Lyle Lovett es inclasificable: durante su carrera ha tocado multitud de géneros aparte del country, y ha incorporado a su música elementos de folk, swing, blues, jazz y góspel. Desde que en 1985 firmara un contrato con Curb Records, ha sacado todos sus álbumes con ese sello.
Este es su último trabajo, en colaboración con Lost Highway Records. Su portada muestra a Lovett atado con cuerdas, en una metáfora de lo contrario a lo que aspira el artista, que quiere librarse de las ataduras a través de la música.
Su único single fue Isn’t That So, compuesto por Jesse Winchester en clave pop/rock.
Lovett sólo escribió dos canciones de las 14 canciones que articulan el disco. Una ellas es One Way Gal.
Eddie Miller compuso Release Me en 1949 y, desde entonces, ha contado con innumerables versiones de artistas country. Esta es la de Lovett.
Brown Eyed Handsome Man fue popularizada por Chuck Berry, y nuestro protagonista la interpreta así.
Como muestra del blues que también tiene cabida en el disco, extraigo White Boy Lost in the Blues, de Michael Franks.
Termino por hoy con un instrumental sobre un tema tradicional, Garfield’s Blackberry Blossom.
En la entrada de hoy profundizaremos en la íntima relación que se da entre la historia de los pueblos y la música que estos crean.
La música zydeco fue cultivada en Louisiana por los criollos franceses que llegaron a esa región en el siglo XVII. Suele cantarse en dialecto criollo francés –en ocasiones, incomprensible incluso para los propios franceses– y fusiona elementos de blues y rhythm and blues con melodías criollas típicas de la zona. Nació como una música de celebración. Los trabajadores se reunían tras finalizar la cosecha y las tareas del medio rural e improvisaban canciones con los instrumentos que tenían a mano: acordeón, fiddle, triángulos y, en ocasiones, hasta utensilios de cocina como cucharas o una especie de rallador, que daría lugar a un nuevo instrumento, el washboard.
La fiesta solía celebrarse el sábado por la noche y, para el baile, se vaciaba la habitación de muebles y se vendían productos típicos de Louisiana como gumbo, cerveza casera o limonada por unos pocos centavos.
A principios de los años 80 del pasado siglo la tradición de la música zydeco declinaba a ojos vista, y un grupo, The Treasures of Opelousas, decidió crear el Festival Zydeco con el fin de perpetuarla.
Uno de sus máximos exponentes fue Clifton Chenier, conocido como El rey del Zydeco y de quien se dice que dio nombre a este estilo. En 1973 un documental sobre su figura, Hot Pepper, exploró los nuevos caminos que había abierto en el género. En 1983 ganó un Grammy por su álbum I’m Here y, en 1989, entró a formar parte póstumamente del Salón de la Fama del Blues (había fallecido dos años antes). Actualmente la música zydeco está asistiendo a una nueva edad de oro, hasta el punto de que los Grammy le reservan desde 2007 una categoría especial, Mejor Álbum de Música Zydeco o Música Cajun.
Uno de los primeros trabajos de Clifton Chenier fue ReleaseMe, que aparece en el álbum Zodico Blues and Boogie (1955).
Vamos ahora con Josephine Par Se Ma Femme (Josephine is not my wife), en King of the Bayous (1970).
Os dejo con Walking to Louisiana, incluido en Bon Ton Roulet (1981).
Escuchemos su versión del clásico de Hank Williams Jambalaya, que grabó en el festival de jazz de Montreux (Suiza). Pertenece a su disco The King of Zydeco (1985).
En 2016 la Librería del Congreso resolvió preservar su disco Bogalusa Boogie (1976) por su trascendencia para el género. Escuchemos el tema que le da título.
Una de las primeras entradas de este blog la dediqué a la muerte de Ray Price el 16 de diciembre del pasado año. Veamos ahora con mayor largueza su biografía. Price nació en una pequeña granja de Texas en 1926 y empezó la carrera de veterinaria. Sus estudios, no obstante, se vieron abruptamente interrumpidos tras la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Una vez finalizada ésta, se consagró a su gran pasión: la música. Mientras ayudaba a su amigo Lefty Frizzell en sus sesiones de grabación, el sello Bullet Records se interesó por él y le ofreció su primer contrato. En su vida se cruzó el legendario Hank Williams, con quien compartió piso tras el divorcio de este, y a su muerte fue Price quien se hizo cargo de su grupo The Drifting Cowboys. Durante los años 60, Price experimentó con el sonido Nashville, y su fe cristiana lo guió a la música gospel, cantando multitud de himnos evangélicos como Rock of ages, What a friend we have in Jesus o Amazing Grace. Price se mantuvo en activo hasta su muerte. Tras su último disco de estudio, The Last of the Breed –”El último de la generación”– (2007), inició una gira con otros grandes del country como Willie Nelson o Merle Haggard. Al finalizar, Haggard lo elogió en estos términos: “Este viejo nos ha dado una lección de cómo se canta. Estaba ahí con el micrófono contra su pecho mientras que Willie y yo todavía estábamos buscándolo”. Y la verdad es que Haggard tampoco es tan joven, tiene 77 años…
Vamos a escuchar una de sus canciones de cabecera, junto con Crazy Arms, que ya puse el 12 de enero. Me refiero a Release me, compuesta por Eddie Miller en 1946. Aunque la mayoría de vosotros la conoceréis por la versión del británico Engelbert Humperdinck, un gran éxito de 1967, Ray Price fue la primera estrella que la grabó en diciembre de 1953, apenas tres años después de que lo hiciera el propio autor. Miller, por cierto, encontró dificultades para que alguien pusiera voz a su tema, pero, tras Ray Price, todo el mundo quiso hacerlo: Kitty Wells, Jim Reeves, Eddy Arnold, Patti Page, Elvis Presley y muchos otros. Acerca de la letra, el narrador insiste a su pareja para que lo libere, ya que ha conocido a un nuevo amor mucho mejor que ella (reconozcamos que esto último no es muy delicado).