Disco del mes (junio)

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Que Willie Nelson saque un nuevo disco ya es en sí una buena noticia para todos los amantes del country, y cuando el disco es tan bueno como Ride Me Back Home la noticia se convierte en un acontecimiento. A sus 86 años, Nelson sigue imparable y tan prolífico como siempre, solo nueve meses después de su particular tributo a Frank Sinatra con su álbum My Way. El 21 de junio apareció Ride Me Back Home de la mano de Legacy Recordings y de su productor, Buddy Cannon con el que Willie pretende cerrar su trilogía sobre la «mortalidad», que inició hace dos años con God’s Problem Child y continuó, en 2018, con Last Man Standing.
El primer single ha sido el tema que le da título, Ride Me Back Home, una canción expresamente escrita para el disco por Willie Nelson y Sonny Throckmorton. Haciendo una analogía entre los caballos, que por razón de edad dejan de ser útiles, y el envejecimiento de las personas, reflexiona sobre la edad: «Ahora no te necesitan, no hay nadie que te alimente, hay vallas por donde solías cabalgar, ojalá pudiera reunir a todos tus hermanos, me llevarías cabalgando de vuelta a casa».

Otra de las canciones, todo un clásico, es It’s Hard to Be Humble, con una letra llena de humor, como prueba el estribillo: «Dios, es difícil ser humilde cuando eres perfecto en todos los sentidos. No puedo esperar a mirarme en el espejo porque cada día soy más guapo. Es difícil ser humilde pero hago lo que puedo». Mac Davis la escribió hace casi 40 años y, para esta versión, Willie ha contado con la colaboración de sus dos hijos, Micah y Lukah Nelson.

Otra versión que podemos disfrutar en este trabajo es My Favorite Picture of You, una balada de Guy Clark de 2013 de la que Nelson ha dicho que es una de sus preferidas del disco.

Terminemos con otra canción original que reflexiona sobre el paso del tiempo, Come on Time. Aunque la letra pueda parecer un tanto oscura, la melodía no lo es en absoluto. El protagonista mantiene un diálogo con su viejo amigo, el tiempo, al que reta esperando burlarse de él una vez más: «Ven, tiempo, te he vencido en otras ocasiones, tomaré tus sabias palabras y las haré rimar». Pero, finalmente, reconoce que el tiempo le ha puesto en su sitio y parece que le está ganando la carrera.

Ride Me Back Home en Amazon

Un batería muy prolífico

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El 12 de marzo recibíamos la noticia de la muerte de Hal Blaine. Su dedicación a la batería fue tan extensa, que algunas fuentes hablan de que su trabajo puede escucharse en nada menos que 6.000 singles, 150 de los cuales llegaron al Top 10 y, de ellos, 40 al número 1.
Así que, a poco que indaguemos en su discografía es fácil encontrar algún tema de country en el que se pueda gozar de su arte; aunque, dada la ingente cantidad de grabaciones que hizo, lo cierto es que tocó todos los palos. Por eso, en esta entrada, escucharemos también canciones rock y pop que merecen ya el adjetivo de clásicas. Blaine tocó junto a Elvis Presley, Frank Sinatra, Sonny & Cher, The Byrds, Barbra Streisand y Simon y Garfunkel, entre muchos otros.
En cuanto a la música country, colaboró en repetidas ocasiones con John Denver. Por ejemplo, en Thank God I’m a Country Boy (1974), sobre las bondades de ser un chico de campo.

O en I’m Sorry (1975), que Denver estructura como una disculpa a su pareja, a la que tiene un tanto abandonada.

La cara B de la canción anterior es Calypso, que Denver escribió como homenaje a Jacques Yves Cousteau (Calypso era el nombre del barco en el que este hacía sus expediciones).

«Tú llenas mis sentidos como una noche en el bosque, como las montañas en primavera, como un paseo bajo la lluvia». Así empieza Annie’s Song, en la que también se reconoce la perfección de Blaine a la batería.

Salgamos ahora del terreno country. Brian Wilson ha sido uno de los músicos que se ha apresurado en alabar la figura de Blaine al conocer su muerte: «Fue un gran músico y un gran amigo… Hal me enseñó muchas cosas y tuvo mucho que ver con nuestro éxito… fue el mejor batería de la historia». Con él colaboró en la famosa Good Vibrations (1966).

