Uno de los primeros cowboys cantantes fue Stuart Hamblen, quien, con poco más de 40 años, escribió este tema. Dentro de su discografía, representa casi una excepción, ya que es una de las pocas de carácter no religioso que escribió. Después de sus problemas con la bebida, Hamblen sufrió una conversión religiosa y decidió seguir los pasos de su padre, pastor metodista.
Volviendo al tema, este fue su primer single y gozó de muy buena acogida: fue una de las canciones más escuchadas de 1950. La letra es toda una declaración de intenciones: el protagonista promete estar al lado de su amada en todo tipo de situaciones.
Escuchad la versión original de Hamblen.
Ese mismo año (1950), la grabó Ernest Tubb.
Merle Haggard la incluyó en su álbum The Way I am (1980).
El disco con el que debutó Johnny Cash fue Johnny Cash with his hot and blue guitar (1957). A él pertenece su versión de Remember Me.
La interpretación más reciente que os traigo es la de Willie Nelson en su disco Remember Me Vol. 1 (2011).
El panorama editorial español no puede ser más rico y está en constante movimiento. Recientemente la editorial Sexto Piso ha publicado una recopilación de varios inéditos de Johnny Cash, “el hombre de negro”. El libro, de unas 250 páginas, vio la luz en 2016 en Estados Unidos con el título Forever Words, en una edición a cargo del hijo del artista, John Carter Cash, y prólogo del ganador del Pulitzer de poesía Paul Muldoon. Ahora llega al mercado español con traducción de Andrés Catalán con el título de Eternas Palabras e incluye varios facsímiles de manuscritos.
Johnny Cash pertenecía a esa estirpe de compositores cuyos temas no son sino poemas cantados. Algunos de estos textos se convirtieron en canciones pero a otros no llegó a añadirles melodía.
La concesión el pasado año del premio Nobel de Literatura a Bob Dylan puso de manifiesto la íntima relación entre la poesía y la música. Cash y Dylan eran grandes amigos y llegaron a grabar juntos en sendas sesiones los días 17 y 18 de febrero de 1969. En su autobiografía, Cash hablaba de Dylan en estos términos: “Tenía un tocadiscos portátil y me lo llevaba de gira. Ponía The Freewheeling en el camerino, después salía, hacía mi espectáculo, y lo escuchaba otra vez cuando terminaba. Después de un tiempo, escribí una carta a Bob contándole lo fan suyo que era. Me respondió casi inmediatamente diciéndome que me seguía desde I walk the line y empezamos a cartearnos”.A su vez, tras la muerte de Johnny en septiembre de 2003, Dylan escribió lo siguiente: “Podemos tener recuerdos de él pero no lo podemos definir más de lo que lo podemos hacer con una fuente de verdad, luz y belleza. Bendecido con una profunda imaginación, tenía el don de expresar las causas perdidas del alma humana”.
En palabras de John Carter Cash, su padre observaba el mundo con unas gafas cargadas de humor, sencillez y espiritualidad. Nuestro artista estaba muy influido por la religión, como prueba su numerosa producción gospel. A modo de ejemplo de esa faceta, escuchemos The old account, que aparecía en su álbum Hyms by Johnny Cash (1959). En este tema, el cantante reflexiona sobre la necesidad de “ajustar cuentas con el destino” y así hacerse perdonar los pecados.
Otro tema del disco es These things shall pass, una composición de Stuart Hamblen que incide en el carácter efímero de la vida y en la necesidad de no desesperar ante los problemas: “Estas cosas pasarán y la vida será más dulce”.
Esta semana tan intensa para el mundo cristiano toca a su fin con el Domingo de Resurrección, que celebraremos aquí con otro tema góspel.
It is no secret what God can do fue escrito a principios de la década de los 50 por Stuart Hamblen. Este había gozado de cierto éxito en los primeros tiempos del country y es considerado uno de los primeros cowboys cantantes, que proliferaron en la radio y el cine allá por los años 30. Su estilo de vida –dio varias veces con sus huesos en la cárcel por delitos de desorden público– no hacía pensar, ni mucho menos, que terminaría escribiendo canciones de temática religiosa, si bien era hijo de un pastor metodista de Texas.
En la época en que trabajaba en el mundo del espectáculo en California, se hizo amigo del actor John Wayne y del predicador Billy Graham y, gracias a este último, se convenció de que tenía que cambiar de vida. Y tanto fue así, que en las elecciones presidenciales de 1952, las que ganó Eisenhower, fue candidato por el Partido de la Prohibición, aunque no consiguió más que unos 70.000 votos. Su aversión por el alcohol le ocasionó, por cierto, no pocos problemas con los patrocinadores de su programa, ya que se negaba a anunciar bebidas alcohólicas.
Según cuenta la leyenda, en una conversación con su amigo John Wayne, sorprendido este por su “reforma”, Hamblen le dijo: “No es ningún secreto lo que Dios ha hecho por mí”, a lo que el actor replicó que eso sonaba a canción y le recomendó que se pusiera manos a la obra para escribirla.
Hamblen le hizo caso y el resto es historia. El consejo de John fue óptimo, y la canción se considera hoy el primer crossover hit –un éxito que cruza las fronteras de su género– del góspel. A modo de ejemplo, llegó al número 1 de las listas pop gracias a las versiones de Jo Stafford o Elvis Presley, entre otros.
