Singing the blues. Melvin Endsley, 1956

La música popular americana no va por compartimentos estancos. Esta canción introduce con éxito el blues para poner de relieve los sentimientos de tristeza, fruto de las dificultades o simplemente de la mala suerte.
Melvin Endsley la escribió en 1956, cuando tenía 22 años. Tomó el título de una canción de 1927 de Bix Beiderbecke, con la que no guarda mayor relación, y que bautizó también el famoso disco del bluesman B. B. King de 1956.
No tardaron en aparecer las primeras versiones, entre ellas las de Guy Mitchell y Marty Robbins, que hacen dudar a los seguidores del country sobre cuál de ellas es mejor.
Tras cruzar el Atlántico, el británico Tommy Steele hizo de este tema, en enero de 1957, todo un número 1 en las listas británicas. La tonada es hoy utilizada con mucha guasa por los seguidores de diversos equipos de fútbol, que modifican ligeramente la letra. El Everton –rival del Liverpool– entona: “Nunca me apeteció más cantar el blues que cuando el Everton gana y el Liverpool pierde”. Y otros equipos hacen lo propio, utilizando su santo y seña y el de su rival.
La canción habla de lo de siempre en el blues: la tristeza que siente el narrador al perder a su amada. “Todo está mal y nada va bien y ni la luna ni las estrellas brillan ya”. Así que no le queda más remedio que cantar el blues.