Ringo. Don Robertson y Hal Blair, 1964

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Vamos hoy con una canción cuya letra, en lugar de cantada, está recitada. Fue todo un éxito para Lorne Greene, que la grabó por vez primera. Sus autores, Robertson y Blair, relatan aquí la historia de un forajido ficticio; aunque en la realidad existió un bandido llamado Johnny Ringo, la canción no guarda relación con su vida.

El narrador lo encuentra moribundo y lo lleva a su finca para que se restablezca. Allí, es testigo de su pericia con las armas de fuego. Pasado el tiempo, el narrador se dedica a la carrera judicial mientras el otro prosigue sus andanzas delictivas. Llega el momento en que los dos se enfrentan en un duelo y, aunque el abogado tampoco anda escaso de puntería, Ringo no tarda en desarmarlo, pero le perdona la vida. Cuando se está marchando, recibe un disparo certero que termina con su vida, y la gente se figura que el pistolero ha sido el abogado y lo considera un héroe. La historia recuerda mucho a la película de John Ford El hombre que mató a Liberty Valance y probablemente los autores se inspiraran en ella para escribir el tema.

Escuchemos primero a Lorne Green (que, por cierto, fue uno de los protagonistas de la serie Bonanza, que se emitió durante 14 temporadas) en 1964.

El hecho de que Greene hubiera nacido en Canadá, cerca de la zona francófona del país, hizo que al año siguiente se atreviera a grabar una versión en francés del tema.

Este no fue el único idioma en que se interpretó la canción. En 1965 Waldemar Müller, conocido por su nombre artístico de Ferdy, la grabó en alemán con el título Die Ballade von Ringo.

La canción de los valles

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En la anterior entrada, escuchábamos un tema en el que el protagonismo recaía sobre las praderas. Los valles son hoy las estrellas de Red River Valley.

Su título puede hacer referencia bien al valle del Río Rojo, frontera entre Texas y Oklahoma, bien al del mismo nombre en Dakota del Norte y Minnesota, que se adentra también en Canadá. La segunda opción es la más probable. Aunque ya era conocida hacia 1870, el primero en publicarla por escrito fue James J. Kerrigan en 1896.

Nos encontramos ante una balada western de temática amorosa en la que el protagonista se lamenta de que su amada vaya a abandonar el valle. Al igual que Bury Me Not on the Lone Prairie, este también es muy cinematográfico, más incluso. Gene Autry la popularizó en Red River Valley (1936), John Ford la utilizó en Las uvas de la ira (1940), Bogdanovich en La última película (1971), George Cosmatos en Tombstone: La leyenda de Wyatt Earp (1993)…

La versión de Gene Autry está incluida en The Essential Gene Autry, que recogía sus grabaciones entre 1933 y 1946.

Sons of the Pioneers grabó una colección de canciones western en Western Classics (1953).

Ahora una voz femenina, la de Jo Stafford en Starring Jo Stafford (1953).

“El otro” Jimmie Rodgers la incluyó en Twilight on The Trail (1959).

La primera vez que Marty Robbins la grabó fue para su álbum More Greatest Hits (1961).

Slim Whitman alcanzó un gran éxito en el mercado británico con Red River Valley (1977).

A su vez, Michael Martin Murphey triunfó con su versión de este clásico en Cowboy Songs (1990), que alcanzó además la consideración de disco de oro, algo que no ocurría con un disco de temática cowboy desde 1959 con Marty Robbins y su Gunfighter Ballads and Trail Songs.

Termino con una versión instrumental en la que la armónica se adueña del pentagrama.

La canción de las praderas

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Esta es una de las canciones más famosas sobre cowboys que se han escrito nunca. El origen de Bury Me Not on The Lone Prairie, también conocida como Cowboy’s Lament o The Dying Cowboy, se sitúa en las grandes llanuras de Texas según diversas fuentes, que precisan que la localidad de Lohn habría evolucionado al lone –“solitario”– del título.

Sea como fuere, la canción parece estar inspirada en una antigua balada de corte marinero, Ocean Burial, en la que el protagonista pide que si muere no le entierren en el mar, sino en el cementerio familiar. En la que nos ocupa, cambia el deseo de no ser enterrado en el mar por el de la pradera solitaria, aunque al final no lo atienden, y el personaje es sepultado en esa vastedad.

