Elvis, su testamento musical

moody blue

Sin lugar a dudas, Elvis Aaron Presley ocupa un lugar de honor como revolucionario de la música de la segunda mitad del siglo XX. A lo largo de su carrera, tocó muchos géneros musicales: rock, gospel, soul y, cómo no, country. De hecho, el último álbum que vio la luz en julio de 1977, solo un mes antes de su muerte, tenía trazos de este estilo. Llevaba por título Moody Blue, y en él mezclaba material de estudio con otras grabaciones en directo.

De febrero de 1976 datan Moody Blue, que da título al disco, y She Thinks I still Care, un tema de Dickey Lee y Steve Duffy que popularizara George Jones en 1962. Os dejo con la versión de Elvis de esta última.

Otro de los bloques del disco lo constituyen las cuatro últimas grabaciones de estudio que hizo en octubre de 1976: It’s Easy for you, de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice; Pledging My Love, de Don Robey y Ferdinand Washington; Way Down, de Layng Martine Jr.; y He’ll Have to Go, un tema country de 1958 de Joe Allison. Este último, grabado el 31 de octubre en Graceland, fue su postrer trabajo de estudio.

En vista de que carecía de material suficiente, la discográfica, RCA, incluyó otras tres grabaciones en directo de un concierto en Michigan en abril de 1977. Estas fueron Unchained Melody, de Alex North y Hy Zaret; Little Darling, de Maurice Williams; y If you love (let me know), de John Rostill, que ya había grabado Olivia Newton-John. La última es la más country de las tres, y fue grabada en último lugar, por lo que, estrictamente, puede considerarse su epílogo musical en directo. Escuchémosla.

He’ll have to go. Joe Allison, 1959

joe allison

Este éxito fue escrito por un matrimonio, el formado por Joe y Audrey Allison, y la anécdota real que lo inspiró fue un tanto anodina: en una ocasión la pareja sufrió ciertos problemas de comunicación en una charla telefónica, y se les ocurrió hacer una canción sobre ello. Le presentaron la idea al productor de la RCA Chet Atkins, quien les dio el visto bueno para grabarla en octubre de 1959. Billy Brown la interpretó por primera vez, pero su versión pasó desapercibida. No sería hasta la grabación del “caballero” Jim Reeves cuando alcanzó el número 1 de las listas en Estados Unidos, Australia y Noruega, país este último en el que Reeves cosechó un notorio éxito allá por los años 60. Su grabación fue la cara B de un single que contenía In a mansion stands my love, y, aunque la discográfica lanzó el disco creyendo que este tema se llevaría el gato al agua, fue He’ll have to go el que terminó arrasando. Desde el punto de vista formal, en la grabación intervienen Floyd Cramer al piano, Bob Moore al bajo y Hank Garland a la guitarra. En marzo de 1960, su éxito derivó en una “secuela”, He’ll have to stay. La popularidad de Jim Reeves, “el cantante de la voz aterciopelada”, se vio truncada por su prematura muerte en un accidente de aviación en 1964. Tras esta grabación emblemática, otras estrellas como Ernest Tubb, Jerry Lee Lewis o Elvis Presley versionaron el tema, en el caso de Presley durante la última sesión de grabación en la que participó. La última versión conocida es la del escocés Mark Knopfler en 1998, demostrando que puede con todos los registros musicales.
La letra, como ya se ha anticipado, versa sobre una conversación telefónica. El narrador le dice a su pareja que acerque sus dulces labios al receptor y finjan que están juntos y solos. Esta última alusión hace referencia a que el nuevo amigo de la pareja “se tendrá que ir”. Finalmente, le pide que escoja. Sea cual sea su respuesta, lo entenderá.