En varias ocasiones me he centrado en este blog en los temas por los que Marty Robbins es más recordado, y casi todos ellos tienen algo en común: captan a la perfección el espíritu del western (véase El Paso; Big Iron; su antológica versión de The Streets of Laredo; o el tema principal de la película The Hanging Tree, por citar solo unos cuantos).
De ahí que la canción de hoy –un tema de amor lento que han grabado artistas del todo ajenos al country– resulte una sorpresa en su trayectoria. En My Woman, My Woman, My Wife, perteneciente al álbum homónimo, el narrador, en su madurez, rinde homenaje a su esposa y su infatigable trabajo, al tiempo que reconoce que es “el cimiento sobre el que me apoyo”. Así, escuchamos: “Manos que son fuertes aunque arrugadas, trabajando en lo que si no no se haría, pelo que ha perdido algo de su belleza por haber pasado demasiadas horas al sol, ojos que muestran algo de decepción, labios cansados pero tiernos con un amor que fortalece mi vida. Soy débil y me desanimo fácilmente, ella simplemente sonríe cuando quiero parar”. La letra evoca la temprana muerte de sus hijos, que nacieron en primavera y fallecieron el invierno siguiente; fue la fe de su mujer la que le hizo seguir adelante. Por ello, termina suplicando a Dios que le dé a ella su porción de cielo, porque es quien en realidad se lo merece.
Escuchemos la versión original de Marty Robbins, que consiguió el Grammy a la mejor canción country de 1971 y llegó al número 1 de las listas.
Ese mismo año Dean Martin la grabó en My Woman, My Woman, My Wife.
Robert Goulet no proviene de la música country sino de los escenarios de Broadway. Os dejo con su versión.
Desviémonos del country un momento para escuchar la interpretación más famosa de Goulet: If Ever I Would Leave You, del musical Camelot (1960), en el que interpretaba a sir Lancelot. Aquí, el narrador habla de la imposibilidad de dejar a su amada “en primavera, en otoño, en verano o en invierno”.
the streets of laredo
Los cowboys cantantes
Con la explosión del cine sonoro, Hollywood se esforzó por aprovechar el tirón de la incipiente música country o, más específicamente, de su subgénero, la música western. Así comenzaron a surgir los llamados “singing cowboys” que, a lomos de un caballo, entonaban melodías sobre la vida en los campos y el camino. Se trataba de producciones de serie B, que alcanzaron gran popularidad hasta la década de los 40. Escuchemos la primera canción de este tipo, When the Work’s All Done This Fall, grabada por Carl T. Sprague en 1925 –antes, pues, de que comenzara el sonoro– para la RCA Victor. La historia narra las ansias de un joven cowboy, Charlie, por visitar a su madre al terminar sus tareas como guardián de ganado. Sin embargo, se produce una estampida y, cuando está intentando reagrupar el ganado, el buen hijo sufre una caída mortal. En la inscripción sobre su tumba se lee: “Charlie murió al amanecer de una caída; no visitará a su madre cuando acabe el trabajo este otoño”. Esta canción fue grabada también por Marty Robbins y figura en el disco Saddle Tramp (1966). El primer singing cowboy que apareció en una película sonora fue Ken Maynard, en Sons of the Saddle (1930). Escuchemos Cowboy’s Lament en la voz de Maynard, que luego se convertiría en un gran éxito con el título The Streets of Laredo. “El rey de los cowboys” fue Roy Rogers, que intervino en más de 100 películas. Escuchemos su interpretación de Don’t Fence Me In, de Cole Porter, en Hollywood Canteen (1944). Otro de los grandes clásicos es Gene Autry, a quien ya dediqué una entrada el pasado 1 de abril (aquí podéis verla). Y una última celebridad: Tex Ritter, que puso voz a High Noon, el oscarizado tema principal de Solo ante el peligro. Ritter actuó en unas 40 películas entre los años 30 y la primera mitad de los 40, para dedicarse luego en exclusiva a grabar discos. Os dejo con Rye Whiskey, que interpretó en Song of the Gringo (1936). Rodeo Boy es un tema de El héroe de Texas, (1937), que protagonizó junto con Rita Hayworth.
I’ve Got a Tiger By the Tail. Buck Owens, 1965
Seguro que os suena el libro 1001 álbumes que debes escuchar antes de morir. Pues bien, el disco que os traigo hoy aparece en el libro.
Con un fantástico trabajo de Don Rich a la guitarra y el fiddle, fue grabado a finales de 1964 en los estudios de Capitol Records, Hollywood, salió a la venta en 1965, y llegó al número 1 en la lista Billboard de álbumes country. Toma su nombre de una de las mejores canciones de Buck Owens, I’ve Got a Tiger By The Tail, ya escuchada aquí y con la que precisamente se abre el disco.
En 1995, el sello Sundazed lo reeditó en formato CD con dos bonustracks –Act Naturally y This Ol’ Heart– que se añadían a las 12 pistas originales del vinilo y se habían grabado en 1963 en Bakersfield, California.
Trouble and Me es una agradabilísima composición de Harlan Howard en la que dice que “los problemas y yo somos viejos conocidos”.
Al disco pertenece también un clásico entre las baladas western, The Streets of Laredo, que tiene infinidad de versiones y trata sobre un cowboy moribundo que sabe que “ha hecho mal” y, por ello, se resigna a la muerte. Esta es la versión del álbum que canta Doyle Holly, uno de los miembros de Buck Owens and his Buckeroos.
Cryin’ Time es una composición de Owens que Ray Charles haría suya dos años más tarde. Escuchemos el inconfundible estilo del sonido Bakersfield.
Y, ahora, un tema instrumental proveniente de un lejano país, Polonia. A Maiden’s Prayer fue adaptado al western swing por Bob Wills. Aquí podemos comprobar el excelente trabajo al fiddle de Don Rich.
El disco se cierra con una canción original de Chuck Berry, Memphis Tennessee, que cuenta con un gran número de versiones, entre ellas esta de Buck Owens.