Si sois aficionados al cine, os resultará vagamente familiar, pues John Ford utilizó esta melodía como música de fondo en el clásico La Diligencia (1939), y su popularidad inspiró también un western menor con el mismo título, Bury Me Not on the Lone Prairie (1941). Escuchemos ahora unas cuantas versiones del tema.

En 1965 Johnny Cash la incluyó en su álbum Sings the Ballads of the True West.

Ese mismo año el grupo Sons of the Pioneers, con la participación de Roy Rogers, la grabó en Legends of the West.

Os dejo con la versión de Cisco Houston, conocido sobre todo por haber trabajado con Woodie Guthrie.

Tex Ritter, al que hoy en día todo el mundo recuerda por ser la voz del tema de apertura de High Noon (Solo ante el peligro), también la interpretó.

Johnnie Ray fue muy popular en los 50. De él es la versión que sigue.

Escuchemos ahora dos versiones corales. La primera se la debemos a Roger Wagner Chorale en Folksongs of the Frontier (1956) y la siguiente a Norman Luboff Choir en Songs of the West (1955).

En la década de los 60 el actor y cantante Burl Ives grabó esta canción, que apareció en el recopilatorio A Little Bitty Tear: The Nashville Years (1994).

Jimmie Rodgers la incluyó en On the Trail (1959).

Termino con un instrumental en el que priman las mandolinas.

Una cinta amarilla en el viejo roble

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La canción de hoy bebe de la tradición oral. Durante la Guerra de Secesión, las mujeres solían ponerse un lazo o una cinta amarilla en el pelo como muestra de fidelidad a sus maridos en el frente. La costumbre, importada probablemente de Inglaterra, inspiraría, por ejemplo, la película de John Ford La legión invencible (She wore a yellow ribbon, 1950), con John Wayne. The Andrews Sisters, un dúo muy popular alejado del country en los años 40, grabó She wore a yellow ribbon. Escuchémosla.

La canción que vamos a escuchar ahora es posterior. Tie a Yellow Ribbon Round the Ole Oak Tree llegó al número 1 en casi todos los países angloparlantes, Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. En 1971 el periodista Peter Hamill, del New York Post, anticipó una historia sobre esta tradición y cuando, en 1973, apareció la canción compuesta por Irwine Levine y L. Russell Brown, el periodista les puso una demanda por plagio, ya que la letra era muy similar a su historia. No prosperó, ya que había versiones anteriores con la misma trama.
El tema habla de un ex convicto que, al salir de prisión, se dirige a su hogar en autobús. Le dice a su mujer que la señal para saber que le acepta de nuevo es que ate una cinta amarilla en el viejo roble (si no la ve, se olvidará de todo y se echará la culpa a sí mismo). Cuando llega a su destino, para su sorpresa, hay atadas un centenar de cintas en el viejo roble.
El éxito de la canción hizo que el gesto que describe se utilizara en la vida real: por ejemplo, en la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense en Irán, como muestra del clamor popular para que fueran liberados, o, más recientemente, en las protestas que hubo en Hong Kong a favor de la democracia en 2014.
La primera versión es la de Tony Orlando & Dawn, en estilo pop. Tony Orlando estaba a punto de retirarse cuando le sonrieron la fortuna y la fama gracias a este clásico. En la grabación también cantan Telma Hopkins y Joyce Vincent Wilson.

Aunque no surgió como una canción country, su éxito hizo que el mismo año fuera grabada por Johnny Carver, que lleva retirado desde la década de los 70.

Connie Francis también se quiso subir al carro y grabó una canción-respuesta, The Answer, narrada desde el punto de vista de la mujer que se pregunta si debería poner una cinta amarilla en el viejo roble.

