Michael Martin Murphey, el revitalizador de las canciones de cowboy

Michael-Martin-Murphey
Michael Martin Murphey nació hace 75 años en plena naturaleza de Texas, lo que definiría toda su carrera profesional. A mediados de los 60 lo requirieron para escribir una canción para el nuevo álbum de The Monkees, muy en boga en aquella época. En 1971 volvió a Texas, donde se integró en el movimiento outlaw que triunfaba entonces. Tras firmar con A&M Records, presentó su disco de debut, Geronimo’s Cadillac (1972). Al año siguiente, cambió a Epic Records y con ellos publicó Blue Sky-Night Thunder. En los 80, su éxito continuó y su nombre sonó insistentemente en la escena country, con discos como Tonight We Ride, Americana, River of Time o Land of Enchantment. En la década siguiente dio un giro a su carrera y se centró en las canciones de cowboy, que tanta compañía le habían hecho durante su infancia. Su disco Cowboy Songs (1990) se convirtió en el primero en alcanzar la categoría de disco de oro desde Marty Robbins con su Gunfighter Ballads and Trail Songs (1959). Pero sus registros no acaban ahí, ya que en 2009 sacó un álbum de bluegrass, estilo que siguió explorando en sucesivos trabajos.
Escuchemos Wildfire, incluido en Blue Sky-Night Thunder (1975), a propósito de un pony llamado Wildfire.

What’s Forever For fue escrita por Rafe Van Hoy en 1978 y versionada cuatro años después por Michael Martin Murphey. Fue su primer número 1 en las listas. El narrador no puede entender por qué la gente desperdicia el amor y enloquece en lugar de permanecer juntos.

A Cowboy Songs pertenece The Old Chisholm Trail, una canción que data del siglo XIX acerca de un cowboy y sus andanzas entre Texas y Kansas.

All Around Cowboy. Marty Robbins, 1979

all around cowboy

En numerosas zonas del centro de Estados Unidos existe la tradición de participar en rodeos, en los que el ganador se lleva un suculento premio. La canción que vamos a escuchar rinde homenaje a todos los cowboys que se intentan ganar la vida de esa manera.

En los años 30 del pasado siglo nació la Asociación de Cowboys de Rodeo Profesionales, que organiza distintos concursos relacionados con esta disciplina. El premio gordo, el All-Around Cowboy, que se podría traducir como “cowboy todoterreno” o “cowboy para todo”, se lleva celebrando de forma ininterrumpida desde 1929; y, como curiosidad, os diré que el récord de títulos lo ostenta Trevor Brazile, con trece, diez de ellos consecutivos.

En 1979 Marty Robbins sacó un disco con una colección de canciones western, casi como una continuación de su álbum clásico de juventud Gunfighter Ballads and Trail Songs, en el que aparecían las emblemáticas El Paso o Big Iron.

La canción con la que se abre nuestro disco lleva por título, precisamente, All Around Cowboy. Habla de uno de estos personajes, muy curtido en estas lides, que se vanagloria de ser muy independiente y de que no dejará que nadie lo domestique, le marque como a las reses ni le eche el lazo. Hasta que se cruza en su camino la “reina del rodeo” y se enamora perdidamente de ella. Es ella quien consigue que ese “cowboy para todo” se parezca a un “tonto para todo”.

Escuchemos la versión original de Marty Robbins en All Around Cowboy (1979).

Unos años atrás Waylon Jennings había grabado un tema con una melodía y una letra diferentes, pero con el mismo título, en su álbum Dreaming My Dreams (1975). Jack Routh y Len Pollard son sus compositores.

 

La canción de los valles

red-river-valley-marty-robbins-2-638

En la anterior entrada, escuchábamos un tema en el que el protagonismo recaía sobre las praderas. Los valles son hoy las estrellas de Red River Valley.

