There’s a Star Spangled Banner Waving Somewhere. Paul Roberts y Shelby Darnell, 1942

theres a star spangled
Hacía un año escaso que Estados Unidos había entrado en la guerra, por lo que no es de extrañar que proliferaran las canciones patrióticas. Este es un buen ejemplo de ello. La letra de There’s a Star Spangled Banner Waving Somewhere habla de que hay una bandera adornada de estrellas –la de Estados Unidos, claro– que ondea en algún lugar donde van los héroes de guerra. Y allí, obviamente, es donde quiere ir el narrador de la canción. Escuchemos algunas versiones del tema por distintos cantantes country.

La más popular fue la original de Elson Britt, quien empezó con muy buen pie en esto del country, aunque hoy esté un tanto olvidado: este fue su primer single y dos años después, en 1944, ya había vendido un millón de copias del mismo.

Gene Autry, del que hablamos no hace mucho con motivo del aniversario de su muerte, se alistó en el ejército al estallar la guerra. En esta grabación de radio, el locutor lo presenta como el sargento Gene Autry.

El primer single en 1943 del cowboy cantante Jimmy Wakely fue esta canción.

El cowboy cherokee, como era conocido Ray Price, también hizo su propia versión.

The Louvin Brothers la incluyeron en Weapon of Prayer (1962).

La versión de Hank Snow pertenece a Songs of Tragedy (1964).

Vamos ahora con Wynn Stewart en su álbum In Love (1968).

Una canción country de 1963, There’s a Grand Ole Opry show playing somewhere, se inspiró en su título y tomó prestada la melodía que comparten It wasn’t God who made honky-tonk angels, Great speckled Bird y The Wild side of Life (las tres escuchadas aquí). Escuchémosla cantada por uno de sus autores, Red Johnson, que la compuso junto a Bud Auge.

25 años sin Roy Acuff

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La primera superestrella del Grand Ole Opry, Roy Acuff, moría tal día como hoy hace 25 años. Aunque ya hablé de él en su biografía –que podéis repasar aquí, donde además disfrutaréis de uno de sus temas más conocidos, The Great Speckled Bird–, con motivo de esta efeméride recordaré de nuevo su figura y la influencia que ha ejercido sobre la música country.

Sus inicios musicales fueron tardíos. En su juventud empendió una carrera deportiva en el campo del baseball y quiso jugar con los New York Yankees. La abandonó a principios de los años 30 y probó suerte en el Grand Ole Opry, donde fue rechazado hasta su inclusión definitiva en 1938.

En 1988 celebró su medio siglo en la institución. Todo ese tiempo dio para que se convirtiera en una de las grandes personalidades del country. Durante la guerra, los soldados estadounidenses desplazados en Alemania y Japón escuchaban sus discos en los ratos libres. En 1942 fundó su propio sello discográfico junto a Fred Rose, con Hank Williams entre sus filas. Este lo alabó en estos términos en una entrevista que concedió en 1952: «… Roy Acuff es el mejor ejemplo de lo que entiendo por sinceridad. Es el mejor cantante que haya conocido nunca la música. Si le contratas, no te tienes que preocupar de cuánto público asistirá. Para atraer el poder en el Sur, eran Roy Acuff y luego Dios», sentenciaba. Acuff era su ídolo y Fred Rose su inspiración.

En 1962 Roy hizo historia al convertirse en el primer artista vivo que ingresaba en el Salón de la Fama de la música country (los primeros habían sido Hank Williams y Jimmie Rodgers, ambos a título póstumo). Su figura es tan esencial para la industria, que uno de los personajes de la película Nashville, de Robert Altman, se inspiró en él.

Las canciones sobre trenes siempre han tenido un lugar destacado en el country y las de Roy son un buen ejemplo de ello. En los balbuceos de este blog escuchamos ya Wabash Cannonball (aquí podéis ver la entrada). Cuando el Salón de la Fama del Rock and Roll elaboró una lista con las canciones más relevantes del género, esta grabación de 1936 figuraba en ella.