Country Urbano (III)

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6. The Streets of Laredo. Seguimos en Laredo con una de las baladas de cowboys más queridas de la música country, también conocida como The cowboy’s lament. Ha aparecido muchas veces en el cine, por ejemplo en Tres padrinos, de John Ford (1948); Muerte de un jugador, de John Hancock (1973); Brokeback Mountain, de Ang Lee (2005); o Bajo el paseo de la ley (1986) y Noche en la Tierra (1991), ambas de Jim Jarmush.
Fue publicada por primera vez en el libro de John Lomax Cowboy Songs and Other Frontier Ballads (1910). Como ocurre con tantas canciones folk, se ignora el nombre de su autor, aunque probablemente se le deba a Frank H. Maynard, tal como este declaró repetidamente a lo largo de su vida. La Asociación de Escritores Western la incluyó en su catálogo de las 100 canciones western más importantes de todos los tiempos.
Un cowboy desahuciado cuenta su historia a otro que pasa cabalgando junto a él. Ha sido alcanzado por una bala, y en sus últimas horas se arrepiente de la vida que ha llevado. Versionada por multitud de artistas, escuchemos, en primer lugar, la interpretación de Johnny Cash.

Ahora, la maravillosa versión de Marty Robbins.

Tex Ritter la incluyó en su álbum Blood on the Saddle.

He aquí la versión instrumental de Chet Atkins, perteneciente a su álbum The other Chet Atkins.

Esta grabación está incluida en el disco recopilatorio de los grandes éxitos de Jim Reeves.

7. Wacko from Waco. El cantante nacido en Texas Billy Joe Shaver, de 76 años de edad, hace un juego de palabras entre Waco, la ciudad donde pasó su infancia, y wacko (“chiflado” en inglés). La historia habla de un hombre que, en defensa propia, mata a un tipo en Waco. Curiosamente, en 2007 la ficción se hizo realidad cuando Shaver fue acusado de disparar, sin llegar a matarlo, a otro hombre también en defensa propia, por lo que fue absuelto. Escrita en colaboración con el gran Willie Nelson, pertenece a su álbum Live at Billy Bob’s Texas.

Norte y Sur (IX)

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Rose of Alabamy, escrita en 1846 por Silas S. Steele, tiene su origen en los espectáculos de minstrel o trovadores ambulantes negros, que causaron furor en Estados Unidos allá por el siglo XIX. El protagonista es un tipo que trabaja en una plantación de algodón de Mississippi, y parte con su inseparable banjo a visitar a su “rosa de Alabama”.
Esta es la versión canónica:

Ahora viene la de Second South Carolina String Band.

James Pentecost, Cory Rosenberg, Carl Anderton, John Allin y Mark Weems nos regalaron los oídos con instrumentos de la época.

Dear Evelina, Sweet Evelina –o simplemente Sweet Evelina– fue publicada en Nueva York en 1863, aunque es posible que fuera conocida con anterioridad por la tradición oral. Los autores se mantuvieron en la sombra y solo dieron a conocer la pista de sus iniciales: M. hizo la letra y T. puso la música, como en una película de espías. La canción resultó muy popular entre las tropas confederadas.
Tom Roush la recuperó para su CD Somewhere between the blue and the gray (2011).

Escuchad ahora la versión del grupo de cuerda 97 Regimental String Band.

He aquí una lectura alejada del country. Se la debemos al prestigioso Mormon Tabernacle Choir, que la incluyó en su disco Songs of the Civil War.

Nacido en Arkansas, Thomas Paulsley LaBeff, más conocido como Sleepy LaBeef, grabó este tema para su disco Roots, junto con Mike Bailey, David Irvin y Katy J. Arnovick.

Terminamos este recorrido por las canciones de amor de la guerra de Secesión con una de las más antiguas, The girl I left behind me, melodía que entonaban ya los soldados británicos en el siglo XVIII con el título de Brighton Camp. Se sabe que fue publicada en Dublín en 1791, y que de allí navegó a Estados Unidos. Ha aparecido en numerosas películas: Fort Apache, La legión invencible y Río Grande –todas ellas de John Ford–, Waterloo, de Sergei Bondarchuck, y La carga de la Brigada Ligera, de Tony Richardson, entre otras.
Escuchemos la marcha de David Butolph.

The Redcoats (“Los casacas rojas”, como se conocía al ejército británico) grabaron esta versión.

California Consolidated Drum Band aportó esta otra interpretación.