La letra habla del inmenso poder de Dios en nuestras vidas: “No es ningún secreto lo que Dios puede hacer; lo que ha hecho por otros lo hará por ti. Con los brazos abiertos, te perdonará”.
La primera grabación de este clásico es la de Bill Kenny, del grupo The Ink Spots junto con The Song Spinners, en 1951.
Ese mismo año Jo Stafford hizo su propia versión.
Escuchemos ahora una del propio autor, Stuart Hamblen, en su álbum It is no secret (1956).
En España, Elvis Presley es recordado sobre todo por su faceta rock, pero en Estados Unidos sus grabaciones góspel gozaron de gran éxito. En 1957 grabó It is no secret what God can do, que vio la luz en Elvis’ Christmas Album.
Su éxito hizo que todo el mundo quisiera incorporarla a su repertorio. Al año siguiente lo hizo Jim Reeves en God Be with You.
Willie Nelson la incluyó en How Great Thou Art (1996), con un espléndido acompañamiento de piano.
En 2007 apareció la recopilación Ultimate Gospel, de temas de esta naturaleza grabados por Johnny Cash a lo largo de su vida.
Por último, escuchemos la versión de la conocida reina del góspel Mahalia Jackson.
Se suele decir que el perro mostrará fidelidad a su dueño toda la vida, y esto es lo que sucedió con el perro que dio origen a la canción que vamos a escuchar hoy.
Su autor, Stuart Hamblen, era un gran aficionado a la caza. Según contó en diversas ocasiones, escribió este tema en el marco de una expedición en Sierra Nevada, una cordillera entre Nevada y California. Corría el año 1954 y, junto con un amigo, se adentró en esos bosques para practicar su deporte favorito. Les sorprendió una ventisca y buscaron refugio en una cabaña aparentemente abandonada. En realidad, estaba guardada por un perro, y Hamblen supuso que su dueño también estaría allí. Se trataba, efectivamente, de la cabaña de un explorador que había fallecido tiempo atrás y que seguía allí. Así nació This Ole House.
A partir de esta idea, Hamblen, especialista en música gospel, reflexionó sobre la muerte y lo efímero de la vida en este clásico del country gospel. En la misma cabaña, comenzó la canción con estos versos: “Esta vieja casa conoció a mis hijos, esta vieja casa conoció a mi mujer, esta vieja casa resonaba con risas”; pero, en la línea de las canciones gospel, no ve la muerte como algo negativo, sino como algo natural. Con el paso del tiempo, la casa ha envejecido (y su cuerpo también) y ya no puede ser reparada, al igual que su cuerpo. Cuando ve a un ángel mirando por un cristal roto de la ventana, se da cuenta de que “no siente dolor ni miedo” (la casa, en cambio, gime y tiembla cuando el viento nocturno extiende sus brazos). Y ya que “no va a necesitar la casa más”, se prepara para “encontrarse con los santos”.
Aunque el autor también la grabó, la de Rosemary Clooney en 1954 fue la versión que tuvo más éxito. La voz de bajo que la acompaña es la de Thurl Ravenscroft.
Escuchemos al compositor Stuart Hamblen en su grabación de 1954. Dos años después lo haría en su disco It is no secret.
Jimmie Dean la incluyó en Everybody’s Favorite (1963).
The Statler Brothers la versionaron en Flowers on the Wall (1966).
Shakin Stevens recuperó este clásico y le dio un toque rock que causó sensación en 1981.
Loretta Lynn hizo su propia versión en Van Lear Rose (2004).
Brenda Lee y Dolly Parton en Gospel Duets with Treasured Friends (2007).
Por último, escuchemos a Willie Nelson en Remember Me Vol. 1 (2011).
Su nombre real era Ruby Blevins, nació en 1908 en Arkansas y en 1929 se fue a California a probar fortuna en el mundo de la música. Ganó un concurso de talento vocal y aprendió a tocar la guitarra. Después, se trasladó a Chicago e hizo una audición para el National Barn Dance, un programa de radio, hoy desaparecido, cuyas emisiones comenzaron solo un año antes de las del Grand Ole Opry. Le salió bien y, a partir de ahí, se abrió camino en la música country. Escogió su nombre artístico de un actor de cine mudo, Monte Montana, y protagonizó la película Colorado Sunset (1939), con Gene Autry. Se retiró en los años cincuenta para dedicarse a su familia, y volvió en 1964 acompañando en un disco a la estrella emergente Waylon Jennings; pero su tiempo había pasado ya. El año en que murió, 1996, entró en el Salón de la Fama de la Música country. Escuchemos la canción más popular de Patsy Montana, I Want to Be a Cowboy’s Sweetheart, que escribió en 1934 y grabó al año siguiente para ARC Records. Está basada en Texas Plains, de Stuart Hamblen, y ostenta el honor de ser la primera grabación de una mujer que vendió más de un millón de copias, toda una hazaña considerando que se comercializó en lo más hondo de la Gran Depresión. El tema aparece en los títulos de crédito de la película Lone Star (John Sayles, 1996). Esta es la versión que grabó Rosalie Allen en los años 40. Otra artista country, Patti Page, hizo un single de esta canción western. Suzy Bogguss la incluyó en su álbum Somewhere Between (1989). La siguiente versión se la debemos a una jovencísima LeAnn Rimes en All That (1994). Cuando grabó el disco, sólo tenía 11 años.