Hank Williams y Jimmie Davis escribieron Lonesome Whistle en 1951 y este último la grabó el 25 de julio de ese año con sus colaboradores habituales, Don Helms a la steel guitar, Jerry Rivers al fiddle, Sammy Pruett a la guitarra, Howard Watts al bajo y, probablemente, Jack Rook a la guitarra rítmica. La letra, que incluye trenes y prisiones –un hombre es encarcelado, condenado a trabajos forzados y escucha el silbato del tren– pudo servir de inspiración a Johnny Cash para su famoso Folsom Prison Blues, que ya escuchamos al principio de esta serie. Disfrutemos de Hank Williams.
Ahora, una melodía de carácter más alegre. Night Train to Memphis fue un éxito para Roy Acuff en 1943. En la canción el narrador invita a su novia a que tome el tren nocturno a Memphis para reunirse con él y promete que cuando vaya a recibirla a la estación será toda una fiesta.
Pan American es una canción de Hank Williams escrita como homenaje a Roy Acuff en 1947 (ya hemos escuchado otra, California Zephyr, pero en este caso las similitudes con el éxito de Acuff Wabash Cannonball son más evidentes). El tren del que habla la canción, el Pan American Clipper, existió de veras: pasaba por Louisville, Nashville, Cincinatti, Nueva Orleans y Montgomery. Os dejo con la versión de Hawshaw Hawkins.
Hank Williams también se fijó en uno de los subgéneros por excelencia del country: las canciones de trenes. California Zephyr fue grabada en 1951 y salió a la luz póstumamente –dos años después de su muerte– en 1955. Probablemente, este fuera su homenaje particular a su ídolo Roy Acuff, ya que la melodía y la letra parecen estar inspiradas en el éxito de éste Wabash Cannonball.
En 1969 Ray Griff escribió Canadian Pacific. El primero en grabarla fue George Hamilton IV pero la versión que vamos a escuchar se la debemos a un canadiense, Hank Snow. La letra habla de un hombre que se encuentra trabajando lejos del hogar y desea que el tren Canadian Pacific le lleve de vuelta a casa junto a su familia.
Guy Clark compuso Desperados waiting for a train en 1973. La versión que vamos a escuchar pertenece al grupo The Highwaymen, compuesto por Johnny Cash, Willie Nelson, Kris Kristofferson y Waylon Jennings, que se forjó en 1985. Su versión está incluida en su disco de debut Highwayman.
En 1975 Johnny Cash dedicó un álbum completo a los trenes. La canción que le daba título era Destination Victoria Station, en cuya letra hay una referencia a Casey Jones, un maquinista del que ya os he hablado en otro momento de la serie.
Ya iba siendo hora de que River of Country afrontara otra de esas series temáticas a la que nos tiene acostumbrados. ¡No hay que perder los buenos hábitos! En concreto, hoy empieza una serie dedicada a los trenes y a los ferrocarriles, un tema que abunda en el country y en el folk. Y es que las canciones de trenes sirven muy bien al propósito de la música country, que no es sino el de contar historias –historias de libertad, de nostalgia, de individuos que persiguen su fortuna…–. Asimismo, en las canciones góspel un tren puede simbolizar el camino más rápido hacia el cielo.
Uno de los clásicos que primero se nos vienen a la mente al pensar en trenes es Folsom Prison Blues, grabado por Johnny Cash en 1955. Aquí se cuenta la historia de un recluso de la prisión de Folsom que no puede soportar escuchar desde su celda el sonido del tren, porque le recuerda justo lo que él no puede tener: la libertad de movimientos. Como el original de Johnny Cash ya lo escuchamos en su día, os dejo con la versión que hizo Josh Turner de este emblema del country.
Y seguimos con una canción folk que ha tenido multitud de versiones, Wabash Cannonball. Se cree que fue escrita a finales del siglo XIX con una letra ligeramente distinta; en 1929, la grabó ya en clave country la familia Carter, pero su verdadera popularidad llegó con la versión de Roy Acuff en 1936 –más de 10 millones de unidades vendidas y eso en plena Gran Depresión–. La letra describe las bellezas naturales que va atravesando en su trayecto el tren ficticio Wabash Cannonball y su magnificencia. Escuchemos la versión de Boxcar Willie.
La primera superestrella del Grand Ole Opry, Roy Acuff, moría tal día como hoy hace 25 años. Aunque ya hablé de él en su biografía –que podéis repasar aquí, donde además disfrutaréis de uno de sus temas más conocidos, The Great Speckled Bird–, con motivo de esta efeméride recordaré de nuevo su figura y la influencia que ha ejercido sobre la música country.
Sus inicios musicales fueron tardíos. En su juventud empendió una carrera deportiva en el campo del baseball y quiso jugar con los New York Yankees. La abandonó a principios de los años 30 y probó suerte en el Grand Ole Opry, donde fue rechazado hasta su inclusión definitiva en 1938.
En 1988 celebró su medio siglo en la institución. Todo ese tiempo dio para que se convirtiera en una de las grandes personalidades del country. Durante la guerra, los soldados estadounidenses desplazados en Alemania y Japón escuchaban sus discos en los ratos libres. En 1942 fundó su propio sello discográfico junto a Fred Rose, con Hank Williams entre sus filas. Este lo alabó en estos términos en una entrevista que concedió en 1952: «… Roy Acuff es el mejor ejemplo de lo que entiendo por sinceridad. Es el mejor cantante que haya conocido nunca la música. Si le contratas, no te tienes que preocupar de cuánto público asistirá. Para atraer el poder en el Sur, eran Roy Acuff y luego Dios», sentenciaba. Acuff era su ídolo y Fred Rose su inspiración.
