Hoy vamos a escuchar uno de los mejores discos de Waylon Jennings, Ol’ Waylon. En 1977, Waylon estaba en el punto álgido de su carrera y, con este álbum, el público cayó rendido a sus pies. Si Wanted! The Outlaws (1976), que recopilaba trabajos de cuatro artistas diferentes, entre ellos del propio Jennings, fue el primer disco de platino de la música country, Ol’ Waylon lo sería de un artista en solitario.
Luckenbach, Texas (ya escuchada aquí) es la primera canción del álbum y “culpable”, en gran medida, de este éxito sin precedentes. Otra de las obras cumbre es una versión del clásico de Kenny Rogers Lucille, que también hemos escuchado aquí. El disco, editado por RCA Victor y reeditado en tres ocasiones en CD (1997, 2000 y 2009), fue producido por Chips Moman (el de Elvis Presley), y concentra 11 canciones en su poco más de media hora de duración.
Sweet Caroline, de Neil Diamond, es otra de las versiones que incluye el álbum. Diamond la escribió en 1969, y en una entrevista declaró que se había inspirado en la hija de John Fitzgerald Kennedy, Caroline, que a la sazón tenía 11 años. Escuchemos la interpretación country de Waylon.
Satin Sheets, que nada tiene que ver con el tema homónimo de Jeanne Pruett, fue escrita y grabada por primera vez por Willis Alan Ramsey en su disco de debut de 1972. Waylon Jennings la recuperó para este.
Belle of the Ball es el único que escribió Waylon personalmente. La letra habla de una belleza sureña que “como Scarlett O’Hara no amaba a nadie pero los quería a todos”, y causa sensación en el baile.
Uno de los grandes compositores de country, Jimmy Webb, le ofreció If You See Me Getting Smaller.
Buddy Knox escribió I Think I’m Gonna Kill Myself que, en la voz de Waylon, suena así.
Till I Gain Control Again, de Rodney Crowell, la han grabado artistas como Emmylou Harris, Willie Nelson o el propio autor. Jennings nos brinda una potente versión del tema, que habla de la adoración que siente un hombre hacia su pareja (“me encanta pasar las mañanas como un rayo de sol bailando sobre tu piel”) y espera que, ante las dificultades, le abrace hasta que recobre el control.
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Él era el blues

LAS VEGAS – AUGUST 16: Recording artist B.B. King performs at his B.B. King’s Blues Club at the Mirage Hotel & Casino August 16, 2010 in Las Vegas, Nevada. (Photo by Ethan Miller/Getty Images)
El 14 de mayo de 2015 comenzó una nueva era. Si las fechas históricas se miden en “antes de Cristo” o “después de Cristo”, las musicales se deberían fijar según las fases de “antes y después de B. B. King”. Tal fue la influencia de Riley Ben King, nacido, como buen bluesman, en el delta del Mississippi y criado en una plantación de algodón. Sus gustos musicales se concretaron cantando gospel en el coro de una iglesia evangélica, lo que canalizaría su carrera. Después de la guerra, decidió dedicarse de lleno al blues y se fue a vivir con un primo de su madre, el también bluesman Bukka White. Poco después empezó a trabajar en un programa de radio y se le empezó a conocer como el Blues Boy de Beale Street, luego Blues Boy a secas y, finalmente, B. B. King. Escuchemos consecutivamente sus dos primeras grabaciones en el sello Bullet Records, una discográfica de Nashville de corta duración. Primero, Miss Martha King (1949). Ahora, Your Baby Packs Up and Goes (1949). Ambas pasaron sin pena ni gloria, y solo tras firmar con RPM Records, un sello capitaneado por Sam Phillips –quien había descubierto a talentos como Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, Carl Perkins o el gran Elvis Presley–, empezó a probar las mieles del éxito. En 1951, Three O’Clock Blues, un blues compuesto en 1946 por Lowell Fulson, llegó al número 1 en las listas de R&B (Rhythm and Blues). Escuchemos también Rock me baby, en la versión que aparece en Now appearing at Ole Miss (1980), uno de sus múltiples álbumes en directo (si bien el tema había aparecido como single en 1964). Uno de los grandes logros de B. B. King fue el de transmitir la pasión por el blues a todo el mundo, gracias a la frenética actividad de sus conciertos