Su título puede hacer referencia bien al valle del Río Rojo, frontera entre Texas y Oklahoma, bien al del mismo nombre en Dakota del Norte y Minnesota, que se adentra también en Canadá. La segunda opción es la más probable. Aunque ya era conocida hacia 1870, el primero en publicarla por escrito fue James J. Kerrigan en 1896.

Nos encontramos ante una balada western de temática amorosa en la que el protagonista se lamenta de que su amada vaya a abandonar el valle. Al igual que Bury Me Not on the Lone Prairie, este también es muy cinematográfico, más incluso. Gene Autry la popularizó en Red River Valley (1936), John Ford la utilizó en Las uvas de la ira (1940), Bogdanovich en La última película (1971), George Cosmatos en Tombstone: La leyenda de Wyatt Earp (1993)…

La versión de Gene Autry está incluida en The Essential Gene Autry, que recogía sus grabaciones entre 1933 y 1946.

Sons of the Pioneers grabó una colección de canciones western en Western Classics (1953).

Ahora una voz femenina, la de Jo Stafford en Starring Jo Stafford (1953).

“El otro” Jimmie Rodgers la incluyó en Twilight on The Trail (1959).

La primera vez que Marty Robbins la grabó fue para su álbum More Greatest Hits (1961).

Slim Whitman alcanzó un gran éxito en el mercado británico con Red River Valley (1977).

A su vez, Michael Martin Murphey triunfó con su versión de este clásico en Cowboy Songs (1990), que alcanzó además la consideración de disco de oro, algo que no ocurría con un disco de temática cowboy desde 1959 con Marty Robbins y su Gunfighter Ballads and Trail Songs.

Termino con una versión instrumental en la que la armónica se adueña del pentagrama.

Cool Water. Bob Nolan, 1936

cool water
Hoy vamos a “pinchar” otra de las grandes canciones con la que asociamos a Bob Nolan (la otra, Tumbling Tumbleweeds, ya la escuchamos aquí).
Al igual que en esta última, Nolan habla en Cool Water de su fascinación por el desierto. Nacido en Canadá, a los 13 años se trasladó con su padre a Tucson, Arizona, donde creció entre historias de cowboys y de gente que se perdía y moría en el desierto por no tener agua que beber, motivos recurrentes en sus composiciones. Según su hermano Earl, Bob escribió este poema, al que más tarde pondría música, en 1924, cuando aún era alumno del instituto de Tucson.
El protagonista va cabalgando por una tierra estéril, y habla con su mula Dan, mientras sus almas claman por agua fresca y cristalina. Una criatura imaginaria les hace ver un espejismo, pero “es un diablo, no un hombre, que cubre la arena ardiente de agua”.
Elegida una de las 100 mejores canciones western por la Asociación de Escritores Western de América, en 1951 fue designada la canción más conocida del Oeste americano y, en 2005, su autor entró en el Salón de la Fama de los Compositores Canadienses a título póstumo.
Sons of the Pioneers, el grupo de Nolan, grabó este tema cinco años después de su composición, en 1941. Escuchemos la versión original.

La más exitosa fue, sin embargo, esta de marzo de 1945, que tuvo que esperar tres años para salir como single. Ellos son Vaughn Monroe y su orquesta, acompañados por The Sons of the Pioneers.

Hank Williams la interpretó en 1949 para un programa de radio de Shreveport, Louisiana, pero la grabación se perdió y no volvió a escucharse hasta la antología de sus grandes éxitos The Complete Hank Williams (1998). ¿Habéis visto la película de dibujos Rango (2011)? Pues esta es la versión que suena.

Frankie Laine triunfó en el mercado británico con esta interpretación de 1955.

Marty Robbins la incluyó en Gunfighter Ballads and Trail Songs (1959).

El cantante y actor Burl Ives hizo lo propio en su álbum Songs of the West (1961).

Slim Whitman también la versionó.

Johnny Cash la grabó hacia el final de su vida, en 2003, si bien no apareció hasta su disco póstumo American VI: Ain’t No Grave (2010).

Os dejo con este homenaje del hijo de Roy Rogers, otro de los componentes de Sons of the Pioneers, en 2010.

