VI edición del Huercasa Country Festival

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Este festival de música country se ha asentado con todas las de la ley en la localidad segoviana de Riaza. Su sexta edición, celebrada entre los días 5 y 7 de julio, lucía un cartel excepcional, con la presencia de una de las grandes figuras del country actual, Hayes Carll, que actuó el 6.
Una vez más, la asistencia batió todas las previsiones, y se estima que hubo 12.000 personas, dos mil más que en la edición precedente, es decir, que durante el fin de semana la población de Riaza se sextuplicó gracias, sí, al country. La empresa hortofrutícula Huercasa está cumpliendo con su objetivo de visibililizar el género con una cita anual cuyo santo y seña es el ambiente familiar y la vida sana, con las consabidas mazorcas de maíz de la compañía.
El festival comenzó a las 19:00 del viernes 5 de julio con un maratón de bailes country y western dance, de la mano de Mario Hollsteiner. A continuación, subió al escenario la estrella emergente Ashley Campbell (sí, la hija de Glen), que promocionó su disco de debut The Lonely One (2018). A esta cantante de Arizona le siguió un artista de Nashville, Will Hoge, y el primer día se cerró con el madrileño Quique González, que puede presumir de haber trabajado en Nashville y haber grabado un disco allí, Daiquiri Blues.
El sábado pudimos disfrutar de la actuación de la HFC All Stars Band, capitaneada por Jeff Espinoza, que contó con la participación de más quince músicos de distintas formaciones. Entre el repertorio con que el grupo deleitó al personal, destacaron versiones suyas de Rose Garden o Slow Turning.
Luego, llegó el turno de Chuck Mead & The Grassy Knoll Boys, que hicieron un recorrido por su discografía basada en el honky tonk.
Los clásicos de la escena musical californiana The Long Ryders, dirigidos por Sid Griffin, presentaron su nuevo trabajo, Psychedelic Country Soul, editado este mismo año tras más de tres décadas de silencio, y completaron su actuación con uno de sus éxitos más celebrados, Looking for Lewis & Clark.
Para cerrar la jornada del sábado, vino el plato fuerte, el texano Hayes Carll, que ofreció un recital en el que demostró que se encuentra en su mejor momento. Recientemente ha lanzado What It Is, que podría encuadrarse en el country rock.
El postre lo sirvió el domingo al mediodía el grupo extremeño Conjunto de San Antonio, especializado en Tex-Mex.
Escuchemos ya algunos temas de los participantes de este festival.
Empezamos con Ashley Campell y el gran detalle que tuvo con el público español: una versión, con banjo incluido, de La chica de ayer, de Nacha Pop.

Este es el tema que da título al disco de Quique González grabado en Nashville, Daiquiri Blues.

Ahora, un directo desde Nashville de Chuck Mead and The Grassy Knoll Boys, Evil Wind.

Como os decía antes, uno de los temás más populares de The Long Ryders es Looking for Lewis and Clark, un tema rock de 1985.

Al último trabajo de Hayes Carll pertenece Times Like These.

Ahora, nos vamos a Almendralejo (Badajoz), aunque se diría que estamos en la frontera entre Texas y México. Os dejo con Conjunto San Antonio y esta notable versión de Jambalaya, de Hank Williams.

El Hank japonés

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Os presento a Masataka Sasaki. Nacido en 1937 en Fukuoka, capital de una de las islas del archipiélago japonés, desde niño empezó a interesarse por la música country que provenía de Estados Unidos, algo muy chocante en su país, ya que, a la sazón, ambas naciones eran enemigas. Cuando su afición llegó a oídos de los soldados norteamericanos destinados en la isla, le apodaron Hank, y con Hank se quedó como nombre artístico. De hecho, solía decir que éste fue uno de sus primeros ídolos musicales. En 1989 se trasladó a vivir a Nashville, donde empezó a ser conocido también como El cowboy japonés, y falleció en 2015. Escuchemos ya algunos de sus temas.
En 2007 escribió una canción de corte autobiográfico, dedicada a sus grandes influencias, aquellas que le animaron a emprender una carrera en este género: el citado Williams, Lefty Frizzell o Slim Dusty, un cantautor country australiano. Su título: Hank, Lefty, Slim Dusty and Me.

