Hoy os voy a hablar de un tipo nacido en Waco, Texas, en 1925, que desde niño se interesó por la música y aprendió a tocar la armónica. Tras el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, en la que sirvió en la Marina, inició, en 1948, su carrera musical. Su primer gran éxito no llegó hasta 1952 con The wild side of life y la publicación de su primer LP. Sus principales influencias fueron Ernest Tubb y Bob Wills y, como este último, fue un gran representante del western swing. Trabajó para Capitol Records (1948-1967), Warner Bros. (1967-1968) y Dot Records (1968-1980), y, fumador empedernido, murió en 2007 de cáncer de pulmón… y con las botas puestas.
The wild side of life fue su primer número 1 y en ese puesto se mantuvo nada menos que 15 semanas. Nos encontramos ante una de las melodías más reconocibles del country, que inspiró, por ejemplo, la canción-respuesta de Kitty Wells It wasn’t God who made honky-tonk angels. Pero ojo, que el clásico de Thompson se remonta más atrás en el tiempo: en 1925, Welby Toomey y Edgar Boaz grabaron Thrills that I can’t forget, y aún más famosas fueron la grabación de 1929 de la familia Carter, I’m thinking tonight of my blue eyes, y la de Roy Acuff Great Speckled Bird en 1936.
En la letra de The wild side of life, el narrador se muestra dolido porque su mujer le ha abandonado y ha preferido “el lado turbio de la vida”, con garitos donde “fluye el vino y el licor”. No es extraño que las féminas exigieran la citada réplica de Kitty Wells.