Os dejo ahora con otra canción de trenes, Night Train to Memphis, un éxito para Acuff en 1943.

¿Todavía queréis más? Pues escuchad primero Fireball Mail, un clásico del bluegrass sobre un tren correo que va como un bólido. Acuff lo grabó en 1942.

Ahora, Wreck of the Old 97, dedicado a un accidente ferroviario por exceso de velocidad que tuvo lugar en 1903, casualmente el año del nacimiento de nuestro protagonista.

En 1941 Roy Acuff grabó The Precious Jewel, cuya letra evoca la muerte de la novia del narrador cuando solo tenía 16 años y a la que se refiere como «una joya aquí en la tierra y una joya en el cielo».

Termino con un tema gospel, Where the Soul Never Dies, donde el narrador confía en ir algún día a un lugar donde no haya tristes despedidas, donde todo sea amor y el alma nunca muera.

I’m thinking tonight of my blue eyes. Familia Carter, 1929

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Esta canción encierra en sí misma parte de la historia de la música country, ya que su melodía –con diferente letra– ha sido utilizada en diversos clásicos ya escuchados aquí: Great Speckled Bird, que cantó Roy Acuff en 1938; It wasn’t God who made honky-tonk angels, en la voz de Kitty Wells en 1952; o The wild side of life, interpretada por Hank Snow también en 1952.
Como sucede con tantos temas de los albores del country, se trata de una canción folk de autor desconocido, a la que A.P. Carter, el patriarca de la familia Carter, puso letra y vistió de gloria. Su éxito en 1929 propició sendas grabaciones en 1933 y 1935.
La protagonista recuerda con nostalgia los placeres vividos junto a su amado. Cuando éste embarca, “solo piensa en sus ojos azules”, pero no tarda en olvidarla y ella se pregunta si, cuando la tumba sea lo único que la rodee, irá a derramar alguna lágrima por el corazón que ha roto.
Escuchemos la grabación original de la familia Carter en febrero de 1929.

Esta es la versión que hizo Gene Autry para el sello Columbia en 1942.

Eddy Arnold la dotó de un ritmo decididamente alegre.

Os dejo con la interpretación de Hank Snow.

Una de las primeras mujeres en abrirse camino en esto del country, Jean Shepard, la versionó en 1956.

Marty Robbins también aportó su buen hacer a este clásico.

Escuchemos la versión de Nitty Gritty Dirt Band, perteneciente a su disco Will the Circle Be Unbroken (1972).

Uno de los mejores pianistas que ha dado el country, Floyd Cramer, la incluyó en su álbum Floyd Cramer Country (1976), acompañado por la voz de Pat Daisy.

Songs of Our Soil. Johnny Cash, 1959

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Johnny Cash fue una de las estrellas country que se apuntó a la moda de grabar Lp’s en los años 50. En 1959, sacó 3 discos, y uno de ellos, Songs of our Soil, fue el sexto de su carrera. Algunos de los temas del álbum comparten la obsesión por la muerte, como se aprecia en The Caretaker (“El enterrador”), Don’t Step on Mother’s Roses (“No pises las rosas de madre”) o The Great Speckled Bird, una alegoría gospel de la muerte.
Pero también encontramos una de las primeras versiones del clásico que años más tarde popularizarían los Beach Boys, Sloop John B., con el título I wanna go home. Os dejo con ella.

Escuchemos otra canción de este disco, Five feet high and rising (“Cinco pies y subiendo”), en la que Cash habla de la altura que alcanza el agua tras una inundación.