Big Iron. Marty Robbins, 1959

La música country o hillbilly surgió en las zonas rurales del sur de Estados Unidos. En los estados del oeste se desarrollaba, por su parte, la música western, simbolizada por los cowboys. Una de las figuras señeras que unió ambos géneros en la década de los 50 del pasado siglo fue Marty Robbins, quien grabó esta balada country para su disco Gunfighter Ballads and Trail Songs en septiembre de 1959 y la reeditó en sencillo en 1960.
La canción nos habla de un tema muy “cinematográfico”. En algunos estados del oeste hubo unas brigadas policiales, los Rangers, que cazaban forajidos, siendo los más conocidos los Texas Rangers y los Arizona Rangers. Sobre estos últimos trata este clásico, que se desarrolla en la ciudad de Agua Fría.
Los vecinos reparan en que una mañana temprano llega un Ranger apodado “Big Iron” (“hierro grande”, por el arma que lleva colgada de la cadera). Nadie se atreve a preguntarle la razón por la que ha arribado a la ciudad –es hombre de pocas palabras–, pero resulta que en la ciudad vive un proscrito de 24 años, Texas Red, objetivo del ranger, a quien han encomendado que lo coja “vivo o muerto”.
Los vecinos aguardan fascinados el duelo tras las ventanas, y temen que Texas Red, que ya ha matado a 20 personas, haga del ranger su víctima número 21. Contra todo pronóstico, el forajido cae fulminado por la rapidez del arma del ranger, y la canción relata: “Podía haber seguido viviendo pero cometió un desliz fatal al enfrentarse con el ranger del gran hierro en la cadera”.
Puro John Ford, ¿verdad?

Marty Robbins, el cowboy piloto de carreras

Marty Robbins
Allá por 1925, en un barrio de Phoenix, Arizona, vio la luz nuestro protagonista. Su infancia estuvo marcada por la ascendencia india de su madre. Su abuelo materno, Texas Bob Heckle, le solía contar historias del oeste, que inspirarían su carrera musical posterior. Los problemas económicos de la familia fueron una constante. A la Depresión se unía la vasta descendencia de sus padres –eran diez hermanos– y el alcoholismo del padre, que acabó provocando el divorcio de sus progenitores en 1937. Robbins se marchó de casa y se alistó voluntario en el ejército, del que no salió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
Allí aprendió a tocar la guitarra y a componer canciones y, cuando se reintegró en la vida civil, empezó a tocar en locales de Phoenix y a trabajar en la radio. En uno de esos programas, un grande del country, Little Jimmie Dickens, se fijó en el talento del chaval y movió los hilos para que la Columbia le ofreciera un contrato.
Marty simultaneó su incipiente vocación con otra de sus pasiones, las carreras de coches, y la verdad es que como piloto no lo hizo nada mal, ya que en varias oportunidades cruzó la línea de meta entre los diez primeros.
El primer single de los cerca de 100 que llegó a editar fue I’ll go alone (1952), y su primer gran éxito de ventas le llegó en 1957 con A white Sport Coat and a Pink Carnation, que vendió más de un millón de copias. Pero, sin lugar a dudas, su canción de cabecera fue El Paso (ya comentada aquí), por la que su ayuntamiento lo recompensó, dando el nombre de Marty Robbins a un parque público.
En 1970 obtuvo el Grammy a la mejor canción con My woman, my woman, my wife, compuesta para su mujer Marizona Baldwin. Aparte de ser uno de los cantantes country más populares y un gran piloto de carreras, también se dedicó al cine y, en 1972, protagonizó Guns of a Stranger, en la que hacía de un sheriff que debía matar a un pistolero de Abilene, Texas. Años después, en 1982, apareció en la película de Clint Eastwood El aventurero de la medianoche, que no pudo ver terminada, ya que murió a finales del mismo año de un ataque al corazón.
Escuchemos una de sus canciones, muy conocida por todos los amantes del cine western. Me refiero a The Hanging Tree, que Robbins cantó en los títulos de crédito de la película El árbol del ahorcado (Delmer Daves, 1959).
Escrita por Mack David y Jerry Livingston, tuvo tanto éxito que el artista la incluyó en su disco Gunfighter Ballads and Trail Songs, y fue candidata al Oscar a la mejor canción original (se lo arrebató High Hopes).
La letra, que habla del triunfo del amor sobre las posesiones terrenales, trata de un buscador de oro que se enamora de una mujer pero no puede irse con ella porque tiene que vigilar sus riquezas. Unos hombres se apoderan del metal por la fuerza, y el protagonista es al fin libre para seguir a la mujer que ama.

