Randy Travis colaboró en este disco con multitud de estrellas country del momento, ya que, a excepción de la canción que le da título, el resto son dúos. Editado por Warner Bros., queda para el recuerdo el soberbio trabajo de Chet Akins a la guitarra.
Heroes & friends, escrita por el propio Travis y Don Schlitz, abre y cierra el disco, que nos propone, así, una sugerente estructura circular. Travis empezó a escribirla en Escocia; luego se olvidó de ella hasta que volvió a Nashville, se la enseñó a Don Schlitz y terminaron de escribirla juntos. La letra dice que en los únicos en quienes puedes confiar son los héroes y los amigos (“los héroes te ayudan a buscar lo bueno de ti mismo, los amigos no te abandonan por ningún otro; ambos se quedan a tu lado en lo bueno y en lo malo”).
El primero de los singles fue A Few Ole Country Boys, que Travis canta junto a su admirado George Jones. Escrita por Troy Seals y Mentor Williams, recuperó el honky-tonk en un tiempo en el que este estilo parecía agotado. La canción nos presenta a dos amigos que hablan con nostalgia de esa época y da gracias porque “todavía hay unos pocos chicos country”.
Os dejo ahora con Happy Trails, en la que Travis comparte micrófono con Roy Rogers, quien había popularizado la canción allá por los años 50 (la versión de Rogers ya la escuchamos en su reseña biográfica). Aquí, Rogers tenía 79 años.
The Birth of the Blues es una antigua canción escrita en 1926 por Ray Henderson, con letra de Buddy DeSilva y Lew Brown. Randy Travis la interpretó con Willie Nelson. La letra fantasea sobre los orígenes del blues: “Escucharon la brisa en los árboles formando extrañas melodías, y ese fue el nacimiento del blues, de una cárcel les llegó el lamento de alguien débil y deprimido, y lo incluyeron como parte del blues”.
Terminamos con su colaboración con Dolly Parton en Do I Ever Cross Your Mind, que ella misma escribió y grabó en solitario para su álbum Heartbreak Express (1982). El protagonista se pregunta si su ex pareja piensa alguna vez en él.
happy trails
Roy Rogers, el rey de los cowboys
Su nombre real era Andrew Slye y, a diferencia de otras personalidades del country cuya biografía hemos abordado ya en este blog, no nació en el campo, sino en una gran ciudad, Cincinatti, Ohio, en 1911. A sus padres, sin embargo, no les gustaba la vida urbana, y, tras una temporada viviendo en un barco, compraron una granja en una localidad de Ohio. Fue allí donde Slye empezó a interesarse por la música (y por los caballos): aprendió a tocar la mandolina, la guitarra y el canto tirolés.
Su carrera se desarrolló fundamentalmente en el cine, así que ¿cómo llegó a Hollywood? En 1929, su hermana se trasladó a California tras su boda y el resto de la familia la siguió, huyendo de la Depresión y atraída por la nueva industria del cine sonoro. Los inicios fueron duros, pero pronto las habilidades de Rogers lo llevaron a incorporarse al grupo The Rocky Mountaineers –más tarde Sons of the Pioneers–, autores del éxito Tumbling Tumbleweeds.
En 1935 se dejó caer en varias películas como “cowboy cantante”, haciéndole la competencia a otra de las estrellas del momento, Gene Autry. La muerte en accidente de aviación de Will Rogers, un actor que fue cowboy en su vida real, sugirió al estudio el cambio de nombre de Slye a Roy Rogers. Uno de sus papeles más recordados fue en Mando siniestro (1940), de Raoul Walsh, junto a John Wayne. Su popularidad creció año tras año, y, de hecho, fue una de las estrellas más taquilleras entre 1939 y 1954 y un ídolo de la infancia.
Tras perder a su hija, nacida con síndrome de Down, su mujer y él se convirtieron en firmes defensores de la adopción y de los derechos de los niños impedidos y sin hogar. En 1968, prestó su nombre a una empresa de comida rápida, Restaurantes Roy Rogers, que le reportaron grandes beneficios y le convirtieron, gracias también a los derechos de sus películas, en una de las personas más acaudaladas del country. En 1988 fue elegido miembro del Salón de la Fama de la Música Country. Murió en 1998.
Escuchemos una de sus canciones más emblemáticas, Happy Trails, en la que canta junto con su segunda mujer, Dale Evans, autora de la melodía. Esta canción serviría como sintonía del programa de radio y televisión The Roy Rogers Show, que se mantuvo en antena entre 1944 y 1957. La letra es muy optimista: “Algunos caminos son alegres, otros son tristes pero lo que cuenta es cómo se cabalgue por esos caminos”.
“¿A quién le importan –se pregunta al final– las nubes, siempre que estemos juntos?”.