En el sur de Estados Unidos y en los años en que vivió Hank Williams, la religión era otra cosa. Era la misma cosa, pero elevada al cubo.
Hank nació en el seno de una familia baptista –su madre Lillie pertenecía a una comunidad de estudiosos de la Biblia– y no es extraño que en su repertorio incluyera numerosos temas gospel. El sufrimiento físico y su creciente dependencia del alcohol le hicieron apartarse de la doctrina cristiana, pero su fe siempre estuvo latente en su carrera.
Según confesó el propio Hank a Ralph Gleason en una entrevista en 1952, “mi madre era organista en Mount Olive, Alabama, y mis primeros recuerdos son estar sentado a su lado en el taburete del órgano y gritar. Tenía cinco o seis años y era más ruidoso que todos los demás”. Aquel año, 1952, unos meses antes de su muerte, conoció al padre Harold Purcell durante una de sus estancias en una clínica. Solían hablar y rezar juntos, y el cantante hizo algunos donativos para sus obras de caridad. Ambos morirían en menos de un año.
En vida, Williams no sacó ningún álbum específico dedicado al gospel –en realidad solo sacó dos–, pero tras su muerte fueron apareciendo varios.
El primero fue I Saw the Light en 1956, tres años después de su muerte. Su título recupera uno de los mayores éxitos de su carrera, ya escuchado aquí. Habría que esperar hasta nuestro siglo para poder disfrutar de otras compilaciones suyas en esta línea: Gospel According to Hank Williams (2005), The Unreleased Recordings: Gospel Keepsakes (2009), un recopilatorio de tres discos, Bound for the Promised Land (2011) y Sacred Songs II: The Unreleased Recordings (2013). Hoy escucharemos una selección de temas gospel de este icono del country.
En primer lugar, House of Gold, que apareció póstumamente en 1954. La letra, escrita por él mismo, incide en el tema de que la riqueza material es del todo inútil para alcanzar la salvación. “La gente roba, engaña y miente por las riquezas y lo que pueden comprar pero lo que no saben es que el día de Juicio Final todo el oro y la plata se derretirá. Prefiero vivir en una tumba oscura y profunda pero saber que mi alma se ha salvado antes que vivir en esta vida en una casa de oro, renegar de Dios y condenar mi alma”.
Build me a cabin in Gloryland es un tema gospel escrito por el compositor de Alabama Curtis Stewart. Lo encontramos en el álbum Sacred Songs II.
Otra canción escrita por Williams fue Jesus Died For Me, que antes había grabado Roy Acuff. Escuchemos a Hank evocando el momento de la crucifixión de Cristo.
En The Old Country Church, su autor, J.D. Summer, echa de menos sus años de niñez en la vieja iglesia del campo. He aquí a Hank Williams.
Según cuenta la leyenda, Where the Soul Never Dies fue escrita por William Lee Golden mientras estaba encarcelado por una condena de ocho años en 1915. Desde entonces ha sido grabada por numerosos artistas, entre ellos Hank Williams.
Angel of Death es una composición de Hank Williams que, como su propio nombre indica, habla de la muerte y de la necesidad de prepararnos para ella. “¿Puedes decir sinceramente en tu último aliento que estás preparado para encontrarte con el ángel de la muerte?”
Hank pudo escribir y grabar How Can You Refuse Him Now en 1950, aunque no salió al mercado hasta 1954, de la mano de MGM Records. En la letra se pregunta cómo se puede rechazar a Dios después de todo lo que sufrió en la cruz.
A principios de los 50, Walter Bales escribió Dust in the Bible, en la que lamenta la indiferencia de la sociedad por las enseñanzas de la Biblia. El tema comienza así: “Cuando fui a casa de unos amigos, no pude encontrar una Biblia entre todos sus libros y revistas. Cuando pedí que me trajeran una, para mi asombro estaba llena de polvo”.
william lee golden
Nuevos miembros del Salón de la Fama de la Música Country
En una rueda de prensa que tuvo lugar a finales de marzo, la Asociación de Música Country, CMA, a través de Sarah Trahern, y el propio Salón de la Fama de la Música Country, por boca de su director Kyle Young, anunciaron, como todos los años, los nuevos miembros del citado Salón.
Como viene siendo habitual, han sido tres los agraciados –el número ha ido variando a lo largo de la historia– para ingresar en la institución más importante de la industria. Los recién llegados se suman a los 124 que había ya, desde que en 1961 se creara el Salón de la Fama y Hank Williams, Jimmie Rodgers y Fred Rose lo estrenaran a título póstumo.
