Disco del mes (octubre)

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Tras dos años en barbecho, desde que en 2014 sacara su disco The Big Revival, Kenny Chesney, de 48 años, vuelve a la primera plana con Cosmic Hallelujah, que vio la luz el 28 de octubre. Su intención inicial era que apareciera a principios de julio y llevara por título Somewhere in Town, pero lo pospuso para incluir una colaboración con Alicia Beth Moore, conocida como Pink, que trabaja sobre todo el pop. Producido por Columbia Nashville en colaboración con Blue Chair, Cosmic Hallelujah consta de 12 pistas, dos de las cuales, que vamos a escuchar aquí, han salido ya como singles.
El primero fue Noise, obra de Kenny Chesney, Shane McAnally, Jon Nite y Ross Copperman, que pudimos escuchar el pasado mes de marzo. La letra reflexiona sobre el ruido presente en nuestras vidas, que a veces nos impide disfrutar plenamente: “Sí, gritamos hasta quedarnos sin voz/ en las calles, en la multitud no hay nada más que ruido/ ahogando los sueños de este chico de Tennessee/ intentando hacernos oír en todo este ruido”. Chesney no pretende moralizar, sino poner de manifiesto una realidad.

El segundo single es la colaboración a la que aludía antes. Setting the World on Fire apareció el 28 de julio. Escrita por Copperman, Josh Osborne y Matt Jenkins, la letra narra el encuentro pasional de una pareja que promete que va a “incendiar el mundo”.

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Con nombre propio (III)

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La siguiente canción habla de un personaje real, Marie Laveau, conocida como “la reina vudú de Nueva Orleans”. Laveau vivió durante el siglo XIX y se casó con un hombre libre de Haití, el primer país americano en abolir la esclavitud. Este murió en extrañas circunstancias y, desde entonces, Marie se dedicó a practicar el vudú. Bobby Bare grabó esta canción, escrita por Shel Silverstein y Baxter Taylor, para su álbum Bobby Bare Sings Lullabies, Legends and Lies (1974). La acción se sitúa en la actualidad. Un hombre visita a una de las descendientes de Marie Laveau, que también se dedica al vudú, y le pide que haga un hechizo que le reporte un millón de dólares: si lo hace, se casará con ella. Cuando la bruja le consigue el dinero, el hombre se niega a cumplir su palabra, y la Laveau le lanza un conjuro que acaba con su vida.

Escuchemos ahora una versión en clave bluegrass por el grupo Dailey and Vincent, en el programa de Marty Stuart. Esta versión fue nominada a los Grammy.

The River and the Thread (2014) es uno de los mejores trabajos de Rosanne Cash. A este álbum pertenece Etta’s Tune, cuyo título hace referencia a Etta Grant, la mujer del bajista de Johnny Cash y un gran amigo de la familia, fallecido en 2011. El tema, escrito por John Leventhal y Rosanne Cash, habla del paso del tiempo siguiendo la conversación del ya anciano matrimonio.

I Miss My Mary pertenece al disco Past the Point of Rescue (1991), de Hal Ketchum. Narra la historia de un hombre que, pasados los años, se arrepiente de la decisión que tomó de abandonar a su mujer.

El segundo número 1 de los Statler Brothers les llegó con Elizabeth, en 1983. El tema fue escrito por Jimmy Fortune, quien también intervino en su grabación.

Muere el arquitecto del blues

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Uno de los responsables de que el blues despegara comercialmente y se hiciera tan popular a partir de los años 50 fue el legendario Philip Chess, fundador, junto a su hermano Leonard, de Chess Records. Nacido en Polonia como Fiszel Czyz, Chess nos dejó el pasado 18 de octubre en su casa de Arizona, a los 95 años de edad.
Chess Records constituyó todo un hito por difundir la música de blues afroamericana en un país todavía muy segregado en la década de los 50. Entre el elenco de artistas que trabajaron para este sello, sobresalen Muddy Waters, John Lee Hooker, Al Hibbler o Howlin’ Wolf, entre otros. Además, acogió a Chuck Berry, pionero del rock and roll que, por cierto, cumplió 90 años el mismo día que murió Phil. Este solía decir de su amigo que el auténtico inventor del rock and roll había sido él y no Elvis.
El nombre de Chess Records traspasó las fronteras de Estados Unidos. En Gran Bretaña, Mick Jagger y Keith Richards, los padres de The Rolling Stones (cuyo nombre proviene de una de las primeras canciones que grabó Muddy Waters, Rollin’ Stone), eran muy fans, y lo primero que hicieron al llegar a Estados Unidos fue grabar 2120 South Michigan Avenue, en recuerdo de la dirección que la compañía tenía en Chicago.

