –que nada tiene que ver con la canción homónima de Deep Purple–, sí que se precia de tener una letra patriótica. A este tema ya le dediqué una entrada que podéis revisar aquí.
https://riverofcountry.wordpress.com/2014/04/22/el-otro-deep-purple/
Gene Autrey, una de las principales figuras de los años 40, alcanzó un gran éxito –otro más– con At Mail Call Today. El narrador recibe en el frente una carta de su novia, en la que le anuncia que ha encontrado a otra persona y que lo suyo se ha terminado.

Una vez liquidado el frente occidental, la guerra prosiguió en el Pacífico. La siguiente canción hace referencia al momento en que Estados Unidos ondea la bandera de las barras y estrellas en Iwo Jima. Se titula Stars and Stripes in Iwo Jima, y esta es la versión de Bob Wills.

Paralelamente a la lista Billboard de country, corría la de música folk, donde triunfó este mismo tema, Stars on Stripes on Iwo Jima, esta vez en la versión de Sons of the Pioneers. ¿Cuál de las dos preferís vosotros?

In illo tempore, los enemigos públicos número 1 eran Hitler e Hirohito. La siguiente canción, Hitler’s last letter to Hirohito, de Carson J. Robison, también se aupó a lo más alto de la lista Billboard de música folk. Imagina con humor lo que Hitler le escribiría a Hirohito en una carta, que garabatea desde su búnker (porque en Berlín ya no queda ni una oficina de correos). El Führer lo compara con Mussolini y lo tilda de cobarde, por acoquinarse ante los reveses. Teme exiliarse allí si ocurre lo peor, y, en la posdata, le informa de que se ha afeitado el bigote para que Stalin no sepa quién es quién cuando ambos sean derrotados. Le hubiera gustado hacerse un lifting de cara, pero teme que lo que le van a hacer es un lifting de cuello.

Hay que reconocer que la paz impuesta tras la Segunda Guerra Mundial ha sido duradera, pues no ha habido otro conflicto de alcance en suelo europeo, a excepción de la Guerra de Yugoslavia y los enfrentamientos en el este de Ucrania. Seamos optimistas por un día, hoy toca, y confiemos en que no vuelvan a cabalgar por Europa los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Ronnie Milsap, el cantante ciego

Ronnie Milsap
El protagonista de hoy nació en Carolina del Norte en 1943. Sufría una enfermedad congénita y se quedó sin visión a temprana edad. Fue educado por sus abuelos –su madre lo había abandonado–, hasta que ingresó en un colegio especial para ciegos, donde estudió música clásica y se especializó en tocar el piano.
Le interesaban todos los estilos: el góspel, el rhythm and blues, el country, el rock and roll…, y, a principios de los años sesenta, se lanzó profesionalmente a la música. Su primer single data de 1963, si bien el éxito le llegó al trasladarse a Nashville. En 1971 salió su primer LP y quiso el azar que conociera a Charley Pride, quien le recomendó para su sello, la RCA de Chet Atkins, con la que firmó un contrato en 1973. Su carrera subió como la espuma –a lo largo de su vida ha tenido 40 números 1, sólo por detrás de George Strait y Conway Twitty–.
En 1975 ganó el primero de sus seis Grammy y, en los ochenta, siguió cosechando éxitos con títulos como She Keeps the Home Fires Burning, In love o Snap your Fingers. En 1993, dejó la RCA para fichar por Liberty Records, donde su éxito no fue ni mucho menos comparable al que había tenido antes. Hoy, sigue en activo y en abril de este año entró en el Salón de la Fama de la Música country.
Su single It was almost like a song (1977) fue el mayor éxito de su carrera. La balada, escrita por Hal David y Archie Jordan, llegó al número 1 de la Billboard. La letra habla sobre la felicidad que experimentó el narrador con un nuevo amor, a quien compara con una canción. Cuando se separan, su corazón roto llora por ella “casi como en una canción”, pero ésta “demasiado triste para escribirla”. Años después, en 1990, Milsap utilizaría este título para su autobiografía.