en directo. Por poner un ejemplo, en 1956 ofreció nada menos que 342 actuaciones, es decir, prácticamente todos los días del año el blues que fluía por sus venas saltó al corazón de su público, que se fue enriqueciendo a medida que los grandes artistas de rock, así Eric Clapton, declaraban la influencia del gigante de Mississippi. La siguiente canción, uno de sus clásicos más recurrentes, se titula The Thrill is Gone (“La energía se ha terminado”), pero ya veréis que eso es absurdo: la fuerza que desprende la música de B. B. King sigue vigente hoy como ayer. El tema pertenece a su disco Completely Well (1969) y, como la mayor parte de sus éxitos, no es de su cosecha, sino que fue escrito por Rick Darnell y Roy Hawkins en 1951. Su interpretación le valió el primero de los quince Grammy que atesoró en su carrera. El rey del blues también dedicó una canción a su guitarra, Lucille. La historia es bien conocida: en 1949, tocando en un local, dos hombres se pelearon y chocaron accidentalmente con una lámpara de queroseno. Hubo que desalojar la sala y, cuando B. B. King salió a la calle, se dio cuenta de que se le había olvidado su guitarra, una Gibson, por lo que, sin pensárselo dos veces, entró por ella (¡le había costado 30 dólares!). La llamó Lucille –a esa y a todas las guitarras que vinieron después–, pues la mujer por la que se estaban peleando los hombres llevaba ese nombre. Este homenaje quedaría incompleto sin una de sus grabaciones más conocidas, Everyday I have the blues, que incluyó por primera vez en su LP de debut Singing the Blues (1956) y que se convirtió en otro de los clásicos de su repertorio, con grabaciones tan sonadas y enardecidas como las del Live At the Regal (1969) y Live in Cook County Jail (1971). Una vez más, la canción es anterior: fue escrita en 1935, aunque B. B. King se basaría en la versión de Memphis Slim de 1947.
Kenny Rogers, uno de los artistas country más comerciales
El texano Kenneth Donald Rogers nació en 1938 en el seno de una familia numerosa (eran 8 hermanos). Su carrera musical empezó a mediados de los años 50 en un grupo de rockabilly, The Scholars; después, pasó por el jazz con la efímera banda The Bobby Doyle Three; y más tarde formó el grupo The First Edition, donde cosechó su primer éxito, Ruby, Don’t Take Your Love to Town (ya escuchado aquí). En 1976, tras la ruptura de la formación, empezó su carrera en solitario e hizo algunas incursiones en el pop, como en Lady, escrita por Lionel Richie. Fue en esta época cuando Rogers sorprendió al público con sus canciones más emblemáticas, como Lucille (un homenaje a su madre), Coward of the County o The Gambler. A finales de los 70, empezó a colaborar con la estrella Dottie West, con quien ejecutó, entre otros, su famoso dúo Everytime Two Fools Collide. También colaboró con Dolly Parton en la magnífica Islands in the Stream (1983), que vendió la nada desdeñable cifra de dos millones de unidades solo en Estados Unidos. En los años 80 y 90, su éxito continuó imparable, y hoy se estima que ha vendido más de 100 millones de discos a lo largo de su carrera.
Otra faceta suya es la de actor: en 1982, interpretó Un paquete con seis, de Daniel Petrie, otro éxito de taquilla, ya que no de crítica. Y la de escritor: en septiembre de 2013, publicó su primera novela, What Are the Chances, escrita junto con Mike Blakely. Ese mismo año entró en el Salón de la Fama de la Música Country.
She believes in me, escrita por Steve Gibbs, fue uno de los grandes éxitos de Kenny Rogers en 1979. Su letra, de tono romántico, se centra en el trabajo nocturno del protagonista, un cantante-compositor a quien la suerte nunca ha sonreído. Su mujer, a pesar de todo, sigue creyendo en él. Os dejo con la versión original de Kenny Rogers.
Dos años después, el cantante André Hazes adaptó la letra al holandés en este Zij gelooft in mij.
La balada ha traspasado las fronteras del country, y el artista irlandés Ronan Keating la versionó para su disco de 2004 Turn It On. El tema fue un verdadero éxito en el mercado británico.
En 2011, Scotty McCreery la interpretó en el programa de televisión American Idol.