Mac Davis, de compositor a solista

mac davis
En 1942 nacía Mac Davis en Texas. Poco antes de cumplir veinte años, se trasladó a Atlanta a intentarlo en el mundo de la música. Creó un grupo de rock and roll, The Zots, y su potencial como compositor hizo que numerosos artistas se empezaran a fijar en él.
Con Elvis Presley consiguió uno de sus mayores éxitos, In the Ghetto, de cuya salida al mercado, por cierto, se cumplen cincuenta años este mes de abril. Davis también escribió para «el Rey» Memories, Don’t Cry Daddy o A little less conversation. Los 70 fueron su gran momento. Firmó con Columbia Records e incluso llegó a conseguir un disco de oro por Baby, Don’t Get Hooked On Me, que luego escucharemos. A finales de esa década, firmó con Casablanca Records, donde grabó otros singles, pero pronto su estrella se fue apagando y abandonó progresivamente el mundo de la música, aunque no así el del espectáculo en general; ya que se hizo un hueco como actor para la televisión y participó en un musical de Broadway, The Will Roger Follies (1991). En 2000, entró en el Salón de la Fama de Compositores de Nashville.
Al año siguiente de que Elvis grabara In the Ghetto, lo hizo su propio autor, Mac Davis. La canción cuenta la vida de un chico de Chicago abocado a la pobreza y la violencia: «roba un arma y un coche pero no llega muy lejos». Al final, insinúa que esa forma de vida se va a perpetuar cuando nazca otro niño que se enfrentará a su mismo destino. Escuchemos la grabación de Mac Davis en 1970.

Uno de sus primeros éxitos en solitario fue su single I Believe in Music (1970), incluido en su disco homónimo. La letra exalta la importancia de la música en nuestras vidas.

Baby, Don’t Get Hooked On Me (1972) vendió más de un millón de copias. El protagonista aconseja a su amante que no se enamore de él, porque no está preparado para un compromiso duradero.

Adiós a un héroe de la guitarra

reggie young
El pasado 17 de enero se despedía de nosotros para siempre Reggie Young, a la edad de 82 años y tras una carrera de seis décadas. Su nombre podría pasar un tanto desapercibido, pero Young fue uno de esos guitarristas en la sombra al que escuchamos en multitud de canciones country (y de otros estilos) que hoy son consideradas clásicos.
Trabajó habitualmente en Memphis, un híbrido entre el country de Nashville y el blues del delta del Mississippi, y en esas coordenadas se movía también Reggie: «Soy una especie de cruce entre B.B. King y Chet Atkins», se definió en una entrevista en 2017. Young fue miembro del grupo The Memphis Boys, que entró en 2007 en el Salón de la Fama de músicos de Nashville.
Trabajó con multitud de artistas. En 1964, fue uno de los músicos que abrió la primera gira estadounidense de Los Beatles. También lo hizo con Elvis Presley. En Suspicious Minds se habla de que no es posible mantener una relación si se desconfía eternamente: «No podemos construir nuestros sueños sobre mentes suspicaces». A la guitarra, Reggie Young.

También tocó la guitarra en la versión original de esta canción, obra de Mark James (aunque, desde que la grabó Elvis, su voz se adueñó del tema y la suya es la única versión que se recuerda). Escuchémosla.

Otra canción que nos viene a la cabeza al pensar en Elvis es In the Ghetto. Disfrutemos de Reggie Young a la guitarra.

En esa misma sesión, Elvis grabó también Kentucky Rain, con Reggie Young en su papel acostumbrado.

Escuchemos ahora Ebb Tide (1964), un tema casi instrumental en el que él toca la guitarra.

También intervino en algunas grabaciones de The Box Tops, como The letter (1967) o Cry Like a Baby (1968), que vamos a escuchar a continuación.

En 1968, la británica Dusty Springfied alcanzó un gran éxito con Son of a Preacher Man, incluida en el álbum Dusty in Memphis. Os dejo con ella y con Reggie a la guitarra.

A partir de 1972 se trasladó a vivir a Nashville y se centró en la música country. Uno de los clásicos de este género en los que se reconoce su presencia es la canción de Waylon Jennings Luckenbach, Texas (Back to the Basics of Love).

También colaboró con Willie Nelson. Aquí le escuchamos en Always on My Mind (1980).

En 2008 vio la luz el único álbum en solitario de Young, titulado Forever Young, parafaseando la canción de Dylan. A él pertenece Memphis Grease.

Para ese álbum también compuso un tema dedicado al lugar donde vivía, Leipers Fork. Nos despedimos con Coming Home to Leipers Fork.

Canciones para enmarcar. Jaime Urrutia, 2014

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De nuevo, una recomendación literaria con la que espero resolver vuestras dudas sobre el mejor regalo para estas Navidades. Su autor es Jaime Urrutia, y no voy a perder el tiempo presentando aquí su currículum. ¿Quién no conoce a Jaime Urrutia? De verdad, si alguno de vosotros no ha oído aún sus mejores canciones –¿pero es que tiene alguna que no lo sea?– solo puedo exclamar: “¡Qué barbaridad!”.
El libro en cuestión es Canciones para enmarcar y lo ha publicado Larousse Editorial, que sabe de estas cosas. Se trata de una selección de cincuenta y tantos títulos –como los años que tiene el autor, qué curioso– y que hará las delicias de todos los amantes de la música. Os lo prometo.
Porque Jaime Urrutia, rockero y tal, es sobre todo un tipo “open-minded”, que no se cierra a nada salvo a la pereza intelectual. Hay de todo en Canciones para enmarcar: rock, pop, soul, jazz, copla, músicas del mundo y, por supuesto, country. El “álbum” se abre con A Summer Place, de Percy Faith y su orquesta, y se cierra con Just like a woman, de Bob Dylan. Y, entre medias, sí, clásicos que ya conocemos en este blog como Proud Mary, de la Creedence, que os voy a pinchar en esta entrada, Crazy, de Patsy Cline, Sweet Home Alabama, de Lynyrd Skynyrd, y I walk the line, de Johnny Cash.
Hay una diferencia sustancial entre este libro y otros que se arriman a su ascua: Jaime Urrutia no se pasa con los datos o los nombres propios, sino que nos habla desde su experiencia y nos descubre cómo estos temas lo han ido construyendo como artista y como persona. La música, me parece, es una arquitecta del alma. Por eso, Canciones para enmarcar es sobre todo un libro de sensaciones y recuerdos, en el que su autor conjura a los ángeles que lo han llevado en volandas por los cielos de la felicidad. Leyendo Canciones para enmarcar, uno siente, entonces, que está leyendo la autobiografía de Jaime Urrutia pero, de repente, comprende que no es así. Que, en realidad, este libro es también nuestra autobiografía. Porque, ¿quién no se llevaría California Dreamin’ a una isla desierta? ¿O quién no cree que Aretha Franklin es pura magia vocal (y consonante)? ¿O quién puede concebir a Elvis sin In the ghetto?
Canciones para enmarcar incluye también un cuadernillo central a modo de álbum personal con ilustraciones a todo color. Si leéis este libro y de verdad “estáis preparados para flipar”, “vais a ser testigos de algo especial”.

Canciones para enmarcar
Jaime Urrutia
240 págs. 14,90 euros.
Larousse Editorial. Barcelona (2014).

Y os dejo, ahora sí, con Proud Mary, de la Creedence.