You Ain’t Going Nowhere. Bob Dylan, 1967

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Seguimos con la faceta country de Bob Dylan quien, mientras se recuperaba de un accidente de motocicleta que sufrió en 1966, escribió esta canción sobre un hombre que espera la llegada de su novia, que acabará con la desesperanza que le atormenta.

Uno de los grupos más icónicos del country-rock, The Byrds, fue el primero en grabarla y explotarla comercialmente. The Byrds versionaron bastantes canciones de Bob Dylan, y la crítica suele considerar esta versión de You Ain’t Going Nowhere como la mejor de ellas. Fue el primer single del disco Sweetheart of the Rodeo (1968).

Bob Dylan la incluyó en su disco Bob Dylan’s Greatest Hits Vol. II (1971), aunque ya la había grabado anteriormente con The Band. No fue hasta 1975, sin embargo, cuando apareció en el mercado esta grabación original en el disco The Basement Tapes. Happy Traum toca el bajo, el banjo y la guitarra eléctrica.

Escuchemos ahora a Marty Stuart, una de las figuras preeminentes del country de finales del siglo pasado, y a Roger McGuinn, que había sido miembro de The Byrds.

The Nitty Gritty Dirt Band la incorporaron a Will the Circle Be Unbroken (1972).

Vamos ahora con la exquisita interpretación de Joan Baez de este clásico.

 

 

 

 

Un músico en la corte del rey Gustavo

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Esta mañana nos sorprendía la noticia de que el premio Nobel de Literatura recaía, por primera vez, en un compositor y cantautor, Robert Allen Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, por «haber creado nuevas expresiones poéticas en la gran tradición de la canción americana». No podía ser una decisión más acertada, pues el Comité Nobel reconoce la importancia de la letra de las canciones, algo sobre lo que siempre he hecho hincapié desde esta humilde tribuna, River of Country.
Este reconocimiento se viene a sumar a los que Dylan ha cosechado en sus más de 50 años de carrera, jalonados por cerca de 80 discos (el último, Fallen Angels, apareció en mayo de este año): 11 Grammys, un Globo de Oro, un Oscar, el Pulitzer, miembro del Salón de la Fama de Compositores, la medalla de EE.UU. de la libertad otorgada por Obama… Tampoco era un extraño en el paraíso sueco: en 2000 fue merecedor en ese país del Polar Music Prize, el llamado Nobel de la Música.
Aunque su nombre llevaba años sonando entre los candidados, el hecho de que no escribiera novelas o ensayos, sino canciones, hacía que la consecución del premio no pareciera muy probable.
Pionero del rock and roll y maestro del folk, en temas como Like a Rolling Stone, Blowing in the Wind o A Hard Rain’s a-Gonna Fall está muy presente el componente de crítica social. Sin embargo, el versátil Dylan se ha bandeado bien en todos los estilos (blues, gospel, rockabilly e incluso pequeñas incursiones en el jazz en su último disco).
La música country jugó un papel decisivo en los inicios de su carrera. Durante su infancia era oyente habitual de emisoras locales de country, lo que lo llevó a interesarse también por el folk. En su recopilatorio Biograph (1985), que incluía una entrevista con Cameron Crowe, decía: «El rock and roll para mí no era suficiente. Había grandes frases pegadizas y ritmos atrayentes pero las canciones no eran serias ni reflejaban la vida de una forma realista. Esto cambió cuando conocí la música folk. Las canciones tienen más desesperación, más tristeza, más triunfo, más fe en lo sobrenatural y sentimientos más profundos».
Los grandes clásicos del country comparten con el folk esta verdad, y Dylan se lanzó de cabeza al género. Sin más, vamos a escuchar algunas de sus canciones country más significativas. A lo largo de su discografía, encontramos tres discos fundamentalmente country: John Wesley Harding (1967), Nashville Skyline (1969) y New morning (1970).
Del primero de ellos, escuchemos I’ll Be your Baby Tonight, en el que destaca el uso de la pedal steel guitar, uno de los instrumentos country por antonomasia.