Vamos ahora con su adaptación de un conocidísimo clásico del góspel, Amazing Grace, un tema que se remonta al siglo XVIII. El narrador no puede más que agradecer su vida a la «sublime gracia que salvó a un desdichado como yo».

Utilizando la misma melodía que el primer tema que escuchamos, Sasaki compuso Thank God for Country Music.

Coming Home (2014) pertenece a su último disco, del mismo nombre.

My Sweet Love Ain’t Around es una de las primeras canciones que grabó Hank Williams en noviembre de 1947. Aquí, su «homólogo» japonés hace su propia versión. En la letra, el protagonista se lamenta de que, ahora que su amor no está, la vida haya perdido toda la alegría para él.

Jimmie Rodgers consiguió un gran éxito en 1928 con T for Texas, T for Tennessee, hasta el punto de que se puede decir que el country nació con él. Hank Sasaki recuperó la melodía y la rebautizó como T for Tokyo, T for Tennessee. Aquí lo vemos en el café Lone Star de un barrio tokiota.

Al igual que hizo su maestro con el Jambalaya, uno de los platos más tradicionales de Alabama, el «otro» Hank cantó al Sukiyaki, una delicia de la gastronomía nipona; y lo hizo alternando en su letra el japonés con el inglés.

Nueva Orleans pierde a su hijo más ilustre

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Con la muerte de Antoine Fats Domino, desaparece uno de los últimos pioneros del rock and roll.

Domino nació en Nueva Orleans en 1928, en el seno de una familia numerosa –fueron nueve hermanos– y, a los 14 años, se vio obligado a abandonar la escuela. Su cuñado le enseñó a tocar el piano y, en 1949, consiguió su primer contrato discográfico con Imperial Records.

Durante los años 50 no hubo quien le tosiera y, con la sola excepción de Elvis Presley, fue el artista de rock and roll que más discos vendió en esa década. Tras dejar Imperial Records en 1963 y fichar por ABC-Paramount Records, su fama empezó a menguar, lo que no le supuso ningún problema: «Querían que cambiara y adaptara mi estilo. Yo me negué a cambiar; tenía que aferrarme al estilo que siempre había usado o no sería yo». En 1986 entró en el Salón de la Fama del Rock and Roll y, en 1998, se convirtió en el primer artista de ese estilo en recibir la Medalla de las Artes de Estados Unidos (máxima distinción que otorga el presidente de Estados Unidos).

En el curso del huracán Katrina que asoló Nueva Orleans en 2005, se negó a abandonar su casa hasta que tuvo que ser rescatado de ella, tras perder todas sus pertenencias, incluida la citada medalla, que «canjeó» por una réplica que le entregó el presidente Bush durante un viaje a la zona. Desde entonces, prácticamente dejó de actuar en público.

Comenzamos nuestro repaso musical por esta gran figura con su primera grabación, Fat Man, en diciembre de 1949. Considerada una de las primeras grabaciones de rock and roll de la historia, fue la primera de ese género que vendió un millón de copias en Estados Unidos. Fue compuesta por un joven Fats Domino, a la sazón de 21 años, con la colaboración de Dave Bartholomew, diez años mayor que él y todavía vivo a sus 98. El dúo desarrollaría una fructífera colaboración a lo largo de los años. En la grabación, junto a Fats Domino al piano, intervienen Earl Palmer a la batería, Frank Fields al bajo y Ernest McLean a la guitarra.

Don’t you lie to me, un tema de 1940, fue grabado por Fats Domino en 1951.

Los orígenes de Careless Love se pierden en el jazz tradicional de Nueva Orleans. Se trata de un tema versionado infinidad de veces, en el que Fats Domino se fijaría en 1951.

