Un escritor fantasma en el cielo

paul gilley
Hoy vamos a abordar un nombre bastante desconocido de la historia del country, pero que contribuyó, sin embargo, a definir las canciones de algunos de los grandes como Hank Williams, Ray Price o Carl Smith. A todos ellos les une que grabaron canciones escritas por el protagonista de hoy, Paul Gilley.
Paul fue un gran escritor de canciones –solo se ocupaba de la letra, dejaba la música a compositores como Carter Gibbs o Frank Kratz–, pero nunca apareció en los créditos de las mismas, ya que las vendía a artistas muy conocidos en la época. Y se ganaba la vida bastante bien, ya que, según algunas fuentes, le llegaban a pagar entre 50 y 400 dólares por canción, una cantidad nada desdeñable.
Paul Gilley nació en 1929 en una pequeña población de Kentucky. Fue al colegio en una localidad cercana y allí despuntó su faceta creativa. Lo que más le gustaba era escribir poesía y hasta se hizo socio de la Asociación de Poesía de América. A mediados de 1950, se cuenta que quedó con Hank Williams en la estación de autobús de Nashville, donde este le compró Cold, Cold Heart (aquí la podéis volver a escuchar). Hank conocía el gran talento de Gilley como letrista, pues ya había grabados dos temas suyos: They’ll Never Take Her Love from Me (1950) y I’m so Lonesome I Could Cry (1949), esta última ya escuchada aquí.
Un día de junio de 1957 Gilley murió ahogado en el estanque de una granja de un familiar suyo. En un arranque de desesperación, su madre quemó todos los manuscritos de su hijo, con los cuales se podría haber probado sin lugar a dudas que había sido el artífice de tantas y tantas canciones icónicas del country.
En 2012, el historiador musical W. Lynn Nichol escribió un libro sobre la figura de Paul Gilley que, parafraseando la canción Ghost Riders in the Sky, llevaba por título Paul Gilley: The Ghost Writer in the Sky, en el que recababa testimonios de varios coetáneos que avalaban la tesis de que su pluma estuvo detrás de alguna de las canciones más emblemáticas del género. Escuchemos ya algunas de las que se le atribuyen.
En 1950 Hank Williams grabó They’ll Never Take Her Love From Me.

Otro «hijo» suyo podría ser Crazy Arms, popularizado por Ray Price en 1956, aunque la canción fue escrita por Gilley en 1949.

El primero en grabar I Overlooked an Orchid fue Carl Smith en 1950. Años más tarde, sería un gran éxito para Mickey Gilley, sin ninguna relación con Paul. Esta es la grabación original.

Sigamos con Carl Smith, que, al año siguiente, grabó If Teardrops Were Pennies. El narrador se lamenta de las tristezas que le ha causado su pareja al abandonarle: «Si las lágrimas fueran peniques y los corazones rotos fueran oro, tendría todas los tesoros que mis bolsillos podrían albergar».

Antes de dedicarse a la política, el senador Bobby E. Denton fue cantante de country y, en 1956, grabó A Fallen Star, en la que compara a su amada con «una estrella caída de la Vía Láctea».

Slim Willet figura como creador de Don’t Let the Stars Get in your Eyes, que también le compró a Gilley. Grabada en multitud de estilos, el protagonista de esta animada canción le pide a su novia que le sea fiel durante su ausencia: «No dejes que las estrellas nublen tus ojos ni que la luna rompa tu corazón». Os dejo con la versión de George Jones.

Aunque en los créditos de When it’s Springtime in Alaska aparezca Tillman Franks, se cree que su autor fue Paul Gilley. La letra nos presenta a un buscador de oro en Alaska que asegura que en primavera la temperatura allí es de 40 grados bajo cero. Escuchemos a Johnny Horton, que la grabó en 1958.

Disco del mes (julio)

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Este mes Charley Pride, uno de los grandes veteranos del country, ha sacado a sus 79 años un nuevo disco, Music in my Heart.

Pride fue el primer cantante negro en abrirse camino en esto del country y el pasado año cumplió nada menos que medio siglo sobre las tablas. Seis años después de su último trabajo, Choices, Music City Records presentó el pasado 7 de julio esta obra, en la que, a diferencia de tantas figuras actuales del country, Pride, ganador de tres Grammys, se mantiene fiel al sonido del country tradicional.

El autor confía en que sus fans no tengan que esperar tanto tiempo para disfrutar de su próximo lanzamiento, en el que ha estado trabajando simultáneamente y que posiblemente salga a la luz el año que viene.

Producido por Billy Yates, entre los compositores que han colaborado en Music in my Heart destacan Bill Anderson, Johnny Matthis, Tommy Collins y Ben Peters.

El tema con el que se cierra el álbum es precisamente el que le da título. Se trata de una canción de ritmo alegre, una celebración del amor que siente, que hace que tenga “música en el corazón”.

En You Lied to Me, escrita por Bill Anderson, el narrador recrimina a su pareja que lo abandonara diciéndole que con el tiempo la olvidaría. No ha sido así.

La letra de You’re Still in These Crazy Arms of Mine hace referencia al clásico de los 50 Crazy Arms, de Ray Price (que podéis escuchar aquí). El cantante evoca un amor de juventud y celebra que su amada esté todavía en sus brazos.

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Ray Price

Para empezar hablando sobre las personalidades de la música country, qué mejor que dedicar un espacio a la memoria de Ray Price, fallecido el 16 de diciembre de 2013. Tal día como hoy, 12 de enero de 2014, este compositor y cantante habría cumplido 88 años.
La infancia de Ray transcurrió en el medio rural, ya que nació en un condado de Texas. Antes de empezar en el mundo de la música sirvió en los marines durante la Segunda Guerra Mundial y, al volver a su tierra natal, fue contratado por una emisora local de Abilene (Texas). La industria discográfica de la música country se encontraba en Nashville (Tennessee), donde encaminó sus pasos a principios de los años 50. Allí compartió habitación por un breve tiempo con el mismísimo Hank Williams. Su relación de amistad fructificó y, cuando Williams murió, Ray dirigió durante un tiempo la banda que el difunto había creado, Drifting Cowboys («Vaqueros vagabundos»). Poco después, formó su propio grupo, The Cherokee Cowboys, con miembros de la talla de Roger Miller, Willie Nelson o Johnny Paycheck.
A partir de los 60, Price empezó a coquetear con el sonido Nashville, en auge en aquel momento, y nos legó versiones de clásicos como el intemporal tema irlandés Danny Boy y For the good times. Sus grabaciones más famosas fueron Release me, Crazy Arms o Heartaches by the number, entre muchas otras.
Posteriormente, en los años 80 se dedicó a grabar temas de música gospel, como el archiconocido Amazing Grace y otros como What a friend we have in Jesus o Rock of ages. Su carrera fue incansable, ya que actuó hasta poco antes de su muerte; su último álbum fue Last of the breed, de 2007. Siguió dando conciertos hasta que le fue diagnosticado un cáncer de páncreas, como resultado del cual falleció en su rancho de Texas.
Puede que Ray Price haya muerto, pero sus canciones nunca morirán. Y, si no, escuchen su magnífica interpretación de Crazy Arms, en 1956, en el Grand Ole Opry.