En 1962 Roy hizo historia al convertirse en el primer artista vivo que ingresaba en el Salón de la Fama de la música country (los primeros habían sido Hank Williams y Jimmie Rodgers, ambos a título póstumo). Su figura es tan esencial para la industria, que uno de los personajes de la película Nashville, de Robert Altman, se inspiró en él.
Las canciones sobre trenes siempre han tenido un lugar destacado en el country y las de Roy son un buen ejemplo de ello. En los balbuceos de este blog escuchamos ya Wabash Cannonball (aquí podéis ver la entrada). Cuando el Salón de la Fama del Rock and Roll elaboró una lista con las canciones más relevantes del género, esta grabación de 1936 figuraba en ella.
Os dejo ahora con otra canción de trenes, Night Train to Memphis, un éxito para Acuff en 1943.
¿Todavía queréis más? Pues escuchad primero Fireball Mail, un clásico del bluegrass sobre un tren correo que va como un bólido. Acuff lo grabó en 1942.
Ahora, Wreck of the Old 97, dedicado a un accidente ferroviario por exceso de velocidad que tuvo lugar en 1903, casualmente el año del nacimiento de nuestro protagonista.
En 1941 Roy Acuff grabó The Precious Jewel, cuya letra evoca la muerte de la novia del narrador cuando solo tenía 16 años y a la que se refiere como «una joya aquí en la tierra y una joya en el cielo».
Termino con un tema gospel, Where the Soul Never Dies, donde el narrador confía en ir algún día a un lugar donde no haya tristes despedidas, donde todo sea amor y el alma nunca muera.
1929. La familia Carter hila un éxito tras otro en el seno de la Victor Talking Machine. Ese año realizó sendas sesiones de grabaciones: la primera en el mes de febrero, en la sede de la citada compañía en Nueva Jersey, y la otra en Atlanta, un territorio sureño más proclive al consumo de su música, a finales de noviembre.
Fue aquel un año de temblores en la matriz. Su dueño, Eldridge Johnson, la puso a la venta, y la RCA (Radio Corporation of America) la compró, dando lugar a la RCA Victor. Nuestro recopilatiorio cuenta con varias grabaciones de las sesiones de Atlanta. Escuchemos algunas de ellas.
La primera, Wabash Cannonball (cuya versión más conocida, la de Roy Acuff, ya escuchamos aquí), data de finales del siglo XIX. La familia Carter hizo una de las primeras grabaciones del tema en 1929, si bien el disco no salió hasta 1932.
Motherless Children es una canción tradicional, grabada por primera vez por el bluesman Blind Willie Johnson en 1927. La familia Carter lo hizo dos años más tarde. En la letra, cada estrofa comienza con las palabras «Los niños sin madre atraviesan tiempos difíciles en este mundo».
Las sesiones de 1930 tuvieron lugar en mayo y noviembre en el auditorio de Memphis (Tennessee).
Escuchemos primero Lonesome Pine Special, sobre un tren ficticio, el Lonesome Pine del título, que se dirige a Texas. El protagonista no puede esperar a montarse en él, ya que allí lo espera la chica de sus sueños y tiene una cabaña en propiedad.
Finalmente, otra canción de trenes, The Canonball, una de las pocas grabaciones de la familia Carter que no está cantada por Sara, sino por el único miembro masculino del grupo, A.P. Carter, que a veces acompañaba a Sara en el trabajo vocal y aquí lo hizo en solitario.
En la entrada sobre Wabash Cannonball hablamos de la importancia de los trenes en la música folk americana. Aquí, el emblemático Johnny Cash une el subgénero de trenes con el de las prisiones. Esta canción, que nació como sencillo para el sello discográfico Sun Records, fue incluida tres años más tarde en el LP With his hot and blue guitar y tuvo tanto éxito que figuró también en All aboard the blue train (1962).
Johnny Cash reconoció que la inspiración le vino tras ver la película de 1951 Inside the walls of Folsom Prison. Con leves variaciones, la melodía había aparecido en el tema Crescent City Blues, de Gordon Jenkins (1953), quien no tuvo reconocimiento público por esta canción, si bien a principios de los años 70 Johnny Cash compensó su “silenciosa” contribución con 75.000 dólares.
Junto con I walk the line, esta canción es la más reconocible de Johnny Cash. Mención especial merece el concierto en directo que el artista dio en la misma prisión de Folsom en enero de 1968: los presos lo jalearon y Cash aprovechó para sacar un nuevo disco llamado At Folsom Prison.
La canción es un canto a la libertad. Su autor se pregunta cómo se sienten los reclusos ante la idea de que la gente se mueva libremente en los trenes. La letra narra la historia de un chico que fue encarcelado en la prisión de Folsom por no seguir los consejos de su madre –“siempre sé un buen chico y no juegues con armas”– y matar “a un hombre en Reno sólo por verle morir”. Ahora añora la libertad perdida, y en la lejanía escucha el silbato del tren y se imagina a la gente sin preocupaciones, “fumando cigarros y bebiendo café”. Finalmente, concluye con esta reflexión: si la línea de ferrocarril fuese de su propiedad, la alejaría de la prisión y con ello se iría su tristeza.