A mediados de la década de los 50, llegó Ain’t That a Shame, uno de sus mayores éxitos. De nuevo con la colaboración de Dave Bartholomew, fue una de las pocas canciones que grabó fuera de su querida Nueva Orleans. Tanto fue el furor que causó en los años 50 y principios de los 60, que a George Lucas no le quedó otra que incorporarla a la banda sonora de American Graffiti (1973), cuyo argumento se centra en un grupo de jóvenes de esa época. Por cierto que este tema fue el primero que aprendió a tocar John Lennon.

Dave Bartholomew colaboró con Fats Domino también en este I’m in Love Again, que vio la luz como single en 1956.

La siguiente canción salió como la cara B del single anterior. My blue heaven fue escrita en 1924 para el teatro musical por Walter Donaldson y acabó siendo una de las más vendidas de esa década. Fats Domino revisitó este clásico, transformándolo en un tema de rock en 1956.

Hace ya tres años dedicaba una entrada a uno de los mayores éxitos de Fats Domino, Blueberry Hill (aquí la podéis ver). Aunque fue escrita a principios de los años 40, sin lugar a dudas la versión de Fats Domino de 1956 es la más conocida. La revista Rolling Stone la considera una de las 100 mejores de la historia.

Con su eterno colaborador, Dave Bartholomew, compuso I’m walking (1957).

Bobby Charles escribió en 1960 Walking to New Orleans y se la ofreció a su ídolo Fats Domino, para quien ya había trabajado en Before I Grow Too Old. Es uno de sus temas más reconocibles.

Escuchemos ahora dos homenajes de Fats Domino a un referente en la música country, Hank Williams. En primer lugar, Jambalaya, un single de 1961.

No sería la única vez que Fats Domino versionara a Hank. También lo hizo con Your cheating heart. Esta versión es de 1964.

Por último, escuchemos otra de sus incursiones en el country: su último single, Whiskey Heaven, que pudimos disfrutar en la banda sonora de La gran pelea (1980).

 

La mano derecha de Hank

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No es ninguna novedad que Hank Williams ha sido una de las figuras más definitorias e influyentes de la música country. Pero sería cuando menos injusto no reconocer a las personas que estuvieron detrás de él y que contribuyeron en gran medida a que llegará a ser quien fue.

Sin lugar a dudas, el trabajo de Don Helms a la steel guitar fue esencial en su obra. Donald Hugh Helms nació en 1927 en Alabama. Creció escuchando western swing, concretamente a Bob Wills, cuyo guitarrista Leon McAuliffe ejerció una gran influencia sobre él; y, a los 15 años, adquirió su primera steel guitar. Su carrera despegó cuando Hank Williams lo fichó en 1944 para formar parte de su grupo The Drifting Cowboys como intérprete de la steel guitar. Aunque abandonó el grupo al año siguiente para alistarse en el ejército –R.D. Norred y Felton Pruett lo sustituyeron por un tiempo–, en 1949 volvió a él y se convirtió en su alma. De hecho, aparece en unas 100 grabaciones de Hank Williams y en 10 de sus 11 números 1.

Entre esos hits se encuentran I’m So Lonesome I Could Cry (3 abr 2014), I Can’t Help It If I’m Still In Love With You (26 may 2016), Jambalaya (21 abr 2014, como el vídeo de la canción ya no está disponible lo podéis escuchar aquí), Hey, goodlooking (2 jun 2016) o Your Cheatin’ Heart –su última colaboración con Hank antes de su muerte– (25 abr 2014).

Bill Lloyd, conservador de los instrumentos de cuerda en el Salón de la Fama de la Música Country, declaró tras conocerse la noticia de su fallecimiento: «Después de la quejumbrosa voz de Hank Williams y sus excelentes melodías, en lo siguiente que piensas es en la steel guitar«.

Miembro desde 1984 del Salón de la Fama de la Steel Guitar –como veis, hay un Salón de la Fama para casi todo–, Don Helms nos dejó en 2008 en Nashville a los 81 años de edad.

Tras la muerte de su “mentor” en el año 1953, Helms siguió al pie del cañón y su instrumento engrandeció un montón de clásicos, como Walking after Midnight de Patsy Cline (6 jun 2014), Waterloo de Stonewall Jackson (16 jul 2016) o Long Black Veil de Lefty Frizzell (17 sep 2014).