Muchos de vosotros conoceréis la película Cadillac Records (2008), a propósito de nuestro sello. Pues bien: inexplicablemente, Philip no aparece en su metraje, ya que todo el protagonismo recae en su hermano Leonard, fallecido en 1969. Es cierto que este supervisaba la línea más blues del sello, mientras que Phil se dedicaba a la parte jazz y doo-wop y atendía a los asuntos financieros. Sin embargo, según el hijo de Leonard, Marshall, ambos eran igual de importantes: “Era una relación puramente simbiótica y de sinergias”. No sería la primera vez que Philip quedara a la sombra de su hermano; en 1987, el Salón de la Fama del Rock and Roll acogió a Leonard por la creación de Chess Records, sin mencionar a Phil.
Estos “olvidos” se subsanarían en otra cinta no tan conocida sobre Chess Records, Who Do You Love (2008), así como con el premio honorífico que ambos hermanos, Leonard a título póstumo, recibieron en 2013 por la Academia Nacional de Ciencias y Artes de Grabación.
Escuchemos ya algunas de las grabaciones de Chess Records. Empezamos por el que probablemente sea el primer disco que editó Chess Records en 1950, compuesto por My Foolish Heart y Bless You (en la cara B), interpretadas por Gene Ammons and His Sextet. En este vídeo podemos disfrutar de las dos.

The Four Tops fue un cuarteto de doo-wop fundado en los años 50. De su etapa con Chess Records, os dejo este memorable Could it Be You (1956).

De Muddy Waters escuchamos su primera grabación para Chess Records, cuyo título sirvió de inspiración para la creación de los Rolling Stones. Me refiero, ya lo dije antes, a Rolling Stone (1950).

En 1951 Chess Records fichó a Chester Arthur Burnett, universalmente conocido como Howling Wolf. He aquí Wolf is at your Door (1952).

Jimmy Rogers –no confundir con el precursor del country Jimmie Rodgers– también figuró en su nómina. Aquí va What Have I Done (1958).

Para finalizar, os diré que Phil siempre contó con el apoyo de su mujer Sheva, con la que estuvo casado 70 años y que cerró los ojos el pasado mes de abril. En 1968, los hermanos terminaron vendiendo el sello a General Recorded Tape (GRT) por 6,5 millones de dólares.

La gran noche del Bluegrass

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El pasado 29 de septiembre se celebraron los International Bluegrass Music Awards, que se vienen entregando desde 1990. Los premios homenajean a las mejores grabaciones bluegrass del año y a sus personalidades musicales más destacadas.
En el curso de la misma también se anuncian los nuevos miembros del Salón de la Fama de la Música Bluegrass, que este año han sido Bill Nowlin, Marian Leighton Levy, Ken Irwin –los tres fundadores del sello discográfico Rounder hace ya 45 años– y el guitarrista Clarence White. En las categorías competitivas, los triunfadores indiscutibles fueron el grupo The Earls of Leicester (aquí podéis ver la entrada que les dediqué) y Flatt Lonesome. He aquí los premios:
Artista del Año: The Earls of Leicester.
Vocalista masculino del año: Danny Paisley.
Vocalista femenina del año: Becky Buller.
Grupo Vocal del Año: Flatt Lonesome.
Grupo Instrumental del Año: Frank Solivan y Dirty Kitchen.
Canción del año: You’re the One, Flatt Lonesome.

Esta última versiona una canción original de Dwight Yoakam.

Álbum del año: Runaway Train, de Flatt Lonesome.
Grabación gospel del año: All Dressed Up, Joe Mullins y los Radio Ramblers.

Grabación instrumental del año: Fireball, Special Consensus, con Rob Ickes, Trey Hensley y Alison Brown.

Artista Emergente del Año: Mountain Faith.
Grabación del año: Longneck Blues, Junior Sisk y Ronnie Bowman.
Intérprete de Banjo: Chalie Cushman.
Bajista del Año: Barry Bales.
Intérprete de Dobro: Jerry Douglas.
Intérprete de Mandolina: Sierra Hull.
Intérprete de fiddle: Becky Buller.
Guitarrista del año: Bryan Sutton.

