La música country ha tocado multitud de temas y, con esta canción, nos introduce en la historia. Como sabemos, las colonias que dieron lugar a Estados Unidos libraron una guerra con Gran Bretaña para conseguir su independencia.
Lo que quizá no sea tan conocido es que la metrópoli no se dio tan fácilmente por vencida, y años después intentó recuperarlas mediante otra guerra. La batalla definitiva de esta segunda lid fue la de Nueva Orleans, entre el 23 de diciembre de 1814 y el 8 de enero de 1815, que expulsó definitivamente a los británicos. Las tropas de Andrew Jackson derrotaron a los ingleses, que sufrieron más de 300 muertos y 1.500 heridos.
Esta canción patriótica narra la batalla desde el punto de vista de un soldado americano. Fue grabada por el sello discográfico Columbia, que la lanzó al mercado en abril de 1959. Su tono ligero la convirtió en un éxito inmediato, y ganó el Grammy a la mejor canción country y western en 1960, gracias a la popular versión de Johnny Horton, número 1 durante diez semanas en 1959 (otra canción dedicada a la otra batalla “británica” de 1815, Waterloo, ésta con mejores resultados para ellos, le acabó arrebatando el número 1).
El compositor Jimmy Driftwood era director de una escuela en Arkansas, y sentía una gran pasión por la historia; escribió esta y otras canciones con objeto de que sus alumnos se interesaran por la disciplina. El productor Don Warden no tardó en fijarse en él y le ofreció un contrato con el sello RCA.
The battle of New Orleans, que exalta el poderío americano, se utiliza no solo en los eventos deportivos estadounidenses, sino también canadienses, ya que un equipo de hockey sobre hielo en Calgary lo usa en sus encuentros.
La historia de la batalla es como sigue: en diciembre de 1814, las tropas británicas dirigidas por sir Edward Pakenham desembarcaron en el río Mississippi. El coronel Jackson, por parte americana, se atrincheró en la cercana ciudad de Chalmette (Luisiana). El ataque de los británicos fue catastrófico, con 2.000 bajas en su bando frente a las 71 americanas.
De acuerdo con la letra, en 1814 los americanos, pertrechados de bacon y judías, iniciaron una “excursión” y se encontraron con los malditos británicos en Nueva Orleans. Entonces dispararon sus rifles y los británicos se aproximaron. Dispararon otra vez y huyeron rápidamente por el Mississippi hasta el golfo de Mexico. Mientras que los británicos tocaban sus tambores de guerra, los americanos guardaban silencio y les cogieron por sorpresa, “realmente dándoles bien”. Los enemigos corrían tan rápido por los arbustos y zarzas que ni siquiera un conejo sería capaz de tal agilidad. ¡Ni los perros les podían dar caza! Finalmente, los americanos dispararon tanto que se quedaron sin munición y cogieron un cocodrilo –especie que abunda en las áreas pantanosas–, lo metieron en un cañón, lo llenaron de pólvora y, cuando apretaron el gatillo, el cocodrilo se “volvió loco”.
mississippi
La música nos lleva a todos sitios
Lo dijo Robbie Robertson, el guitarrista del grupo de rock The Band. Su concierto de despedida, The Last Waltz, tuvo lugar en 1976, y Martin Scorsese lo filmó, añadiendo entrevistas con los miembros del grupo para una película que se estrenó en 1978, y que es, os lo aseguro, una obra maestra.
En dicho concierto actuaron artistas de la talla de Muddy Waters, Neil Diamond, Eric Clapton, Joni Mitchell o la estrella del country Emmylou Harris. Esta última intervino en una de las mejores canciones del grupo, Evangeline, que, según confesó más tarde el gran Levon Helm, otro de los miembros de The Band, fue escrita por Robertson la noche inmediatamente anterior al concierto.
Evangeline es ya un clásico sureño, que capta a la perfección el sonido de Luisiana. La acción nos sitúa en las orillas del río Mississippi, donde una chica, la que da nombre a la canción, espera la llegada de su amado, un tahúr que vive de jugar en los barcos que cruzan dicho río.
Os sugiero que prestéis especial atención a la música de violín o fiddle con que empieza el tema, que, sin duda, gana mucho con la actuación virginal de Emmylou.
Quitémonos los sombreros, y mandemos un cariñoso recuerdo a los únicos supervivientes de esta mítica banda, Garth Hudson y el citado Robbie Robertson.