Entre las canciones que todavía no he comentado en el blog y en las que podemos disfrutar de su arte, citaría Blue Kentucky Girl, de Loretta Lynn, escrita por Johnny Mullins en 1965.

Otro ejemplo es Cash on the Barrelhead, popularizada por The Louvin Brothers en 1956.

A lo largo de su carrera, Don Helms trabajó con figuras del country como Johnny Cash (con quien grabó para la Columbia sus primeros álbumes), Jim Reeves, Ferlin Husky, Webb Pierce, Ernest Tubb o The Wilburn Brothers. Pero su admiración por Hank Williams fue inalcanzable: según recoge Paul Hemphill, autor de una biografía sobre Williams, en sus conciertos, cuando se apagaban las luces, solía decir: «Ahora, cerrad los ojos y pensad en Hank». Él no dejó de hacerlo y perpetuó su memoria colaborando igualmente con los hijos del cantante, Hank Williams, Jr. y Jett Williams, su hija póstuma.

 

La hija póstuma de Hank Williams

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En alguna ocasión hemos hablado de Hank Williams Jr., que continuó la saga familiar iniciada por su padre, a quien, sin temor a equivocarnos, podemos calificar como uno de los mayores arquitectos del country.

Menos conocido es el hecho de que Hank Williams tuvo también una hija, fruto de una relación con Bobbie Jett que inició poco antes de divorciarse de su primera mujer, Audrey Williams.

Cinco días después de la muerte de su padre, por abuso y mezcla de medicamentos y alcohol, nacía en Montgomery, Alabama, Antha Belle Jett. Su infancia transcurrió de hogar en hogar, tras ser abandonada por su madre. En 1954 su abuela, Lillian, formalizó el acuerdo entre Hank y Bobbie cuando tuvieron conocimiento del embarazo y adoptó legalmente a la huérfana, pero falleció al año siguiente. El estado de Alabama se ocupó entonces de su custodia y la entregó en adopción a Louise y Wayne Deupree, que la llamaron Cathy Louise.

La pequeña creció sin saber quiénes eran sus padres biológicos, pero a los 21 años, al cumplir la mayoría de edad, recibió un pequeño legado de su abuela y se le abrieron los ojos. Se embarcó en una carrera legal para demostrar su identidad y, en 1985, el Tribunal Supremo de Alabama dictaminó que, en efecto, era hija de Hank Williams. Cambió su nombre por el de Jett Williams y se casó con el abogado que le había ayudado en el litigio.

La carrera musical de Jett ha sido bastante discreta. Fundamentalmente, ha grabado versiones de temas de Hank en los cuatro discos que ha editado: That Reminds Me of Hank (1993), I’m So Lonesome I Could Cry (1995), You Are on My Lonely Mind (1999) y Honk (2008). Escuchemos ya algunas de sus canciones.

En su disco de debut, That Reminds Me of Hank, Jett incluyó una versión de Jambalaya.

Ahora, su interpretación de uno de los mayores éxitos de Hank, I’m So Lonesome I Could Cry, tema que dio título a su segundo álbum.

Your Cheatin’ Heart, en la que Hank Williams se inspiró en el final de su matrimonio con Audrey, también fue versionada por Jett en su cuarto trabajo, Honk.

Con Move It On Over podríamos decir que Hank se adelantó al rock and roll en una fecha tan temprana como 1947. Escuchemos la versión de Jett en Honk (2008).

A su último disco, Honk (2008), pertenece también Long Gone Lonesome Blues.

Pero no todo su trabajo se ha limitado a homenajear a su padre. De su disco de debut, That Reminds Me of Hank, escucharemos, consecutivamente, A Million Tears –escrita por Larry Lee– y Slow Hurry –compuesta por The Bellamy Brothers.

 

El rey del Zydeco

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En la entrada de hoy profundizaremos en la íntima relación que se da entre la historia de los pueblos y la música que estos crean.