El edificio que alberga este museo se encuentra en Nashville, y es uno de los emblemas de la ciudad. Como sabemos, no es necesario estar vivo para optar a este honor. Precisamente, el primer socio de este año, Grady Martin, murió en 2001 y ha sido elegido para formar parte de esta institución en la categoría de artista activo antes de 1980. Nacido en 1929, Martin, que ya era miembro del Salón de la Fama del Rockabilly, fue un importante guitarrista de country que colaboró con Marty Robbins –tocaba la guitarra en El Paso–, Roy Orbison –en Pretty Woman–, Willie Nelson –en On the Road Again– o Johnny Horton –en La batalla de Nueva Orleans–. También fue muy celebrada su aportación guitarrística en Help Me Make it Through the Night, concretamente en la versión de Sammi Smith.
En la categoría de la Era de los Veteranos, Jim Ed Brown and the Browns han sido los elegidos. Brown, que acaba de cumplir 81 años, formó un grupo con sus hermanas Maxine y Bonnie, llamado The Browns. “La fama es efímera, los éxitos cambian cada semana, los galardonados y los nominados en los premios cada año, pero ser miembro del Salón de la Fama es para siempre”, dijo emocionado al enterarse de la noticia.
Por último, en la categoría de la Era Moderna, el grupo de country y gospel The Oak Ridge Boys ha sido investido con esta dignidad. Fundado en la década de los 40, adoptó su nombre definitivo en los 60 y hoy lo forman Joe Bonsall, Richard Sterban, Duane Allen y William Lee Golden.
Escuchemos un ejemplo de cada uno de ellos. En primer lugar, os dejo con Grady Martin en Freight Train Boogie, un tema de Red Foley en el que Martin toca la guitarra de doble mástil.
Uno de los mayores éxitos de The Oak Ridge Boys fue Elvira (1981).
Jim Ed Brown and the Browns interpretaron Three Bells en el Grand Ole Opry, tras la correspondiente grabación del single en 1959. La canción original fue escrita por el francés Jean Villard Giles y publicada en 1945 con el nombre de Les trois cloches.
No quisiera terminar sin la versión de este clásico ejecutada por la maravillosa Édith Piaf, lógicamente alejada del country.
Norte y Sur (IV)
Comencemos hoy con la primera batalla de la guerra de Secesión, la de Fort Sumter, que supuso, de hecho, su pistoletazo de salida. El 12 de abril de 1861 esta guarnición de Carolina del Sur fue bombardeada en una batalla relámpago, de dos días de duración, de la que salieron victoriosos los Confederados y en cuyo transcurso no se produjeron bajas en ninguno de los dos bandos. George F. Root escribió la primera canción de la guerra, The First Gun is Fired. Escuchémosla en la versión de Dan y Katie King.
All Quiet along the Potomac Tonight es, en realidad, un poema escrito por Ethel Lynn Beers en 1861, tras la legendaria batalla de Little Bull Run o de Manassas, ganada por la Confederación. La historia hace referencia a un telegrama enviado por el secretario de guerra George McLellan, en el que informaba de la tranquilidad que se vivía en el frente con la sola excepción de la muerte de un soldado de la avanzadilla. El poema habla, pues, de la invisibilidad de los soldados rasos que caen en batalla, cuyas muertes quedan borradas por las de los oficiales o por el resultado de la propia lid, y termina con el famoso verso: “Suavemente cae el rocío sobre los rostros de los muertos”. Dos años después, el confederado John Hill Hewitt le añadió música, y su trabajo –tanto en esta como en otras canciones sobre la guerra de Secesión– le valdría el sobrenombre de El bardo de la Confederación o El bardo de las barras y estrellas.
Esta es la versión del 97 Regimental String Band.
Bobby Horton también la ha versionado.
Escuchemos ahora una versión instrumental de este histórico tema, obra del grupo Hesperus para su disco Civil War Scrapbook.
En abril de 1862 tuvo lugar la Batalla de Shiloh, también conocida como la batalla de Pittsburg Landing, que se libró en Tennessee y se convirtió en la más sangrienta de la guerra –3.000 bajas– hasta ese momento (luego sería superada por otras cinco, la más famosa de las cuales sería la de Gettysburg). Las tropas unionistas estaban al mando del general Ulysses Grant –que luego sería presidente de Estados Unidos–, mientras que Beauregard, oriundo de Louisiana, dirigía las Confederadas.
William Lee Golden, del grupo The Oak Ridge Boys, acompañado de Chris Golden a la guitarra y Jenee Fleenor al fiddle, nos dejó esta versión.
Ahora, la interpretación del 97 New York Regimental String Band.
Wayne Erbsen la incluyó en su álbum Southern Soldier Boy: 16 Authentic Tunes of the Civil War (1996).
Garry Sanders le dio, si cabe, un toque más country.