El Paso. Marty Robbins, 1959

En esta canción se fusionaron los tonos más clásicos de la música country con la música western, entendida como la que se desarrolló en estados del Oeste como Texas, Nuevo México, Utah, Arizona…
Marty Robbins fue su artífice. Él mismo la grabó en abril de 1959, y la primera vez que sonó fue en el disco Gunfighter Ballads and Trail Songs (“Baladas de pistoleros y canciones del camino”), en septiembre del mismo año. Al mes siguiente, Robbins la lanzaría como sencillo para aprovechar su popularidad.
A principios de 1960 la canción ya podía presumir de ser todo un número 1 de la música country y del pop en general. Los premios Grammy la consagraron en su edición de 1961 como mejor canción country y western, y todavía hoy sigue siendo la canción más popular de su autor.
Aunque esta versión es, con creces, la más conocida, existen otras de gran calidad, como la de Grateful Dead, que solía interpretarla en todos sus conciertos (nada menos que 389 veces hasta su disolución en 1995). Y también ha estado sujeta a parodias: en 1960, H.B. Barnum perpetró una versión en la que la acción se trasladaba a California, y Felina –aquí bautizada como Lina– era una camarera que trabajaba no en la cantina de Rosa, sino en un café que servía pizza.
El propio Marty Robbins nos regaló sendas secuelas de la misma: en la primera, de 1966, contaba los orígenes de Felina, y en El Paso City, de 1976, evocaba la vieja canción.
La guitarra española de Grady Martin, que acompaña la balada, aporta ese aire Tex-Mex que hace que nos transportemos de inmediato a las malas tierras de Texas y Nuevo México.
Sorprende su duración, más de 4 minutos, algo bastante infrecuente en el country del momento. De hecho, la Columbia, el sello que la editó, no estaba convencida de que las cadenas de radio se atrevieran a emitir una canción tan larga y, por eso, gestaron también una versión reducida. El tiempo demostró que el oído del country estaba perfectamente capacitado, y, por supuesto, es la versión completa la que se recuerda.
Cualquier habitante del Oeste se puede identificar con este tema. Un cowboy que transita por la ciudad fronteriza de El Paso se enamora perdidamente de Felina, una chica mexicana “de ojos perversos y malignos” que trabaja en la cantina de Rosa. Pero al bar entra otro cowboy (“salvaje como el viento del oeste de Texas”), que igualmente queda prendado de ella. Hay que sacar el revólver y batirse por el amor de la muchacha. No queda otra. Al final, el duelo se decanta a favor del protagonista, que mata a su contrincante y huye. Se esconde en el desierto de Nuevo México, pero “su amor por Felina es más fuerte que su temor a la muerte”, y se dirige de nuevo a la cantina de Rosa, con la esperanza de ver a su amada una vez más. El protagonista es alcanzado por una bala, sin que la letra especifique quién ha apretado el gatillo, el sheriff o un amigo de la víctima. Finalmente nuestro héroe imagina que muere en los brazos de Felina.
Hoy en día, la canción ha recobrado su popularidad gracias al episodio final de Breaking Bad. Para aquellos lectores viajeros, existe en realidad una cantina de Rosa en El Paso. Su dirección es 3454 Doniphan Drive; 79922-1644 El Paso (Texas). Vigilen sus espaldas y no se fíen de su sombra.