El siguiente trabajo de Dylan, también para la Columbia, fue Nashville Skyline, una inmersión en toda regla en el country –el disco fue presentado en el programa de Johnny Cash–. Una de sus canciones más recordadas, Lay, Lady, Lay, iba a aparecer en la película Cowboy de medianoche, pero no llegó a tiempo para el montaje. Se trata de una bella canción de amor en la que el narrador se prepara para pasar una noche de pasión junto a su pareja: «Cualesquiera colores que tengas en la mente, yo te los mostraré y los verás brillar».

Escuchemos ahora una de las tomas eliminadas del disco, One more night. El narrador habla de su soledad después su reciente ruptura y admite con resignación que «una noche más, se ven las estrellas y la luna brilla pero ninguna luz brillará sobre mí».

If not for you pertenece a New Morning (1970). El protagonista enumera todo lo que le debe a su pareja: «Si no fuera por ti la lluvia se acumularía, el cielo caería y el invierno no tendría primavera».

Por último, escuchemos You Ain’t Going Nowhere, incluida en Greatest Hits Vol. II (1971) pero escrita con anterioridad, coincidiendo con el festival de Woodstock de 1967. La canción aparece en la banda sonora de I’m Not There (2007), de Todd Haynes. La letra habla de la futilidad de la vida, repleta de hechos anecdóticos que no conducen a ninguna parte.

La ceremonia de entrega, presidida por el rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, tendrá lugar el próximo 10 de diciembre.

Sweetheart of the Rodeo. The Byrds, 1968

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En alguna ocasión hemos escuchado temas de country que, directa o indirectamente, se pueden considerar precursores del rock, que nació oficialmente a mediados de los años 50. Esta relación de amor cristalizaría a finales de los 60 con la génesis del country-rock.
Hoy os traigo uno de los mejores ejemplos de este subgénero. Entre marzo y mayo de 1968, The Byrds se embarcó en una épica aventura: la grabación de su sexto disco, Sweetheart of the Rodeo, un hito del country-rock que aparecería en el mercado en agosto de ese mismo año en Estados Unidos y en septiembre en Reino Unido.
The Byrds se aglutinó en California en 1964 en torno a Roger McGuinn, con artistas como Gene Clark o David Crosby. El grupo estuvo en activo hasta 1973, fecha en que se disolvió. Aunque volvieron a reunirse más tarde, ya no alcanzaron el nivel de antes.
Este álbum, que contó con la colaboración de Gram Parsons, proponía un sonido tan distinto al que los fans de The Byrds estaban acostumbrados, que, aunque la crítica le dio su beneplácito, las ventas no terminaron de cuajar. Aparecieron dos singles, You Ain’t Going Nowhere y I am a Pilgrim.
El primero de ellos, con el que se abre el disco, fue escrito por Bob Dylan en 1967 en Woodstock. Aunque el de Minnesota la terminó grabando en 1971, los Byrds lo hicieron tres años antes.

Y aquí viene el segundo, I am a Pilgrim, una canción anónima, proveniente de la tradición popular.

You Don’t Miss Your Water es una canción soul de 1961 escrita por William Bell. Refiere un sentimiento de pérdida. Un hombre que ha sido abandonado reflexiona en estos términos: “No echas de menos el agua hasta que el pozo se seca”.

El protagonista de la siguiente canción es un personaje real, Charles Arthur –Pretty Boy– Floyd, un ladrón de bancos que alcanzó gran popularidad durante la Gran Depresión –llegó a ser declarado enemigo público número 1 después de la muerte de John Dillinger–. Era un ídolo del pueblo, ya que, a la vez que robaba los bancos, destruía los contratos de hipoteca de sus clientes, que se veían así libres de sus deudas; de hecho, su funeral fue el más multitudinario de la historia de Oklahoma. Woodie Guthrie, oriundo de este estado, le dedicó una canción folk, The Ballad of Pretty Boy Floyd (1939), cinco años después de la muerte del “Robin Hood de las montañas”. Esta es la versión de The Byrds.

Termino con Hickory Wind, escrita por Gram Parsons y Bob Buchanan. Se trata de una canción nostálgica en la que el narrador siente que el viento en los árboles de Carolina del Sur le transporta a su hogar.