I’m thinking tonight of my blue eyes. Familia Carter, 1929

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Esta canción encierra en sí misma parte de la historia de la música country, ya que su melodía –con diferente letra– ha sido utilizada en diversos clásicos ya escuchados aquí: Great Speckled Bird, que cantó Roy Acuff en 1938; It wasn’t God who made honky-tonk angels, en la voz de Kitty Wells en 1952; o The wild side of life, interpretada por Hank Snow también en 1952.
Como sucede con tantos temas de los albores del country, se trata de una canción folk de autor desconocido, a la que A.P. Carter, el patriarca de la familia Carter, puso letra y vistió de gloria. Su éxito en 1929 propició sendas grabaciones en 1933 y 1935.
La protagonista recuerda con nostalgia los placeres vividos junto a su amado. Cuando éste embarca, “solo piensa en sus ojos azules”, pero no tarda en olvidarla y ella se pregunta si, cuando la tumba sea lo único que la rodee, irá a derramar alguna lágrima por el corazón que ha roto.
Escuchemos la grabación original de la familia Carter en febrero de 1929.

Esta es la versión que hizo Gene Autry para el sello Columbia en 1942.

Eddy Arnold la dotó de un ritmo decididamente alegre.

Os dejo con la interpretación de Hank Snow.

Una de las primeras mujeres en abrirse camino en esto del country, Jean Shepard, la versionó en 1956.

Marty Robbins también aportó su buen hacer a este clásico.

Escuchemos la versión de Nitty Gritty Dirt Band, perteneciente a su disco Will the Circle Be Unbroken (1972).

Uno de los mejores pianistas que ha dado el country, Floyd Cramer, la incluyó en su álbum Floyd Cramer Country (1976), acompañado por la voz de Pat Daisy.

Hank Thompson, una voz de barítono

Hoy os voy a hablar de un tipo nacido en Waco, Texas, en 1925, que desde niño se interesó por la música y aprendió a tocar la armónica. Tras el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, en la que sirvió en la Marina, inició, en 1948, su carrera musical. Su primer gran éxito no llegó hasta 1952 con The wild side of life y la publicación de su primer LP. Sus principales influencias fueron Ernest Tubb y Bob Wills y, como este último, fue un gran representante del western swing. Trabajó para Capitol Records (1948-1967), Warner Bros. (1967-1968) y Dot Records (1968-1980), y, fumador empedernido, murió en 2007 de cáncer de pulmón… y con las botas puestas.

Hank Thompson

The wild side of life fue su primer número 1 y en ese puesto se mantuvo nada menos que 15 semanas. Nos encontramos ante una de las melodías más reconocibles del country, que inspiró, por ejemplo, la canción-respuesta de Kitty Wells It wasn’t God who made honky-tonk angels. Pero ojo, que el clásico de Thompson se remonta más atrás en el tiempo: en 1925, Welby Toomey y Edgar Boaz grabaron Thrills that I can’t forget, y aún más famosas fueron la grabación de 1929 de la familia Carter, I’m thinking tonight of my blue eyes, y la de Roy Acuff Great Speckled Bird en 1936.
En la letra de The wild side of life, el narrador se muestra dolido porque su mujer le ha abandonado y ha preferido “el lado turbio de la vida”, con garitos donde “fluye el vino y el licor”. No es extraño que las féminas exigieran la citada réplica de Kitty Wells.

It wasn’t God who made honky-tonk angels. Jay Miller, 1952

Y la mujer llegó al country. Pero no cualquier mujer, sino la que se ha venido en denominar La reina de la música country. Aunque la canción no fue compuesta por una fémina, la grabación de Kitty Wells lanzó el tema al estrellato, donde se mantuvo nada menos que seis semanas consecutivas como número uno.
Bien es cierto que el honor de “anotar” la primera entrada en las listas del country corresponde a Margaret Whiting, en aquel Slippin’ around que compartió con Jimmy Wakely. Pero Kitty fue la primera que lo consiguió en solitario, en una época en que las mujeres no lo tenían nada fácil a la hora de acceder a la música country. En su autobiografía, Kitty, fallecida en 2012, confesaba que se vio abrumada por el éxito, un éxito que mostraría el camino a figuras como Patsy Cline, Tammy Wynette, Loretta Lynn o Dolly Parton.
Y es que no se trata solo de que el intérprete de It wasn’t God… sea una mujer, sino de que su fondo es todo un canto a la liberación sexual del género femenino.
Contextualicémoslo. Surgió como respuesta a un tema anterior de Hank Thompson, The wild side of life, en la que el autor culpaba de las posibles infidelidades de los hombres a las mujeres, por sus continuas dudas y mojigaterías a la hora de entregarse a su verdadero amor.
Al escuchar esta sarcástica canción, Jay Miller, el compositor de la nuestra, pensó que sería muy apropiado darle réplica con la voz de una mujer y a un ritmo un poco más rápido que la original.
El sello Decca Records ofreció la golosina a la vocalista Kitty Wells, que hasta entonces no había tenido demasiado éxito y tampoco parecía muy decidida a grabarla. Los 125 dólares que le pagarían por la sesión le convencieron de lo contrario.
La grabación cuenta con la colaboración del marido de Wells, Johnny Wright, al bajo eléctrico, Paul Warren al violín y Shot Jackson a la guitarra acústica.
La NBC prohibió pincharla por ser “demasiado sugerente”, pero el público dio la razón a los artistas. La melodía es una vieja conocida en las tonadas country, pues, aparte de la citada The wild side of life, fue utilizada por la familia Carter en I’m thinking tonight of my blue eyes (1929) o Roy Acuff en Great Speckled Bird (1936). Esta coincidencia fue recordada por el compositor de country David Allan Coe en If that ain’t country.
La canción comienza cuando la narradora escucha en la gramola el tema de Hank Thompson, a quien reprocha que las cosas no son como él dice, sino que “muchos hombres piensan que todavía están solteros y eso provoca que las mujeres vayan por mal camino”. A partir de ahí, el tema se convierte en toda una reivindicación de la Mujer, con mayúscula.