La música zydeco fue cultivada en Louisiana por los criollos franceses que llegaron a esa región en el siglo XVII. Suele cantarse en dialecto criollo francés –en ocasiones, incomprensible incluso para los propios franceses– y fusiona elementos de blues y rhythm and blues con melodías criollas típicas de la zona. Nació como una música de celebración. Los trabajadores se reunían tras finalizar la cosecha y las tareas del medio rural e improvisaban canciones con los instrumentos que tenían a mano: acordeón, fiddle, triángulos y, en ocasiones, hasta utensilios de cocina como cucharas o una especie de rallador, que daría lugar a un nuevo instrumento, el washboard.

La fiesta solía celebrarse el sábado por la noche y, para el baile, se vaciaba la habitación de muebles y se vendían productos típicos de Louisiana como gumbo, cerveza casera o limonada por unos pocos centavos.

A principios de los años 80 del pasado siglo la tradición de la música zydeco declinaba a ojos vista, y un grupo, The Treasures of Opelousas, decidió crear el Festival Zydeco con el fin de perpetuarla.

Uno de sus máximos exponentes fue Clifton Chenier, conocido como El rey del Zydeco y de quien se dice que dio nombre a este estilo. En 1973 un documental sobre su figura, Hot Pepper, exploró los nuevos caminos que había abierto en el género. En 1983 ganó un Grammy por su álbum I’m Here y, en 1989, entró a formar parte póstumamente del Salón de la Fama del Blues (había fallecido dos años antes). Actualmente la música zydeco está asistiendo a una nueva edad de oro, hasta el punto de que los Grammy le reservan desde 2007 una categoría especial, Mejor Álbum de Música Zydeco o Música Cajun.

Uno de los primeros trabajos de Clifton Chenier fue Release Me, que aparece en el álbum Zodico Blues and Boogie (1955).

Vamos ahora con Josephine Par Se Ma Femme (Josephine is not my wife), en King of the Bayous (1970).

Os dejo con Walking to Louisiana, incluido en Bon Ton Roulet (1981).

Escuchemos su versión del clásico de Hank Williams Jambalaya, que grabó en el festival de jazz de Montreux (Suiza). Pertenece a su disco The King of Zydeco (1985).

En 2016 la Librería del Congreso resolvió preservar su disco Bogalusa Boogie (1976) por su trascendencia para el género. Escuchemos el tema que le da título.

 

Brenda Lee, Little Miss Dynamite

UNSPECIFIED - JANUARY 01:  (AUSTRALIA OUT) Photo of Brenda LEE  (Photo by GAB Archive/Redferns)

UNSPECIFIED – JANUARY 01: (AUSTRALIA OUT) Photo of Brenda LEE (Photo by GAB Archive/Redferns)


Brenda Mae Tarpley nació en 1944. Auténtica niña prodigio, a los cinco años ganó un concurso de talentos locales, lo que le abrió las puertas de la radio y la televisión. Tenía nueve años cuando murió su padre, y entró de lleno en el mundo de la música para sostener económicamente a su familia. Comenzó a trabajar con Red Foley en su programa Ozark Jubilee, y su primera gran incursión en la escena musical fue en 1956, cuando salió su primer single, una versión del conocido clásico de Hank Williams Jambalaya.
Ese mismo año la Decca Records le hizo un contrato, y al año siguiente grabó Dynamite, cuyo título –unido a su corta estatura– explica el apelativo con el que se la conocería a lo largo de su carrera, Little Miss Dynamite, que inspiró su autobiografía en 2002.
A finales de la década de los cincuenta, y durante los sesenta, su éxito no dejó de crecer (solo fue superada en ventas por Ray Charles, Elvis Presley y los Beatles). Sin embargo, su fama decayó en los 70 y 80. En los años 70, adoptó un estilo netamente country, al que pertenecen sus populares singles The Cowgirl and the Dandy y Broken Dust, ambos de 1980.
En 1997 entró a formar parte del Salón de la Fama de la música country, y todos los años es ella quien da a conocer a los nuevos miembros. Su último trabajo fue el álbum gospel Gospel Duets with Treasured Friends (2007). Actualmente vive en Nashville.
Sin duda, la canción más conocida de Brenda Lee es I’m Sorry (1960), un éxito descomunal cuando aún no había cumplido los 16. La Decca Records no estaba muy convencida de que funcionase comercialmente por su edad. Se equivocaron: no solo arrasó en Estados Unidos, sino también en el mercado británico, donde triunfó antes incluso que en su país de origen. El single fue reconocido con un disco de oro y la canción fue nominada a un Grammy. Incluida en su LP Brenda Lee (1960), se considera uno de los primeros ejemplos del sonido Nashville. La escribieron Donnie Self y Dub Allbritten, y su letra se centra en una mujer que lamenta el fin de una relación amorosa. «Siento haber sido tan tonta, no sabía que el amor podía ser tan cruel. Me dices que los errores forman parte de ser joven, pero eso no arregla el mal que se ha hecho».
Escuchemos la versión original de Brenda Lee en 1960.