También en el primer número 1 de los Beach Boys, I Get Around (1964).

The Byrds fue un emblemático grupo de rock de los 60 hasta su disolución a principios de la década siguiente. Uno de sus mayores éxitos fue Mr. Tambourine Man (1965).

Una de las canciones más conocidas de Frank Sinatra es Strangers in the Night. Lo que no es tan conocido es que Hal Blaine tocaba la batería en esta melodía.

Otro de los grandes clásicos del siglo XX, obra de The Carpenters, es Close to You.

También Simon and Garfunkel le deben parte de su popularidad. En Mrs. Robinson, canción que aparece en la banda sonora de la película El graduado (1967), toca Hal Blaine.

Otro de los temas más reconocibles de este dúo es Bridge Over Troubled Water, grabada en 1969. Hal Blaine también puso aquí su granito de arena.

Willie Nelson lo hace «a su manera»

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Entre los discos destacados de este mes es difícil decidirse por uno solo, así que hoy os voy a hablar de un trabajo que, desde luego, no podía pasar desapercibido para River of Country, y en la siguiente entrada del álbum de otra leyenda viva del country.

Empezamos por la última obra de Willie Nelson (y su segundo disco de este año: cada vez trabaja más nuestro Willie). El pasado 14 de septiembre apareció My Way, una colección de once canciones en homenaje a Frank Sinatra. Producido por Buddy Cannon y Matt Rollins, ha visto la luz en Legacy Recordings. Ambos iconos, Willie y Frank, se profesaban mutua admiración e incluso trabajaron juntos en una serie de conciertos en un hotel de Las Vegas en 1980; además, grabaron una serie de anuncios para la NASA.

Para Willie Nelson, el Gran Cancionero Americano o Great American Songbook “es un pozo profundo, porque las buenas canciones nunca mueren. Si era buena hace 100 años, lo sigue siendo hoy”. No es la primera vez que Nelson dedica un disco en exclusiva al Great American Songbook. Ya lo hizo, por ejemplo, en Stardust (1978), Night and Day (1999) o, más recientemente, en Summertime: Willie Nelson Sings Gershwin (2016).

En nuestro disco encontramos, por ejemplo, un dúo con Norah Jones, con quien interpreta What is this thing called love, compuesta por otro de los grandes del siglo XX, Cole Porter. Hasta la fecha han aparecido tres singles, que son los primeros que vamos a escuchar.

Cuando se anunció la producción del disco, en julio pasado, pudimos disfrutar ya del primero de ellos, Summer Wind, escrita por Heinz Meier y Johnny Mercer. La canción había aparecido anteriormente en alemán con el título Der Sommerwind, pero fue la interpretación de Sinatra la que le dio fama.

A finales del mes siguiente, llegó I’ll Be Around, obra de Alec Wilder de 1942.

El tercer single lleva por título One for my baby (and one for the road), un clásico de Harold Arlen y Johnny Mercer que apareció en el musical The Sky is the Limit (1943) y que cantó por vez primera Fred Astaire. Posteriormente, Sinatra la grabó en varias ocasiones a lo largo de su carrera.

George e Ira Gershwin escribieron A Foggy Day para la película Señorita en desgracia (1937). Su letra hace referencia a esos días de niebla tan característicos de Londres: “Un día de niebla en Londres me tenía deprimido, pero de repente te vi y a través de la ciudad el sol brillaba por todas partes”, dice.

Otro clásico de la canción nostálgica es It was a very good year, de Ervin Drake (1961), en la que el protagonista recuerda con felicidad distintos momentos de su vida; ahora que ha envejecido, los considera “como el vino añejo”. La grabación de Sinatra le reportó en 1965 un Grammy a la mejor interpretación vocal. Os dejo con la versión de Nelson.

Termino por hoy con el tema más conocido de Sinatra, My Way, con letra de Paul Anka basada en la canción francesa Comme d’habitude, que popularizó Claude François. Sinatra la grabó en 1969 y, en 2018, Willie Nelson nos regala esta versión.

Nos volveremos a encontrar

 

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Hoy toca desviarnos un poco del camino, ya que hablaremos de una cantante que no se dedicó a esto del country, aunque no dejaremos de escuchar versiones de sus temas más famosos en la voz de personalidades de este género. Vera Lynn, nuestra protagonista, fue todo un fenómeno de la música popular allá por los años 40, y si hablamos de ella en este blog es porque justo hoy cumple 100 años. Un desvío más que justificado, pues.