Con nombre propio (II)

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Roy Orbison dedicó Claudette a su mujer, así llamada, y los Everly Brothers la grabaron por primera vez en 1958.

Esta es la versión del autor, Roy Orbison.

Darlin’ Kate pertenece al álbum Hard Bargain (2011), de Emmylou Harris. El tema es un tributo a su amiga Kate McGarrigle, madre, por cierto, de Rufus Wainwright, que falleció de cáncer en 2010. Emmylou declaró que, ya que no había tenido hermanas, siempre la consideró como tal: “Mi canción es una canción de despedida”.

Vamos ahora con una canción basada en hechos reales, de la crónica negra americana. Nochebuena de 1900 en Savannah, Georgia. En la casa donde Delia Green trabaja como limpiadora, se desarrolla una fiesta a la que Delia ha invitado a su novio, de 14 años como ella. En el transcurso de la velada estalla una discusión entre ambos y el novio termina disparando a Delia. En virtud de la juventud del asesino, es condenado a cadena perpetua en lugar de a muerte. Este tema folk, escrito por Karl Silversdorf y Dick Toops, ha tenido multitud de versiones. Escuchemos la de Johnny Cash, que sitúa la acción en Memphis.

Os dejo ahora con la de Waylon Jennings.

El cantautor John Prine escribió Donald and Lydia para su álbum de debut John Prine (1971). La letra transmite el mensaje de que el amor no entiende de apariencias: una chica poco agraciada y un chico al que la sociedad ha dado de lado se enamoran. “Nadie está equivocado, nadie tiene razón aunque un retrato de culpa esté colgado en la pared”, dice.

A Boy Named Sue. Shel Silverstein, 1969

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Vamos hoy con una canción country de corte humorístico, interpretada más bien como un recitado con acompañamiento musical.
Cuenta la historia de un hombre que planea vengarse de su padre por haber cometido el desatino de llamarle Sue (un nombre de chica). Aunque su progenitor les abandonó a él y a su madre cuando solo tenía tres años y no les dejó nada (“solo una guitarra y una botella vacía de licor”), no le culpa por ello, sino por haberle puesto ese nombre, para cachondeo de todos sus amigos. Un día, le encuentra en una taberna y lo reconoce por una foto que tenía su madre. A modo de presentación, le dice: “Me llamo Sue. ¿Qué tal? Ahora, vas a morir”. Se enzarzan en una pelea a puñetazos y el padre se defiende diciendo que en esta vida hay que ser duro para triunfar, y creyó que, para endurecerle, lo mejor era ponerle Sue. Al final, padre e hijo se reconcilian, y este promete que, si alguna vez tiene un hijo, “lo llamará Bill o George, cualquier cosa menos Sue”.
Parece ser que la inspiración de Shel Silverstein para escribir la canción le vino de su amigo, el humorista Jean Shephard, que también tenía nombre de mujer y se hacía llamar Shep para disimularlo. La canción fue popularizada por Johnny Cash, que no dejó de sorprenderse por su éxito.
Escuchemos la legendaria grabación de éste en una actuación en directo en la prisión de San Quintín, en febrero de 1969. A la guitarra, Carl Perkins. En junio de ese mismo año saldría el disco del concierto bajo el título At San Quentin.

También en 1969, Shel Silverstein, su autor, grabó la canción en su disco Boy Named Sue (And His Other Country Songs).

Unos años más tarde, en 1978, el propio Silverstein hizo una secuela titulada Father of Boy Named Sue, en la que cuenta la misma historia desde el punto de vista del padre.

Con nombre propio (I)

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Las historias que cuentan las canciones siempre tienen un protagonista que, en ocasiones, se materializa en el mismo título. Comienzo hoy una serie dedicada a temas de country en cuyo título aparece el nombre de una persona. Muchas son canciones de amor dedicadas a una mujer y otras tratan sobre personajes históricos. En la variedad está el gusto.
Después de 20 años con el sello Curb Records, Tim McGraw sacó su primer álbum, Two Lanes of Fredom (2013) con Big Machine Records. A este álbum pertenece Annie, I owe you a dance. Escrita por Tom Douglas y James T. Slater, habla de una pareja de antiguos novios que se vuelve a encontrar pasado el tiempo. El narrador reconoce: “Annie, te debo un baile”.