Dionne Warwick, que interpretó otras composiciones de David, también puso voz a ésta de manera espléndida.

Es una balada lenta que se presta a otros estilos. El cantante de jazz Johnny Hartman nos dejó una versión que el gran Clint Eastwood incluyó en la banda sonora de su película Los puentes de Madison

Escuchemos a Johnny Mathis, esta vez con un estilo más soul.

Canciones para enmarcar. Jaime Urrutia, 2014

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De nuevo, una recomendación literaria con la que espero resolver vuestras dudas sobre el mejor regalo para estas Navidades. Su autor es Jaime Urrutia, y no voy a perder el tiempo presentando aquí su currículum. ¿Quién no conoce a Jaime Urrutia? De verdad, si alguno de vosotros no ha oído aún sus mejores canciones –¿pero es que tiene alguna que no lo sea?– solo puedo exclamar: “¡Qué barbaridad!”.
El libro en cuestión es Canciones para enmarcar y lo ha publicado Larousse Editorial, que sabe de estas cosas. Se trata de una selección de cincuenta y tantos títulos –como los años que tiene el autor, qué curioso– y que hará las delicias de todos los amantes de la música. Os lo prometo.
Porque Jaime Urrutia, rockero y tal, es sobre todo un tipo “open-minded”, que no se cierra a nada salvo a la pereza intelectual. Hay de todo en Canciones para enmarcar: rock, pop, soul, jazz, copla, músicas del mundo y, por supuesto, country. El “álbum” se abre con A Summer Place, de Percy Faith y su orquesta, y se cierra con Just like a woman, de Bob Dylan. Y, entre medias, sí, clásicos que ya conocemos en este blog como Proud Mary, de la Creedence, que os voy a pinchar en esta entrada, Crazy, de Patsy Cline, Sweet Home Alabama, de Lynyrd Skynyrd, y I walk the line, de Johnny Cash.
Hay una diferencia sustancial entre este libro y otros que se arriman a su ascua: Jaime Urrutia no se pasa con los datos o los nombres propios, sino que nos habla desde su experiencia y nos descubre cómo estos temas lo han ido construyendo como artista y como persona. La música, me parece, es una arquitecta del alma. Por eso, Canciones para enmarcar es sobre todo un libro de sensaciones y recuerdos, en el que su autor conjura a los ángeles que lo han llevado en volandas por los cielos de la felicidad. Leyendo Canciones para enmarcar, uno siente, entonces, que está leyendo la autobiografía de Jaime Urrutia pero, de repente, comprende que no es así. Que, en realidad, este libro es también nuestra autobiografía. Porque, ¿quién no se llevaría California Dreamin’ a una isla desierta? ¿O quién no cree que Aretha Franklin es pura magia vocal (y consonante)? ¿O quién puede concebir a Elvis sin In the ghetto?
Canciones para enmarcar incluye también un cuadernillo central a modo de álbum personal con ilustraciones a todo color. Si leéis este libro y de verdad “estáis preparados para flipar”, “vais a ser testigos de algo especial”.

Canciones para enmarcar
Jaime Urrutia
240 págs. 14,90 euros.
Larousse Editorial. Barcelona (2014).

Y os dejo, ahora sí, con Proud Mary, de la Creedence.