Nacida en un barrio de Londres en 1917, saltó a la fama cuando, a sus poco más de 20 años, grabó We’ll meet again, escrita en 1939 por Ross Parker y Hughie Charles, y empezó a ser conocida como «la novia de las Fuerzas Armadas». A muchos de vosotros, especialmente a quienes vengáis del rock, su nombre os sonará por la referencia que hace Pink Floyd en The Wall, concretamente en Vera, donde se pregunta: «¿Recuerda alguien aquí a Vera Lynn? ¿Recordáis cómo decía que nos volveremos a encontrar un día soleado?». Si, por el contario, lo vuestro es más el cine, habréis escuchado su canción más emblemática, We’ll Meet Again, en ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964), de Stanley Kubrick.

En una entrevista concedida en 2009, Lynn explicó que intentaban elegir con el mayor cuidado sus canciones, para que fueran alegres y los soldados que añoraban a sus mujeres y novias se identificaran con ellas. Pues bien: a juzgar por el éxito que tuvo, lo consiguió.

En primer lugar, vamos a escuchar su canción más emblemática, We’ll Meet Again (1939). Se trata de un tema nostálgico en el que un soldado que va a partir a la guerra consuela a sus allegados en el trance de la despedida, diciéndoles que volverán a encontrarse un día soleado, no sabe dónde ni cuándo; y los invita a seguir sonriendo hasta que los cielos azules, con su fuerza, alejen las nubes negras.

Tres años después, la melodía cruzó el Atlántico rumbo a Estados Unidos, y Benny Goodman grabó el tema con la aportación vocal de Peggy Lee.

Escuchemos ahora la versión de Frank Sinatra en su disco Frank Sinatra Sings Great Songs from Great Britain (1962).

Y disfrutemos, como apunté al principio, de una interpretación country de altura, la de Johnny Cash, en una de sus últimas grabaciones. Apareció en American IV: The Man Comes Around (2002). Cash moriría al año siguiente, lo que aporta un significado más hondo a la letra.

Vamos ahora con otro hit de nuestra estrella, The White Cliffs of Dover, que grabó en 1942. Escrita el año anterior por Walter Kent y Nat Burton, se convirtió también en una de las enseñas musicales de la Segunda Guerra Mundial. Aquí, un soldado recuerda cómo sobrevuelan los pájaros sobre los acantilados blancos de Dover.

En América, la orquesta de Glenn Miller acompañó a la voz de Ray Eberle.

Al igual que sucedía con We’ll Meet Again, esta también fue grabada por uno de los grandes del country de la década de los 50 y 60, Jim Reeves.

Vera Lynn grabó A nightingale sang in Berkeley Square, de Eric Maschwitz y Manning Sherwin, en 1940. Otra canción nostálgica en la que el protagonista recuerda cómo conoció a su mujer en Mayfair mientras un ruiseñor cantaba en Berkeley Square.

Bobby Darin la incluyó en Oh! Look at me now (1962).

Otro de los temas con que asociamos a Vera Lynn es There’ll Always Be an England, canción patriótica escrita durante el verano de 1939. El momento no podía ser más oportuno, y la guerra, que estalló en septiembre de ese año, se ocupó de convertirla en un éxito. Sus autores fueron los mismos de We’ll Meet Again, Parker y Charles. Despidámomos con la voz de Vera Lynn… ¡y que cumpla muchos más!

 