Ahora, una muestra de bluegrass de la mano de Alison Krauss y su grupo The Union Station. Krauss incluyó Bonita and Bill Butler, una composición de Sidney Cox, en su disco Paper Airplane (2011). Aunque se escribió hace pocos años, capturó a la perfección el espíritu de los temas del siglo XIX. Escrita en un lenguaje deliberadamente anticuado, habla del viaje de un barco, Bonita, en el que los antepasados del autor llegaron desde Virginia a Louisiana.

The Oak Ridge Boys estaban en su punto álgido a principios de los 80 y nos sorprendieron con su álbum Bobbie Sue, del que vamos a escuchar la canción homónima, que llegó al primer puesto de las listas en 1982. Obra de Wood Newton, Dan Tyler y Adele Tyler, aborda el amor de una joven pareja que planea fugarse, desafiando la opinión de sus padres.

El cine rinde tributo a una diva del country

Original Cinema Quad Poster - Movie Film Posters

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La primera artista femenina que llegó al Salón de la Fama de la Música Country en solitario (Sara y Maybelle Carter lo habían conseguido antes como miembros de un grupo) fue Virginia Patterson Hensley, universalmente conocida como Patsy Cline.
Su figura fue –lo es todavía– tan importante para la música country que, siguiendo la estela del biopic sobre Loretta Lynn Quiero ser libre (1980), el director Karel Reisz filmó en 1985 Sweet Dreams, con Jessica Lange como Patsy Cline (nominada al Oscar por este papel); Ed Harris como su segundo marido, Charlie Dick; y Ann Wedgeworth como su madre. Fue producida por la HBO, creada solo dos años antes.
El título está extraído de uno de los grandes éxitos de Cline (cuya entrada podéis ver aquí), y es su propia voz la que realza la banda sonora, que se sirve de las versiones originales que ella misma grabó.
La película se centra en el período entre 1956 y su muerte en un accidente aéreo a la edad de 30 años, en 1963, justo en la cima de su carrera. Patsy Cline está casada con un hombre mayor, Gerald Cline. Su monótona vida da un giro cuando conoce al vivaz Charlie Dick, con quien se casará en segundas nupcias y vivirá una tempestuosa relación. Tras ver la película, Dick dijo que era una buena obra de ficción, pero no del todo fiel a la hora relatar su matrimonio con Patsy. Charlie moriría en 2015 a la edad de 81 años, pero la verdadera estrella, aquí, es la música de Patsy Cline. Escuchemos, pues, fragmentos de su banda sonora.
La primera canción que aparece es San Antonio Rose, un éxito de los años 30 de Bob Wills. Escuchémosla en la voz de Patsy Cline.

En un momento del guion, se reconoce la importancia de Hank Williams en el country: su productor, al ver la ambición de Cline, le dice: “Así que quieres ser como Kitty Wells”, a lo que Cline responde: “Diablos, no, quiero ser como Hank Williams”. Este es su Lovesick Blues cantado por Patsy.

Ahora, su interpretación de un clásico de Bill Monroe, Blue Moon of Kentucky.

Al inicio del metraje, Patsy Cline consigue un gran éxito con Walking After Midnight (aquí tenéis la entrada que dediqué a este tema). Otro de los grandes éxitos de Patsy de los que ya me he ocupado en River of Country es I fall to Pieces (que podéis escuchar aquí). Y en esta banda sonora tampoco podía faltar la imperecedera Crazy. No está de más volverla a escuchar.

Dierks Bentley, el country toma nuevos aires

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Nuestro protagonista nació en 1975 en Arizona. Tras terminar sus estudios, mostró interés por la música country y se trasladó a Nashville. Allí captó la atención del sello Capitol Nashville, que le contrató en 2003 y que ha publicado todos sus trabajos hasta la fecha.
Empezó por todo lo alto –sus dos primeros discos lo fueron de platino– y a los 29 años ya era miembro del Grand Ole Opry. A lo largo de su trayectoria ha firmado ocho discos de estudio y quince de sus singles han alcanzado el primer puesto de las listas. Su último álbum, Black, llegó al mercado el pasado mes de mayo.
Escuchemos hoy Up on the Ridge, perteneciente a su disco homónimo (2010), el único de su carrera de inspiración bluegrass. La canción fue co-escrita por Bentley y Angelo Petraglia. El single tuvo un discreto comportamiento en ventas, llegando al puesto 21 de la lista Country Airplay. Se trata de un tema lleno de energía, muy pegadizo, en el que el protagonista pide a su pareja que se olvide de todo y lo acompañe a pasar la noche fuera de la ciudad, para mostrarle «cómo vivimos allá en la montaña». Fijaos en el acompañamiento del banjo.