Un todoterreno en concierto

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Claude Russell Bridges, más conocido por su nombre artístico, Leon Russell, es un músico incansable: inició su carrera allá por 1956, a los 14 años, y todavía a sus 72 (¡casi seis décadas después!) sigue en activo.
Los fans del country en España estamos de enhorabuena, ya que, en el marco del festival Leyendas con Estrella, Russell actuará por primera vez en nuestro país. En concreto, ayer día 8 lo hizo en Madrid y hoy se desplaza a Bilbao para ofrecernos una muestra de su arte.
Russell nació en Oklahoma y, en su adolescencia, se trasladó a Tulsa, donde empezó a tocar en clubes nocturnos. En los años sesenta empezó a trabajar con Phil Spector y colaboró estrechamente con Joe Cocker. En su extensa carrera ha colaborado también con grandes de la talla de Ray Charles, Gram Parsons, Elton John, Willie Nelson, Frank Sinatra, The Byrds o los Rolling Stones, por citar solo unos pocos.
Leon nunca se ha puesto límites: se ha dedicado al gospel, al country, al folk, al rhythm and blues y, cómo no, al rock (en 2011 fue presentado en el Rock and Roll Hall of Fame). Y ha ejercido de productor, arreglista, cantante, pianista…, es decir, todo un todoterreno musical.
Escuchemos una de sus composiciones más emblemáticas, A song for you (1970), en la que demuestra su competencia al piano. Es la canción que abre su disco Leon Russell, y posteriormente sería versionada por Ray Charles, Donny Hathaway o Amy Winehouse. He aquí la original.

El country en Eurovisión

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El sábado pasado tuvo lugar el festival de la canción más seguido del continente europeo, con Dinamarca como país anfitrión.
Esta edición, la número 59, ha contado con la participación de 37 canciones, 11 de las cuales fueron eliminadas en las dos semifinales previas.
Mucho se ha escrito y mucho se ha hablado sobre el dudoso buen gusto de este festival en su ya larga trayectoria. Dejando aparte a la ganadora del certamen, Austria, que no pasará a la historia precisamente por sus méritos musicales, el concurso se ha caracterizado, como casi siempre, por una sucesión de canciones pop y, en ocasiones, excesivamente discotequeras, del todo efímeras.
Pero centrémonos en el country, que, aunque es un género minoritario, casi testimonial, en Eurovisión, ha sumado este año dos representantes: Malta y Países Bajos.
La canción de Malta se titulaba Coming Home. Obra de la banda de country rock Firelight, fue compuesta y escrita por Richard Micalief, y acabó en el puesto 23 de 26. En verdad, no es una canción muy destacable.
Todo lo contrario que el tema de Países Bajos: Calm after the storm, una agradable balada country que ha alcanzado el número 1 en las listas en su país y el 15 en la vecina Flandes, lo que no está nada mal. La canción fue compuesta por el dúo holandés The Common Linnets, formado por Ilse Delang y Waylon, y en el festival ha acabado como subcampeona, tras la sobrevalorada Rise like a Phoenix, de Conchita Wurst.
La letra cuenta la historia de una pareja que ha pasado por graves dificultades. Ahora ella va conduciendo sola por la autopista, pensando con nostalgia en él.

Tennessee Waltz. Pee Wee King, 1946

Al igual que You are my sunshine es una canción asociada al Estado de Alabama, esta, por razones evidentes, figura en el código genético del de Tennessee. La canción fue compuesta en 1946 con música de Pee Wee King y letra de Redd Stewart, pero no fue grabada hasta el año siguiente por Cowboy Copas. No fue esta versión, sin embargo, la más famosa, sino la que hizo en 1950 la cantante de country Patti Page, fallecida el 1 de enero de 2013, y número 1 durante 13 semanas. Verdaderamente, su interpretación es conmovedora.
Cuenta la leyenda que esta canción fue compuesta en un tiempo récord en una limusina de camino al Grand Ole Opry, el teatro donde históricamente se presentan los mayores éxitos de la música country, y que se la presentaron al editor musical Fred Rose, el compositor de Blue eyes cryin’ in the rain.
El gran año para esta canción fue 1950, cuando Mercury Records mostró su disposición a grabarla en la voz de Patti Page. A lo largo de los años, el tema ha sido versionado por multitud de artistas, como Norah Jones en 2002 o Leonard Cohen, quien la incluyó en su disco Dear Heather de 2004.
La letra es aparentemente sencilla. Cuenta cómo una noche en la que el narrador está bailando con su chica el vals de Tennessee se encuentra con un amigo. Su buena educación hace que se la presente (¿pecando tal vez de ingenuo?) y el compadre, en una vil artimaña más vieja que la historia de la humanidad, le roba a su amor.