La canción de la penitenciaría

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Hoy os voy a hablar de una canción folk interpretada por un músico de blues con una curiosa historia detrás.
El músico atiende al nombre de Huddie William Ledbetter, más conocido como Leadbelly, nacido en Louisiana en 1889. En su juventud, sorteó más de una vez las rejas por su carácter pendenciero. Al fin, en 1918 fue encarcelado por primera vez, acusado de asesinato. No llegó a cumplir íntegramente su pena, tanto por su buena conducta como porque, según cuenta la leyenda, el entonces gobernador de Texas lo indultó merced a la admiración que profesaba a su música. Pocos años después, en 1930, y en su Louisiana natal, pasó otra temporada a la sombra, esta vez por intento de homicidio.
Allí, los folkloristas John y su hijo Adam Lomax, que como en la película Un rostro en la multitud iban recorriendo prisiones a la caza de talentos locales, lo descubrieron. Fue entonces cuando entró en escena la canción que vamos a escuchar, Goodnight Irene, que Leadbelly cantó para ellos y que, en cierto modo, lo salvó por segunda vez de su condena (los Lomax recomendaron al gobernador su libertad, que ellos mismos supervisarían, y Leadbelly llegó a ser su chófer), si bien la razón oficial fue de nuevo su buen comportamiento.
Se cree que el tema fue compuesto a finales del siglo XIX por Gussie L. Davis. Leadbelly la aprendió de sus tíos, y, en cualquier caso, fue él quien la grabó por primera vez y reescribió su letra, de modo que se suele considerar de su autoría. A esta grabación seguirían otras como Cotton Fields, Midnight Special o In the Pines, todas ellas escuchadas en River of Country. Goodnight Irene es una canción de amor en la que el protagonista asegura que no dudaría en quitarse la vida si su mujer lo dejara.
Escuchemos, en primer lugar, la original de Huddie Ledbetter Leadbelly, en una de sus múltiples grabaciones, esta de 1935.

Tras la muerte de Leadbelly, el grupo folk The Weavers, del que formaba parte el legendario Pete Seeger, recuperó el tema en 1950.

Frank Sinatra la incluyó en su repertorio ese mismo año, siendo uno de los pocos temas folk que grabó en su vida.

Dos estrellas del country, Ernest Tubb y Red Foley, hicieron su propia versión también en 1950.

Uno de los grandes exponentes del sonido Nashville, Jim Reeves, la grabó en Girls I Have Known (1958).

Esta es la versión del grupo folk más famoso de los años 60, Peter, Paul and Mary.

Johnny Cash la incluyó en The Original Sun Sound of Johnny Cash (1964).

Sirva esta versión como homenaje a Leon Russell, fallecido el pasado 13 de noviembre. Su versión pertenece al disco Hank Wilson’s Back (1973).

Ry Cooder, acompañado al acordeón por Flaco Jiménez, la grabó para su Chicken Skin Music (1976).

Por último, os dejo con Boxcar Willie en Boxcar´s Best (1997).

This Time. Dwight Yoakam, 1993

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Escuchemos hoy extractos del quinto álbum de Dwight Yoakam, que puso punto final a los casi tres años sabáticos que este artista se tomó entre octubre de 1990 y marzo de 1993.
La espera mereció la pena. Yoakam ahondó en este trabajo en su vertiente más tradicional y nos brindó una perfecta fusión entre el honky-tonk, el rock, el pop y el soul. A esta amalgama contribuyó que el disco estuviera producido por Pete Anderson, un gran guitarrista que además es toda una institución en la producción –ha trabajado con figuras de la talla de Lucinda Williams, Roy Orbison, Buck Owens o, más recientemente, Mark Chesnutt–. Editado por el sello Reprise –que había sido fundado por Frank Sinatra en 1960–, del álbum salieron nada menos que cinco singles, y Dwight vendió más de 3 millones de copias en Estados Unidos. Escuchemos ya algunos de sus temas.
Se abre con Pocket of a Clown, escrito por él mismo y que se recuerda, sobre todo, por incluir un coro de doo-wop (aunque, en mi opinión, habría sido mejor eliminarlo). En la letra el protagonista se siente diminuto y triste como en el bolsillo de un payaso: «Dentro de la memoria del pasado viven los amores que no duraron y los dulces sueños empiezan a desvanecerse realmente rápido».

Otra de sus composiciones en solitario es A Thousand Miles from Nowhere, en la que el narrador confiesa su indiferencia por el mundo tras su reciente ruptura. El tema fue utilizado en los títulos de crédito de la película Red Rock West, en la que Dwight Yoakam tenía un papel secundario.

La canción que da título al disco, This Time, es la única de las que vamos a escuchar que no apareció como single. Escrita por Yoakam junto con Kostas Lazarides, un compositor country de origen griego, se centra en un tipo que, aunque sabe que su relación no tiene futuro y solo le traerá sufrimiento, no puede evitar continuar con la misma. “Esta vez será la última que gritaré su nombre, que jugaré a su juego, que soportaré este dolor”.

La que sigue es, a su vez, la única en cuya composición no intervino Yoakam. Ain’t that Lonely Yet fue escrita por Kostas Lazarides y James House y habla de un hombre que ha dejado a su mujer, y esta le acosa con notas y llamadas para que vuelva. Él se mantiene firme.