Hank Thompson, una voz de barítono

Hoy os voy a hablar de un tipo nacido en Waco, Texas, en 1925, que desde niño se interesó por la música y aprendió a tocar la armónica. Tras el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, en la que sirvió en la Marina, inició, en 1948, su carrera musical. Su primer gran éxito no llegó hasta 1952 con The wild side of life y la publicación de su primer LP. Sus principales influencias fueron Ernest Tubb y Bob Wills y, como este último, fue un gran representante del western swing. Trabajó para Capitol Records (1948-1967), Warner Bros. (1967-1968) y Dot Records (1968-1980), y, fumador empedernido, murió en 2007 de cáncer de pulmón… y con las botas puestas.

Hank Thompson

The wild side of life fue su primer número 1 y en ese puesto se mantuvo nada menos que 15 semanas. Nos encontramos ante una de las melodías más reconocibles del country, que inspiró, por ejemplo, la canción-respuesta de Kitty Wells It wasn’t God who made honky-tonk angels. Pero ojo, que el clásico de Thompson se remonta más atrás en el tiempo: en 1925, Welby Toomey y Edgar Boaz grabaron Thrills that I can’t forget, y aún más famosas fueron la grabación de 1929 de la familia Carter, I’m thinking tonight of my blue eyes, y la de Roy Acuff Great Speckled Bird en 1936.
En la letra de The wild side of life, el narrador se muestra dolido porque su mujer le ha abandonado y ha preferido “el lado turbio de la vida”, con garitos donde “fluye el vino y el licor”. No es extraño que las féminas exigieran la citada réplica de Kitty Wells.

Roy Acuff, el azote de los japoneses

Roy Acuff
En una pequeña ciudad de Tennesse, y en el seno de una familia acomodada, nació Roy Claxton Acuff en 1903.
Su padre era predicador baptista, su madre tocaba el piano, su abuelo materno era doctor y su abuelo paterno había sido senador por Tennessee.
Tercero de cinco hermanos, Roy probó suerte en su juventud en un equipo de baseball local, pero su carrera deportiva no fue a mayores. Con el tiempo, recordaría esta etapa de su vida diciendo que durante años no pudo soportar el sol.
La afición de su padre al violín le despertó el interés por la música y, en 1932, en lo más profundo de la Gran Depresión, fue contratado para un espectáculo ambulante en el que se vendían medicinas milagrosas con el reclamo de su voz.
Dos años después, se introdujo en el incipiente circuito radiofónico de la época. Su gran salto fue en 1938, cuando se trasladó a Nashville para hacer una prueba para el Grand Ole Opry y su banda, The Crazy Tennesseans, que luego bautizaría como Smoky Mountain Boys.
Tras una breve aventura en el cine, en 1942 formó junto a Fred Rose la compañía Acuff-Rose, una de las primeras en dedicarse a la música hillbilly, que sirvió para descubrir, además, a multitud de talentos como Hank Williams.
Los años cuarenta fueron su época dorada, con unos ingresos estimados en 200.000 dólares en 1942, una cantidad enorme para la época. Los jóvenes soldados que luchaban en los frentes de Europa y Japón adoraban sus discos, y se cuenta que el grito de guerra de los nipones era: “Al diablo con Roosevelt y con Roy Acuff”.
Un hecho poco conocido de su vida, ajeno a su carrera musical, fue que en 1948 buscó sin éxito la nominación republicana para gobernador de Tennessee.
Su popularidad bajó en los años cincuenta debido al empuje de artistas como Ernest Tubb o Eddie Arnold, aunque Acuff colocó algunos de sus temas en las listas de éxitos. En 1962 entró en el Salón de la Fama de la Música Country, tras sus “compañeros” Jimmie Rodgers, Hank Williams y Fred Rose.
Murió a los 89 años de un ataque al corazón, poco después de que George Bush padre le otorgara la Medalla Nacional de las Artes.
Os dejo con uno de sus primeros éxitos, Great Speckled Bird, en su grabación de 1938. Sus orígenes beben de un himno evangélico escrito por el reverendo Guy Smith. La letra está basada en el libro de Jeremías, donde compara el patrimonio de una persona con algo exquisito, un ave de diversos colores (“speckled bird”) a la que todo el mundo desprecia por su perfección.