Ese mismo año Bobby Vee la incluyó en su álbum Bobby Vee Sing your Favorites.

Jane Morgan la versionó para su disco In My Style (1965).

Dottie West la grabó para Feminine Fancy (1968).

Por «pinchar» una versión que triunfó en Europa, escuchemos a Yvonne Prenosilova en checo. El título, Ron Slzy.

Un fiel retrato de Hank Williams

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Hoy comentaremos un biopic de Hank Williams rodado en los últimos meses de 2014 y estrenado recientemente en Estados Unidos. I Saw the Light, que así se llama la cinta, toma su título de la canción gospel homónima de Hank Williams, que este escribió casi al principio de su carrera, en 1948.
El guion se centra en el primer matrimonio de Hank con Audrey Williams y los subsiguientes problemas de salud a los que el cantante tuvo que hacer frente y que lo llevaron al callejón sin salida del alcohol y las drogas. Le da vida el británico Tom Hiddleston –lo hace francamente bien–, interpretando, además, los éxitos de Hank de manera muy competente (la primera canción que escuchamos es Cold, Cold Heart, en la que Hiddleston anuncia el festival de buenas versiones que nos depara el metraje).
Escrita y dirigida por Marc Abraham, I saw the light se basa en una biografía sobre Hank Williams publicada en 1994. Junto a Hiddleston, quien trabajó la parte musical con Rodney Crowell, Elizabeth Olsen, como Audrey, brilla con luz propia. A su vez, el productor y mentor de Hank, Fred Rose (Bradley Whitford), de quien ya os he hablado en entregas anteriores, articula toda la narración mediante entrevistas diseminadas aquí y allá.
La ambientación está muy cuidada y los hechos se ajustan a la realidad. Una escena, por ejemplo, describe la famosa entrevista que ofreció Hank Williams a James Dolan, y también se cuenta el momento en que el jefe de los estudios MGM, Dore Schary, intenta que la estrella se dedique al cine.
Escuchemos ya algunos fragmentos de la banda sonora del filme, publicada por Legacy Recordings.
Move it on over fue el primer éxito importante de Hank Williams, en 1947, así como una de las precursoras del rock and roll.

Os dejo con Tom en colaboración con Saddle Spring Boys interpretando I’m so Lonesome I Could Cry (1949).

Why don’t you love me (1950) es otra de las canciones que preludió el rock and roll.

En Hey goodlooking, Hiddleston hace una versión de la que hasta Hank Williams se habría sentido orgiulloso.

La película se cierra con Jambalaya (1952), que suena en los títulos de crédito.