Fast as You es uno de los temas más rock del disco. Comparte inquietudes con el anterior: un hombre dominado por su pareja fantasea con recuperar su libertad y vengarse así de ella. “Quizá algún día sea fuerte, quizá algún día serás tú la que llore, quizá algún día yo también rompa corazones”.

Por último, escuchemos otra colaboración entre Yoakam y Kostas, Try not to look so pretty, en la que el primero demuestra sus excelentes dotes vocales.

Darius Rucker o cómo empezar en el rock y terminar en el country

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Darius Carlos Rucker nació en Charleston, Carolina del Sur, en el seno de una familia afroamericana pobre en 1966. A su padre lo veía solo en la iglesia, cuando cantaba los domingos en su grupo gospel The Rolling Stones. Fascinado por la música, Darius creó un grupo rock en 1986, Hootie and the Blowfish, con el que grabó seis discos hasta su disolución.
Frank Sinatra se fijó en él, y lo invitó a cantar en su ochenta cumpleaños. Su debut en solitario le llegó con el álbum Back to then (2002). Tras un período de reflexión, se fue acercando más y más al country, y en 2008 sacó su primer disco en este estilo, Learn to Live, y su éxito –tres de sus singles llegaron al número 1– le abrió las puertas del Grand Ole Opry. Fue el primer artista country afroamericano desde Charley Pride, a principios de los 80, que colocaba un tema en el número 1.
Su último trabajo es el single If I Told You, que apareció en julio y formará parte de su quinto álbum country, aún en preparación.
Escuchemos Alright, perteneciente a su disco Learn to Live (2008). Escrita por Rucker y Frank Rogers, el protagonista se muestra agradecido por todo lo que tiene y no necesita ningún tipo de lujos. «No necesito hoteles de cinco estrellas, no necesito caviar ni Don Perignon, no necesito un concierto en la ciudad, tengo un estéreo con lo mejor de Patsy Cline, tengo un techo sobre mi cabeza, zapatos bajo mis pies y a la mujer que amo a mi lado».

Guitars, Cadillacs, Etc., Etc. Dwight Yoakam, 1986

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Con el disco de hoy debutó uno de los grandes del country actual, Dwight Yoakam, de 59 años. Guitars, Cadillacs, Etc., Etc. fue grabado en Hollywood y editado por la discográfica Reprise, un sello fundado en los años 60 por Frank Sinatra. Coincidiendo con su vigésimo aniversario, en 2006 apareció su edición Deluxe.
El álbum, que nació como un EP de un sello local de California, contribuyó a revitalizar el sonido Bakersfield gracias al principal guitarrista de Dwight, Pete Anderson, quien además se encargó de producirlo. Fue, sin lugar a dudas, uno de los mejores debuts de la historia del country.
Honky Tonk Man, la canción con la que se abre el disco, fue su primer single. Encuadrada dentro del rockabilly, fue popularizada por Johnny Horton en 1956, pero la versión de Yoakam tuvo más éxito si cabe, hasta el punto de que la original quedó eclipsada por ésta. La letra habla de una vida de sana adicción al honky-tonk y a las chicas, y el protagonista se pregunta qué hará cuando se quede sin dinero.

Guitars, Cadillacs dio título al disco y se convirtió en su segundo single. A diferencia de la anterior, esta sí fue escrita por el propio Yoakam y se ha convertido en una de sus canciones más reconocibles. El narrador se siente deprimido por su reciente ruptura –“Chica, me enseñaste que esta ciudad puede hacer pedazos los sueños”–, y se aferra a las guitarras, los Cadillacs y la música hillbilly.

El tercer y último single fue It Won’t Hurt, en el que el narrador se refugia en la bebida para apaciguar el dolor. Al estar lo suficientemente bebido, “no me dolerá cuando me caiga del taburete del bar, no me dolerá cuando tropiece por la calle, este whisky alivia el dolor que tú me causas”.

Escuchemos ahora la novedosa versión que hizo Yoakam del clásico Ring of Fire, escrita por June Carter y Merle Kilgore en 1963 y grabada por Johnny Cash.

Dwight escribió Bury Me, que cantó a dúo con Maria McKee. En mi opinión, uno de los mejores dúos country de los 80. En este canto de amor a su estado natal, Kentucky, pide que le entierren bajo su cielo.