Un músico en la corte del rey Gustavo

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Esta mañana nos sorprendía la noticia de que el premio Nobel de Literatura recaía, por primera vez, en un compositor y cantautor, Robert Allen Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, por «haber creado nuevas expresiones poéticas en la gran tradición de la canción americana». No podía ser una decisión más acertada, pues el Comité Nobel reconoce la importancia de la letra de las canciones, algo sobre lo que siempre he hecho hincapié desde esta humilde tribuna, River of Country.
Este reconocimiento se viene a sumar a los que Dylan ha cosechado en sus más de 50 años de carrera, jalonados por cerca de 80 discos (el último, Fallen Angels, apareció en mayo de este año): 11 Grammys, un Globo de Oro, un Oscar, el Pulitzer, miembro del Salón de la Fama de Compositores, la medalla de EE.UU. de la libertad otorgada por Obama… Tampoco era un extraño en el paraíso sueco: en 2000 fue merecedor en ese país del Polar Music Prize, el llamado Nobel de la Música.
Aunque su nombre llevaba años sonando entre los candidados, el hecho de que no escribiera novelas o ensayos, sino canciones, hacía que la consecución del premio no pareciera muy probable.
Pionero del rock and roll y maestro del folk, en temas como Like a Rolling Stone, Blowing in the Wind o A Hard Rain’s a-Gonna Fall está muy presente el componente de crítica social. Sin embargo, el versátil Dylan se ha bandeado bien en todos los estilos (blues, gospel, rockabilly e incluso pequeñas incursiones en el jazz en su último disco).
La música country jugó un papel decisivo en los inicios de su carrera. Durante su infancia era oyente habitual de emisoras locales de country, lo que lo llevó a interesarse también por el folk. En su recopilatorio Biograph (1985), que incluía una entrevista con Cameron Crowe, decía: «El rock and roll para mí no era suficiente. Había grandes frases pegadizas y ritmos atrayentes pero las canciones no eran serias ni reflejaban la vida de una forma realista. Esto cambió cuando conocí la música folk. Las canciones tienen más desesperación, más tristeza, más triunfo, más fe en lo sobrenatural y sentimientos más profundos».
Los grandes clásicos del country comparten con el folk esta verdad, y Dylan se lanzó de cabeza al género. Sin más, vamos a escuchar algunas de sus canciones country más significativas. A lo largo de su discografía, encontramos tres discos fundamentalmente country: John Wesley Harding (1967), Nashville Skyline (1969) y New morning (1970).
Del primero de ellos, escuchemos I’ll Be your Baby Tonight, en el que destaca el uso de la pedal steel guitar, uno de los instrumentos country por antonomasia.

El siguiente trabajo de Dylan, también para la Columbia, fue Nashville Skyline, una inmersión en toda regla en el country –el disco fue presentado en el programa de Johnny Cash–. Una de sus canciones más recordadas, Lay, Lady, Lay, iba a aparecer en la película Cowboy de medianoche, pero no llegó a tiempo para el montaje. Se trata de una bella canción de amor en la que el narrador se prepara para pasar una noche de pasión junto a su pareja: «Cualesquiera colores que tengas en la mente, yo te los mostraré y los verás brillar».

Escuchemos ahora una de las tomas eliminadas del disco, One more night. El narrador habla de su soledad después su reciente ruptura y admite con resignación que «una noche más, se ven las estrellas y la luna brilla pero ninguna luz brillará sobre mí».

If not for you pertenece a New Morning (1970). El protagonista enumera todo lo que le debe a su pareja: «Si no fuera por ti la lluvia se acumularía, el cielo caería y el invierno no tendría primavera».

Por último, escuchemos You Ain’t Going Nowhere, incluida en Greatest Hits Vol. II (1971) pero escrita con anterioridad, coincidiendo con el festival de Woodstock de 1967. La canción aparece en la banda sonora de I’m Not There (2007), de Todd Haynes. La letra habla de la futilidad de la vida, repleta de hechos anecdóticos que no conducen a ninguna parte.

La ceremonia de entrega, presidida por el rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, tendrá lugar el próximo 10 de diciembre.