Moon Mullican, el rey de los pianistas hillbilly

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Aubrey Wilson Mullican nació en 1909 en Texas, en el seno de una familia de ascendencia irlandesa y escocesa. Ya de niño tocaba el órgano en la iglesia de su pueblo. Aunque su familia esperaba que se hiciera predicador, decidió dedicarse a la música country.
Durante los años 30 forjó su estilo con influencias del blues –Bessie Smith–, el country –Jimmie Rodgers– o el western swing –Bob Wills–. En los 40 trabajó como pianista con el grupo The Texas Wanderers y, en 1945, formó su propia agrupación, The Showboys. Su creciente popularidad hizo que firmara un contrato con la King Records y se convirtió en el artista más vendido de la compañía. En 1951 entró a formar parte del Grand Ole Opry.
Puede que allí entrara en contacto con Hank Williams, a quien, según parece, ayudó a escribir Jambalaya, si bien no figuró en los créditos por estar contratado con otra compañía. En los 60 prosiguió su actividad, y falleció de un infarto en 1967.
I’ll Sail My Ship Alone, de 1950, fue su mayor éxito. Escrita por Mullican junto con Henry Bernard, Lois Mann y Henry Thurston, el narrador se lamenta porque el barco de sueños que planeaba compartir con su pareja ya no será lo mismo. Su chica lo ha abandonado, por lo que tendrá que navegar solo y, cuando se hunda, le echará la culpa a ella. Os dejo con la versión original de Moon Mullican.

Esta canción ha sido grabada por multitud de artistas. Escuchemos algunas de ellas.
Patsy Cline la interpretó en su última sesión antes de su trágica muerte en un accidente aéreo en 1963.

Esta otra, de Hank Williams, no apareció hasta después de la muerte del cantante en el disco I Saw the Light (1956).

Jerry Lee Lewis, quien ha reconocido que Mullican ejerció una gran influencia sobre él, la grabó en 1958.

George Jones la incluyó por primera vez en su disco The George Jones Story (1967).

En 2001 Mac Wiseman la grabó para su álbum Most Requested.

Paradojas del destino

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La canción que vamos a escuchar hoy demuestra que, en ocasiones, los títulos de las canciones pueden ser casi premonitorios. Hank Williams y su productor Fred Rose decidieron escribir en 1952 una canción humorística, I’ll never get out of this world alive (“No saldré vivo de este mundo”), con la esperanza de que se convirtiera en el siguiente éxito de Hank. Y ciertamente lo fue, pero en un momento, cuando menos, paradójico.
El día de Año Nuevo de 1953, Hank Williams moría en el asiento trasero de un Cadillac cuando un estudiante, que hacía las veces de chófer, le llevaba rumbo a su siguiente concierto. Williams abusaba de medicamentos, recetados por un médico para paliar sus dolores, y los mezclaba con alcohol. Quiso el destino que este fuera el último single que apareció en vida del cantante y que llegara al número 1 de la prestigiosa lista Billboard en enero de ese año, ya con carácter póstumo. Se da la circunstancia de que justo la semana en que murió, otra de sus canciones más conocidas, Jambalaya (ya escuchada aquí), ocupaba lo más alto de las listas. Y que Fred Rose, el otro autor de I’ll never get out of this world alive, moría en 1954.
Mucho tiempo después, la canción sirvió de inspiración a Steve Earle para su álbum homónimo, que salió en 2011. También fue el título de su primera novela, acerca de un doctor desposeído de su título, Doc Ebersole, que practica abortos ilegales para ganarse la vida y es acechado por el fantasma de Williams.
La letra enumera las desgracias que persiguen al protagonista: su caña de pescar se ha roto porque el arroyo está lleno de arena, su mujer le ha dejado, si lloviera oro no podría hacer nada porque sus pantalones están tan remendados que no tienen ni bolsillos, si se tirara al río, probablemente se ahogaría, un abogado demostró que no había nacido –simplemente había sido lanzado al mundo–, los zapatos que lleva están llenos de agujeros y clavos.
Escuchemos ahora la versión original de Hank Williams.

Esta grabación de Asleep At the Wheel pertenece al disco doble Texas Gold/Comin’ Right at Ya.

Os dejo con Jerry Lee Lewis y su inseparable piano.

Hank Williams Jr. la incluyó en su disco Men with Broken Hearts (1995).

Por último, escuchemos a su nieto, Hank Williams III, en un concierto que dio en Louisville (Kentucky) en junio del año pasado.