El otro Jimmie Rodgers

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Hoy os voy a hablar de una casualidad. A todos vosotros os sonará el nombre de Jimmie Rodgers, que murió de tuberculosis en 1933. Pues bien, sin ninguna relación con este, ese mismo año nació otro Jimmie Rodgers, que disfrutó de un éxito considerable a mediados de los 50 y principios de los 60 en la música pop, hasta que en 1967 un extraño incidente hizo que su salud (y, consiguientemente, su carrera) se resintieran.
A finales de 1956 Morris Levy fundó el sello Roulette Records y se lanzó a la caza de talentos. Se fijó en Jimmie Rodgers (a veces llamado Jimmie F. Rodgers para distinguirlo del padre de la música country). Levy, de acuerdo con investigaciones posteriores del FBI, estaba vinculado a bandas mafiosas de Nueva York. No pagaba derechos a sus artistas y los amenazaba si se atrevían a reclamar. Rodgers rompió con él y siguió su carrera con otras discográficas. Sin embargo, en 1967, mientras conducía de camino a casa sufrió el asalto de un desconocido (probablemente un asociado de Levy) que le provocó una grave fractura de cráneo de la que tardó años en recuperarse.
Levy moriría en 1990 en el curso de la investigación del FBI, antes de entrar en la cárcel, y años más tarde, en su autobiografía Dancing on The Moon, Rodgers detallaría todos estos sucesos. Actualmente vive alejado de la música. Escuchemos ya algunos de sus primeros éxitos.
Honeycomb, su primer número 1, pertenece a su disco de debut Jimmie Rodgers (1957). La canción fue escrita por Bob Merrill tres años antes. La letra habla de una chica tan dulce, que el protagonista la llama «panal» y fantasea con lo feliz que sería si se casara con ella.

Kisses sweeter than wine pertenece al mismo disco. Escrita en 1950 por The Weavers, la canción –al estilo de When I was 17, de Frank Sinatra– está narrada desde el punto de vista de alguien que, en el final de su vida, echa la vista atrás y recuerda, en este caso, el tiempo pasado al lado de su esposa y sus «besos más dulces que el vino».

Al año siguiente, Jimmie sacó otro álbum, His Golden Years, del que salieron tres singles (los tres compuestos por Al Hoffman, Dick Manning, Luigi Creatore y Hugo Peretti). El primero es Oh, Oh, I’m Falling in Love Again.

En Secretly, el narrador se pregunta por qué él y su pareja tienen que verse a escondidas y anhela hacerlo abiertamente.

Por último, escuchemos Are You Really Mine? Aquí, el protagonista no se termina de creer que su pareja sea realmente suya, aunque esta se lo asegura.

Country Urbano (XXIII)

PHOENIX
59. Talladega. En esta pequeña ciudad de Alabama, famosa por sus circuitos de carreras automovilísticas, Eric Church encontró la inspiración para este tema, que escribió con Luke Laird, mientras veía una de ellas por la tele. Perfilada en julio de 2012, apareció en su disco The Outsiders (2014) y, unos meses después, salió como single, convirtiéndose en uno de sus mayores éxitos; en marzo de 2015, había vendido ya más de medio millón de copias solo en Estados Unidos. Habla de unos amigos que viajan a este circuito tras su graduación, “antes de que empiece el mundo real”.

60. By the time I get to Phoenix. Vamos ahora a la ciudad del “Valle del Sol”, como se conoce a Phoenix por su clima propio del desierto. Jimmy Webb escribió esta canción tras romper con Susan Horton. Aquí, el protagonista abandona a su pareja, se lanza a la carretera y reflexiona: “Para cuando llegue a Phoenix se levantará, cuando llegue a Albuquerque estará trabajando y cuando llegue a Oklahoma estará durmiendo”. Tal como le corrigieron sus amigos, el itinerario es casi imposible por la distancia que separa esos lugares. En cualquier caso, constituyó todo un éxito, y el primero en grabarla, en 1965, fue Johnny Rivers.

Dos años más tarde, apareció la versión más popular de Glen Campbell en su álbum By the time I get to Phoenix, que se hizo con dos Grammys.

Desde la primera vez que la oyó, Frank Sinatra se enamoró de ella –llegó a decir que era la mejor canción de amor no correspondido jamás escrita–. ¿Escuchamos a La Voz?